El departamento de Mayordomía fue organizado para ayudar
a los miembros a ser mayordomos eficientes y asistir en
la implementación del plan divino de la benevolencia
sistemática a través de la iglesia. Puesto que la
responsabilidad del mayordomo incluye la correcta
administración de todos
los aspectos de la vida, los conceptos de mayordomía
estimulan el cuidado y uso debidos del templo del
cuerpo, del tiempo, de las habilidades y de las
posesiones materiales. Este departamento ayuda a
planificar y organizar los recursos financieros de la
iglesia para la terminación de la obra. Sus objetivos
espirituales y financieros se resumen en la siguiente
declaración: "Cuando sus miembros despierten, y pongan
sus oraciones, sus riquezas y todas sus energías y
recursos a los pies de Jesús, la causa de la verdad
triunfar" ( Testimonios
selectos, t.
3, p. 345;
Testimonies,
t. 4, p. 475).
Director de Mayordomía.
El director de
Mayordomía, elegido por la iglesia, debe ser elegido por
su capacidad para poner en practica los conceptos y
objetivos establecidos por el departamento de
Mayordomía, y debe poseer las siguientes cualidades:
-
Ser un líder
espiritual,
-
Practicar los
principios de la mayordomía cristiana,
-
Comprender el
programa espiritual y financiero de la iglesia,
-
Estar dispuesto a
dedicar el tiempo necesario a planificar, organizar
y dirigir en su esfera de acción la responsabilidad
que le compete, en colaboración con el director de
Mayordomía de la Asociación/Misión/Campo, el pastor
y la junta directiva de la iglesia.
El director de Mayordomía actúa como vínculo entre el
departamento
de Mayordomía de la Asociación/Misión/Campo y la
iglesia.
Los cristianos son los mayordomos de Dios, a quienes el
Señor les confió. sus bienes, y, como socios suyos, son
responsables de administrarlos
en armonía con sus
directrices y principios, tal como están bosquejados en
las Escrituras y en el Espíritu de Profecía. El consejo
divino es que "se requiere de los administradores, que
cada uno sea hallado fiel" (1 Cor. 4:2).
El asunto de la mayordomía, en su forma más plena,
abarca muchos aspectos de la vida y la experiencia
cristianas, tales como nuestro tiempo, nuestra
influencia y nuestro servicio; pero no hay duda de que
la mayordomía de nuestros medios es un aspecto
vitalmente importante de esta cuestión.
Este es un asunto que concierne a toda la familia de la
iglesia. Implica nuestro reconocimiento de la soberanía
de Dios, de que es propietario de todas las cosas y de
que derrama su gracia sobre nuestros corazones. A medida
que crezcamos en la comprensión de estos principios,
seremos inducidos a apreciar mejor la manera por la cual
el amor de Dios actúa en nuestras vidas.
Aunque este aspecto de la mayordomía cristiana se
refiere a nuestras posesiones materiales, es, sin
embargo, algo que influye muy definidamente sobre
nuestra experiencia cristiana. El Señor requiere ciertas
cosas de nosotros, para poder hacer ciertas cosas por
nosotros. Nuestra obediencia voluntaria a lo que nuestro
Padre celestial requiere de nosotros coloca este aspecto
de la mayordomía en un alto plano espiritual.
Nuestro Dios no es exigente. No nos exige
arbitrariamente ni que lo sirvamos ni que lo
reconozcamos con nuestros dones. Pero arregló. las cosas
de tal manera para que, cuando obramos en armonía con .l
en esas cosas, fluyan sobre nuestros corazones grandes
bendiciones espirituales. Si, por el contrario, dejamos
de cooperar con .l en la realización de sus planes, nos
privamos de sus más ricas bendiciones cuando más las
necesitamos.
"Dios desea que todos sus mayordomos sigan exactamente
las disposiciones divinas. No han de trocar los planes
de Dios haciendo algún acto de caridad, o dando algún
donativo o alguna ofrenda, cuando y como les parezca
bien a los agentes humanos. Es un método muy deficiente
para los hombres tratar de mejorar el plan de Dios, e
inventar un cambio, sacando a luz sus buenos impulsos en
.ésta o esotra ocasión y oponiéndolos a los requisitos
de Dios. Dios pide a todos que apoyen con su influencia
el arreglo que él hizo. .Él ha dado a conocer su plan; y
todos los que quieran cooperar con él deben llevarlo a
cabo, en vez de atreverse a intentar mejorarlo"
(Obreros
evangélicos, pp. 237, 238;
Consejos sobre
mayordomía cristiana, pp. 106, 107).
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