Iglesia Adventista Del Séptimo Día - Central Chorrillos

Los 144,000

"SIERVOS DE DIOS"

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¿Cuál es el Papel que Desempeñará

este Grupo Selecto de Creyentes en

la Última Gran Crisis?

 

Héctor A. Delgado

 

 

1- Prefacio

2- Introducción

 

Primera Parte

 

La Identidad Espiritual de los 144,000

“Siervos de Dios”

 

3- El Contexto en el que Aparecen los 144,000

4- Los 144,000 como Número Literal

5- Los 144,000 como Número Simbólico

6- El Israel de Dios en las Escrituras

7- El Propósito de Dios con Israel

8- La Cifra 144,000 como Nombre

9- Los 144,000 y el Mensaje a Laodicea

10- Venciendo Como Cristo Venció

11- El “Aguante” de Cristo y de los Santos

12- La “Gran Multitud” y los 144,000

13- La “Gran Multitud”

14- La “gran tribulación”

15- “Estos... ¿Quiénes son y de Dónde han Venido?

 

Segunda Parte

 

Las Cualidades Espirituales de los 144,000  “Siervos de Dios”

 

16- El Nombre del Padre y del Cordero en la Frente

17- “Elegidos y Fieles”

18- Cantaban un Cántico Nuevo

19- Lecciones de la vida de Moisés

20- Lecciones de la Vida de Cristo

21- Los 144,000 “no se Contaminaron”

22- Son “Primicias para Dios y el Cordero”

 

23- Conclusión

 

Prólogo

 

Quién podrá estar firme cuando llegue el día de la ira? (Apo. 6:17). Esta es la pregunta más decisiva del Apocalipsis, y la pregunta que más ha inquietado el corazón de los hijos de Dios a través de los siglos. En forma clara e interesante este material nos muestra que la gran respuesta se encuentra en los capítulos 7 y 14 del Apocalipsis. En estos capítulos se nos habla de un grupo comúnmente llamado “los 144,000”. Sólo ellos podrán estar firmes en ese momento final.

                Al oír hablar de los 144,000 a algunos no les llegan buenos recuerdos. Discusión, divisiones, apostasía, misterio, son las palabras con las que se asocia este tema. Y es que la magnitud del asunto ha excitado sentimientos de todo tipo y ha generado las más diversas controversias. Controversias que han traído sus frutos de división, desaliento y abandono de la fe.

                No es la voluntad de Dios que sus hijos “entren en controversias por cuestiones que no los ayudarán espiritualmente, tales como: ¿Quiénes han de componer los 144,000? (Mensajes Selectos, tomo 1, 205) Este fue el consejo que la Inspiración Profética nos regaló en 1901.

                Entonces ¿Porqué seguir gastando tiempo en este tema? Personalmente tengo varias razones para seguir interesado en el asunto.

            En primer lugar no hay un impedimento real para hacerlo. Si bien no nos ayudará espiritualmente la mera curiosidad por saber quiénes serán los 144,000, el estudio serio y desapasionado de la Palabra de Dios de seguro será una gran fuente de bendición. El hecho de que el estudio de un tema haya traído controversia, no justifica el abandonar el tema, sino cambiar el método de estudio.

                Sobre la pregunta de quiénes serán los 144, 000 la hermana White agregó que “fuera de duda, esto lo sabrán dentro de poco los que sean elegidos de Dios” (Mensajes Selectos, tomo 1, 205).

                ¿Cómo lo sabrán? Evidentemente por medio de la Palabra de Dios. Hablando del tema dijo: “Insto a nuestros hermanos a que se unifiquen en una base verdadera y bíblica” (Mensajes Selectos, tomo 1, 206). Los elegidos de Dios hoy deben procurar  sabiduría de lo alto y ocuparse de estudiar diligentemente las Escrituras. Sólo de esta forma sabrán si son de los 144,000. Por otro lado ¿No tiene acaso infinita importancia saber qué cualidades poseerán los que afrontarán la crisis final? De ahí mi interés por el tema.

            De los estudios que conozco en idioma español que tratan en forma global la problemática de los 144,000, “Los 144,000 Siervos de Dios” es el que encuentro de mayor interés y utilidad. Constituye, no sólo una respuesta a una curiosidad bíblica, sino un enfoque moderado sobre un tema delicado además que una mina de poder espiritual para estar preparado en el tiempo de angustia. Más que alimentar la controversia, el presente estudio motivará en el lector el entrañable deseo de amar más a Dios y cumplir su parte en este momento crucial. Por eso creo que todo miembro de iglesia comprometido debe leer “Los 1144,000 Siervos de Dios”.

                Tengo el privilegio de ser amigo del autor. Su deseo de servir a Dios, su entrega a la obra, y su afán por conocer la verdad son algunas de las cualidades evidentes en él. Dios ha bendecido su ministerio y el amable lector tiene aquí una de las muestras.

 

Hermes Tavera Bueno

Introducción

 

Escribir sobre temas bíblicos requiere dedicación, investigación y mucha honestidad. Esto es cierto de manera especial en lo referente a los 144.000 (Apoc. 7:1-8; 14:1-5).

                Hay una preciosa verdad oculta a la vista de muchos cristianos en este importante tema de los 144.000, verdad que ha sido minimizada en gran medida por los inútiles debates sobre la literalidad o simbolismo del número. Y aunque no obviaremos comentar sobre el significado de esta cifra, no nos dejaremos absorber por este aspecto  y perder de vista el propósito de esta importante visión apocalíptica.

                Aunque este material no pretende ser exhaustivo, pues el espacio no lo permite, creemos que será de ayuda para aquellas almas sinceras y sedientas de nuestras iglesias que buscan fortalecer su experiencia espiritual por medio del estudio de la Biblia.

                Estamos convencidos también que este tema suele tornarse ponzoñoso en cierto punto, pero nos será de ayuda si lo abordamos con sinceridad, disposición  y mucha madurez. Este material no pretende tener la última palabra sobre el tema en cuestión.

                Confesamos que lo que nos motivó a escribir sobre los 144.000 no fue definir si son simbólicos o literales, sino ver la condición espiritual que predomina actualmente en la vida de los miembros de la iglesia. Cuan ciertas son las palabras  inspiradas: “la Iglesia parecerá que cae”. Cada vez se hace mas patente un alejamiento de la verdad del Evangelio y su poder transformador en la vida de los miembros de la iglesia remanente. Parece ser que nadie quiere vivir a los pies de la cruz y aprender de Cristo que es manso y humilde de corazón (Mat. 11:28-30).

                Sería por esto que se nos ha dicho: “Esforcémonos con todo el poder que Dios nos ha dado por estar entre los ciento cuarenta y cuatro mil” (RH, 9-3-1905). Las características espirituales de este grupo de redimidos son las que el cielo aprobará si hemos de heredar y vivir la eternidad junto a un Dios santo.

                La verdad del Evangelio puede redimir el mal que predomina y proveernos el poder necesario para triunfar de una vez y por todas sobre el poder y el dominio del pecado sobre nosotros, manifestado en una vida egocéntrica (Isa. 53:6; Fil. 2:21) carente del amor ágape de Dios, que “no busca lo suyo” (1 Cor. 13:5).

                Finalmente, Dios tendrá un pueblo que a los pies de la cruz habrá dejado toda forma de pecado, y estará listo para verle venir en gloria a esta tierra (Isa. 25:9).

                Quienes formarán parte de los 144.000 no serán más que “los elegidos de Dios”, y “fuera de duda”, estos “lo sabrán dentro de poco” tiempo (1 MS, 205).   

                                         

El Autor

 

.

 

 

Primera Parte

 

 

La Identidad Espiritual de los 144,000

“Siervos de Dios”

 

 

El Contexto en el que Aparecen los 144,000

 

En el capítulo 6 de Apocalipsis se registra la secuencia de apertura de los sellos. Y al seguir esta secuencia llegamos hasta el sexto sello, el cual contiene los acontecimientos relacionados con la segunda venida de Cristo.

                Después de mencionar el “gran terremoto”, el oscurecimiento del sol, el enrojecimiento de la luna y la caída de las estrellas (Apoc. 6:12-13), Juan habla del recogimiento del cielo “como un pergamino que se enrolla” (vers. 13). Este portentoso acontecimiento da lugar al cumplimiento de la “bendita esperanza” de la segunda venida de Jesús en gran gloria y majestad (vers. 15-17; Tit. 2:13).

                De igual manera, en el discurso escatológico de Cristo registrado en Mateo 24, Lucas 21 y Marcos 13 se registran estos acontecimientos con sorprendente similitud: “inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor. Las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces, aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces se lamentarán todas la tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mat. 24:29,30, cf. Mar. 13:24-26; Luc. 21:25-27. Las cursivas han sido añadidas).

                El registro bíblico en Apocalipsis 6:15-17 nos revela en esta ocasión solamente la angustia de los impíos, que al no estar preparados para el encuentro con Dios, huyen perdidos de su presencia. Ahora son confrontados con lo que nunca creyeron que enfrentarían: “la ira del Cordero” (vers. 16).

                Los acontecimientos mencionados en los vers. 12-13 son reconocidos por los estudiosos de la profecías como cumplidos literalmente en las páginas de la historia, mientras que el enrollamiento del cielo “como un pergamino” no se ha cumplido aun.

                Estamos viviendo entonces en medio de los sucesos mencionados entre los vers. 12,13 y los de los vers. 14-17. Es un momento solemne el que nos ha tocado vivir.

                Observemos ahora el vers. 17. En él se menciona un acontecimiento y se formula una interrogante. El acontecimiento es llamado “el gran día de su ira”. Entonces se formula la pregunta “¿quién podrá sostenerse en pie?”.

                En sentido negativo esta interrogante puede contestarse, que ninguno de los impíos podrá sostenerse en pie, pues todos huyen y quieren ocultarse del rostro del Cordero en la manifestación de su ira (vers. 16). Pero en sentido positivo y en un contexto más amplio puede responderse que sí, habrá quienes estarán de pie cuando Cristo venga (Isa. 25:9; Heb. 9:28).

                Es en este contexto de la inminente segunda venida de Cristo que aparecen en escena los 144.000.

                Se ha reconocido ampliamente que el capítulo 7 de Apocalipsis (la visión del sellamiento) constituye “un paréntesis” entre el sexto y séptimo sellos. 1 Y esto es evidente por el contexto en el que se encuentra.

 

Referencias


 

 

1) Melvin Maxwell, El Mensaje de Apocalipsis, Tomo 2, p. 110. Joseph Battistone, Apocalipsis I, La Iglesia de Dios en un Mundo Hostil, p. 81; Comentario Bíblico Adventista, tomo 7,

p. 798. Hans K. LaRondelle, Las Profecías del Fin, p. 150.


 

 

Los 144,000 como Número Literal

 

Es inevitable que abordemos este aspecto sobre el tema. Pero lo haremos con mucha franqueza, aunque al igual que en otros temas bíblicos, también en este hay diferencias de opiniones.

                El Comentario Bíblico Adventista tomo 7 revela que se “han sostenido dos puntos de vista: 1) que [el número] es literal; [y] 2) que es simbólico”.1  Pero antes de formar parte de uno de estos dos grupos que bien podríamos llamar: “algunos creen” y “otros sostienen” deberíamos cerciorarnos de que lo que estamos aceptando es lo que la Palabra de Dios enseña.

                Las mismas Escrituras en su evidencia textual interna nos dan “pistas” para poder detectar cual debe ser la postura correcta en cada tema.

                No deberíamos cometer el error de llegar a alguna conclusión sobre asuntos doctrinales sin antes investigar por nosotros mismos la Palabra de Dios. Recuerde, “la Escritura... es útil para enseñar, redargüir, [y] para corregir,... a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16,17).

                Se reconoce que la pregunta de que si los 144,000 sellados son literales o simbólicos ha generado “muchas fricciones” dentro del adventismo. Y cada respuesta tiene todavía “sus fieles adherentes”.2

                Quienes sostienen que la cifra es literal dicen que el “cómputo puede hacerse mediante un sistema como el que se empleó para el cálculo de los 5,000 que fueron alimentados milagrosamente, donde sólo se contó a los hombres, pero no a las mujeres y a los niños (Mat. 14:21)”.3

                Desde esta óptica, la expresión “oí el número de los sellados”, implica que son literales. Sin embargo, se pasa por alto que el mismo pasaje termina diciendo: “de todas las tribus de los hijos de Israel”. Y, ¿qué significa esto? ¿qué son literales las 12 tribus de Israel? Porque esto crearía tremendo problema, pues, ¿dónde están las 12 tribus de Israel en la actualidad?  Nótese que se habla de 12,000 sellados de cada una de las tribus. “¿Por qué habría de ser literal el total pero simbólicas las fracciones?”.4

                Y esto se torna más complicado si se cree que los “144,000 representan la suma total de todos aquellos que serán trasladados cuando Jesús venga”. ¿Por qué? Por que no podemos creer “que Dios haya determinado que exactamente ese número de personas, y ni uno más, viva más allá del tiempo de gracia para ver venir a Jesús”.5

                Otros se sienten inclinados a creer que la cifra 144.000 es literal después de concluir que “representan un grupo especial entre aquellos que vivirán durante el tiempo de angustia”.6

                Sin embargo, llegar a esta conclusión es contradecir el contexto inmediato de Apoc. 7 y el papel que desempeñará el remanente de Dios en el tiempo del fin para vindicar su carácter.

                Quienes sostienen que “los 144.000 son judíos literales, sostienen que la aplicación a cristianos que constituyen el Israel espiritual no concuerda con la división en 12 tribus especificas... Sin embargo, si hay que tomar literalmente ´hijos de Israel´, ¿qué razón se opone para no tomar literalmente también los vers. 5-8  y cap. 14:1-5?”.7

                De igual manera ¿cómo podemos decir que la primera parte del vers. 4 es literal, mientras interpretamos de manera simbólica la última parte? Si se interpreta el número como literal, necesitamos interpretar el versículo completo como tal. Entonces, no hay ninguna esperanza para los gentiles de poder formar parte de los 144,000 que son sellados.

                “Por otra parte, si el número es simbólico, entonces el resto del versículo puede ser interpretado simbólicamente”.8

                El Dr. C. Mervyn Maxwell comenta que si “tomamos literalmente el número 144,000, tenemos que admitir que enfrentamos muchas dificultades”.9

                La primera dificultad que él menciona está relacionada con “la gracia de Dios que se extiende gratuitamente a todos”. “Nos asombra - dice él - que precisamente 12,000 - ni más, ni menos - aceptarán el Evangelio de cada una de las tribus”.10

                La segunda dificultad que él menciona radica en que “es sumamente difícil concebir que existan en la actualidad 12,000 representantes de pura sangre de cada una de las doce tribus”.11

                Sobre este aspecto se observa: “En los primeros siglos de la existencia de Israel, cada tribu permaneció como grupo distinto y solidario dentro de la nación, pero el primer cautiverio causó la desaparición de diez de las tribus (2 Rey. 17:17-18), de modo que en el tiempo en que Juan estaba escribiendo el Apocalipsis, ya hacía mucho [que] no existía en un sentido literal algo que podría llamarse ´las doce  tribus  de Israel´ ”.12

                Otra objeción o dificultad está relacionada con “la lista de las tribus que aparece en Apocalipsis 7”, pues “presenta sus problemas si se toman literalmente”.13 La razón es que es distinta a las que se mencionan en otras partes de la Biblia. Compare Apoc. 7:5-8 con Núm. 1:5-15; Deut. 27:12-13; Gén. 35:22-26.

                Súmele a esto el hecho que desde que volvieron del cautiverio babilónico “no se hizo ningún intento serio - y a veces nada, en absoluto - para impedir los casamientos entre las diferentes tribus... [además] se ha sugerido que en sentido genérico casi cada judío es un ´hijo de David´ ”.14

                Un argumento convincente usado por Maxwell es el siguiente: “La profecía de Ezequiel 48 preanuncia la salvación final de Israel y la división escatológica, o del tiempo del fin, de la tierra de Palestina. Si ambas listas, la de Ezequiel 48 y la de Apocalipsis 7, realmente se están refiriendo a la salvación del Israel literal, deberíamos esperar que coincidieran”.15 Sin embargo, no lo hacen.

                En cuanto a “la multiplicación de 12,000 x 12 (Apoc. 7:5-8), puede sugerir que el propósito principal de este pasaje no es el de revelar el número preciso de los sellados, sino mostrar la distribución de los sellados entre las tribus del Israel espiritual”.16

                Hay quienes ven en esto un mensaje: “¿Creéis que he perdido alguna parte de mi pueblo? No lo he perdido. Aún tengo las 12 tribus intactas. Si el primer pueblo que yo llamé fue rebelde y tuvo que ser rechazado, no por esto ha de verse frustrado mi propósito”.17

                Fernando Chaij sostuvo: “Doce mil de cada tribu significa simplemente un inmenso número de toda nación, lengua y raza, pertenecientes a todos los trasfondos y características psicológicas”.18

     

Para cerrar esta sección expondremos algunas razones bíblicas contenidas en el mismo capítulo 7 de Apocalipsis por la que es más razonable ver el número 144,000 de una forma diferente a la literal.

                Es sabido que el contenido de Apocalipsis 7 está cargado fuertemente de símbolos y figuras. Tales como:

 

                Cuatro ángeles. Estos seres celestiales representan en esta visión a “los instrumentos divinos que detienen las fuerzas del mal en el mundo”.19 Es interesante notar que el “ángel” que sube “del oriente” (vers. 2 RVA) cuando habla dice : “No hagáis daño a la tierra,... hasta que marquemos (o “sellemos” VRV) con un sello la frente de los siervos de Dios” (RVA). Este ángel habla él solo y parece ser que él es el único que tiene a su cargo el proceso de sellamiento, pero en realidad habla en representación de los demás.  En verdad, él representa a todos los ángeles implicados en esta obra bajo la dirección del Espíritu Santo. De igual manera puede verse a los 144,000 como el grupo representante de todos los salvados del tiempo de fin.

                Los ángeles leales son agentes activos en el proceso de sellamiento del pueblo de Dios. Puesto que “el sello del Dios vivo” implica el desarrollo del carácter de Cristo, los ángeles cooperan con “los que han de heredar la salvación” (Heb. 1:14).

 

                Los cuatro ángulos de la tierra. Esta expresión representa y señala a “los cuatro puntos cardinales”, “los cuatro extremos de la tierra” (Isa. 11:12, cf. Eze. 7:2). El conflicto final es de proporciones enormes, es de alcance mundial. Es por esto que son “todas las tribus de la tierra” las que se “lamentan” al ver venir al Hijo de Dios venir en gloria y majestad (Mat. 24:30, cf. Apoc. 1:7 ).

 

                Los cuatro vientos. Claramente hay aquí una representación de “las fuerzas destructoras” del mal (vers. 3, cf. Dan. 7:2). Esta frase también representa en las Escrituras a  los cuatro ángulos de la tierra (Dan. 11:4; Eze. 37:9; Mar. 13:27). Los conflictos sociales y la conmoción de todas las cosas estará presente en “los cuatro ángulos de la tierra”, pero serán retenidos milagrosamente por los agentes divinos comisionados para esto.

                Elena White dice: “Juan vio en la visión simbólica a cuatro ángeles, pero en verdad se emplean muchos ángeles en la tierra en la tarea de refrenar los malos designios del enemigo”.20

                “Las naciones del mundo están ávidas por combatir; pero son detenidas por los ángeles. Cuando se quite ese poder restrictivo, vendrá un tiempo de dificultades y angustia. Se inventarán mortíferos instrumentos bélicos. Barcos serán sepultados en la gran profundidad con su cargamento viviente. Todos los que no tienen el espíritu de verdad se unirán bajo el liderazgo de seres satánicos; pero serán retenidos hasta que llegue el tiempo de la gran batalla del Armagedón”.21

                En este mismo contexto, el Espíritu de Profecía vio “los vientos” de Apoc. 7:1 como “los vientos violentos de las pasiones humanas” y como “elementos de contención”.22

 

                Un ángel que sube del nacimiento del sol. Esto representa buenas noticias. Bien se reconoce que “la referencia al este es más que un detalle pintoresco”.23

                Del éste entró la gloria de Dios al templo en la visión de Ezequiel (cap. 43:2-5). Y es por el éste que aparecerá la señal de nuestro amado Jesús en su segunda venida (Mat. 24:30).24 Que este ángel viene de esta dirección no solo “indica que viene de parte de Dios, que es un enviado por El”;25 también representa la seguridad de la protección de Dios y su liberación final a favor de los santos (ver Isa. 41 :2,25).26

 

                El sello del Dios vivo en la frente. “El sello representa las cualidades del carácter (Eze. 9:4; 2 Tim. 2:19)”.27 El sello que será puesto sobre la frente de los fieles de Dios es “la marca de la verdad”, “la señal de su aprobación”.28 Este sello evidencia su “semejanza a Cristo en carácter”. Esta es la razón por la que se dice que tienen el Nombre del Padre y del Cordero en sus frentes (Apoc. 14:1). Finalmente, el sello “es una marca que pueden leer los ángeles, pero no los ojos humanos”.29

                Es evidente entonces que el “sello del Dios vivo” no es una marca visible estampada sobre la frente de los hombres y mujeres. Es obvio que estamos tratando con una “visión simbólica.

                Sobre el sello de Dios que es puesto sobre los 144,000 volveremos a hablar más adelante.

 

Referencias

 

1) Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, p. 798.

2) Marvin Moore, El Desafío del Tiempo Final, p. 150.

3) Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, p. 799.

4) Moore, Ibid.

5) -----------,Ibid.

6) -----------,Ibid.

7) Comentario Bíblico Adventista,

tomo 7, p. 800.

8) Jack Sequeira, Laodicea, El Urgente Mensaje de Cristo a una Iglesia Tibia en

 los Últimos Días, p. 120.

9)  Maxwell, Ibid, p. 212.

10) -----------,Ibid.

11) -----------,Ibid.

12) Wade, El Futuro del Mundo Revelado

 en el Apocalipsis, p.p. 112,113.

13) Maxwell, Ibid.

14) -----------,Ibid,

15) -----------,Ibid,

16) Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, p. 800.

17) Wade, Ibid, p. 113.

18) Fernándo Chaij, El Drama Inminente, p.p. 115,116.

19) Comentario Biblico Adventista,

tomo 7, p. 798, cf. Heb. 1:14;

Sal. 37:7; 90:11,12.

20) Elena White, Ibid, el énfasis ha sido suplido.

21) -----------, Ibid.

22) -----------, Comentario Bíblico Adventista, 7-A, p. 408.

23) Battistone, Apocalipsis I, La Iglesia

de Dios en un Mundo Hostil, p. 8.

24) White, Conflicto de los Siglos,

p.p. 698,699.

25) Comentario Bíblico Adventista,

tomo 7, p. 798.

26) Battistone, Ibid, p. 84.

27) Comentario Bíblico Adventista,

tomo 7, p. 799.

28) Elena White, Testimonios, tomo 3,

 p. 267.

29) -----------, Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, p. 980.

 

 


 

Los 144,000 Como Número Simbólico

 

Por razones bíblicas y obvias es favorable ver el número 144,000 como simbólico y no como numero literal. Además, los argumentos presentados en la última parte de la pasada sección no pueden ser obviados por el investigador sincero y honesto de las Escrituras.

                “Las mujeres, las vírgenes, el Cordero, las primicias, son todos simbólicos. De manera que se es consecuente al considerar que la cifra también es simbólica”.1

                Este mismo autor reconoce que Dios “no está regido por las matemáticas, y El no puede limitarse a Sí mismo”.2

                Por otro lado, Apocalipsis 7 no es la única parte del libro en que se menciona un “número específico”. Por ejemplo en Apoc. 9:16 se habla de “doscientos millo-nes”, y Juan agrega categóricamente: “yo oí su número”. Y aunque esto es así, nadie ha sugerido que éste número signifique “una información en cuanto a la cantidad precisa de los ejércitos del mal”.3

                Otra cita parecida se encuentra en Apoc. 11:13: “...en el terremoto murieron siete mil personas”. También en este caso “nadie se ha levantado para insistir en que este es un dato acerca del número de personas que murieron en la Revolución Francesa”.4

                Al respecto se comenta: “Es posible que algunos de los números en el Apocalipsis representen el número literal de una manera aproximada, como lo que llamamos un ´número redondo´. Pero la cantidad mencionada en sí no es lo más importante. Y en la mayoría de los casos el número es un símbolo que contiene un mensaje importante para nosotros [como los que aparecen en Apoc. 7: ‘cuatro ánge-les’, ‘cuatro vientos’, ‘cuatro ángulos’, ‘12,000 de cada tribu’, 144,000 sellados’]”.5

                Es importante notar también, que se ha observado el uso de la palabra “tribus” en Apocalipsis, permitiendo entender mejor algunas cosas. Por ejemplo, “siete veces en el Apocalipsis se mencionan las tribus, y siempre es para aclarar que el mensaje de salvación debe alcanzar no solo a la pequeña nación de Israel, sino a todas las ´tribus´, es decir, a todos los pueblos de la tierra”.6

                Lo que la Palabra está diciendo con 12,000 sellados de cada una de las tribus de Israel es: “Mi iglesia, el Israel de hoy, se encuentra entre todos los pueblos del mundo, entre todas las razas y castas sociales, entre todas las naciones, y grupos étnicos”.7

                Así se concluye que: “Los 144,000 son redimidos que son especialmente fortalecidos por el sellamiento para soportar el tiempo de angustia y para ser llevados al cielo sin ver la muerte”.8

                En el material de apoyo de Escuela Sabática de 1989 se sugiere también que el número 144,000 “tiene mayor sentido si lo comprendemos como un número simbólico. Por lo tanto el número 144,000 representa la comunidad total de creyentes, y no un grupo selecto o separado del grupo mayor. (uno de los rollos del mar muerto, el Rollo del Templo, también usa un número para indicar la comunidad de los justos, aunque es menor: 12,000). Así, 144,000 indica la plenitud o la perfección en el sentido de un cuerpo completo de testigos”.9

                “El número es simbólico. Representa la totalidad de los redimidos del último tiempo. Todo el remanente del fin. Las doce tribus son espirituales. Se trata del Israel espiritual de Dios, completo; salido de todos los pueblos de la tierra”.10

                C. Mervyn Maxwell reconoce que “el número 144,000... representa plenitud, la promesa de que el pueblo de Dios de los últimos días incluirá a toda la gente que lo invoca por fe. Y que reunida constituirá la Iglesia completa de Cristo, simétrica, gloriosa y hermosa”.11

                El mismo Comentario Bíblico que presenta “dos puntos de vista” sobre el tema en cuestión parece favorecer la comprensión simbólica cuando dice: “Si hay que tomar literalmente ´hijos de Israel´, ¿qué razón se opone para no tomar literalmente también los vers. 5-8 y cap. 14:1- 5”.12

                Una prueba contundente sobre el simbolismo de esta profecía de los 144,000 se descubre al comparar Apoc. 7:1-3 con Mat. 24: 30-31. En el primer pasaje el apóstol Juan dice que “los siervos de nuestro Dios” que son sellados en la frente con “el sello del Dios vivo” están esparcidos en los “cuatro ángulos de la tierra”, es decir en todo el planeta tierra. Allí son sellados y asegurados, para encontrarse con su amante Salvador.

                En el segundo pasaje, Cristo mismo revela que en ocasión de su segunda venida a nuestro mundo “sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria... enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntará a sus escogidos [nótese], de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Precisamente donde fueron sellados y protegidos por el poder divino, fueron recogidos por Cristo (cf. Mar. 13:26,27; Luc. 21:25-28). El remanente de Dios le esperó “para salvación” en todos los rincones del planeta y finalmente, en el momento oportuno se realizó el gran encuentro (Heb. 9:28).

                Antolín Diestre Gil sostiene también que en el “tenor” de “todo el contexto en el que está insertada [la visión] sería simbólica... Los 144,000 representan a los que estarán vivos cuando Jesucristo venga en su segunda venida...”

                “... fueron trasladados sin pasar por la muerte, de entre los vivos”.

“... los 144,000 sellados pertenecientes al colectivo representante, de la última generación”.13

                “No deberíamos hallar extraño que encontremos al remanente dentro de las 12 tribus ya que estamos tratando con imágenes simbólicas”.14

 

Referencias

 

1) Fernando Chaij, Ibid, p.115.

2) ----------,Ibid.

3) Loron Wade, Ibid, p. 111.

4) ----------,Ibid.

5) ----------,Ibid, p.p. 111,112.

6) ----------,Ibid. p. 113.

7) ----------,Ibid.

8) ----------,Ibid.9) Joseph Battistone, Apocalipsis I, La Iglesia de Dios en un

Mundo Hostil, p. 86.

10) Mario Veloso, Apocalipsis y el Fin

 del Mundo, p. 129.

11) Melvin Maxwell, Ibid, p. 213.

12) Comentario Bíblico Adventista,

tomo 7, p. 800.

13) Antolín Distre Gil, Tardanza y

 Despertar, tomo III-A, p. 343.

14) Joseph Battistone, Ibid, p. 87.

 

 

El Israel de Dios en las Escrituras

 

Una de las razones más consistentes que tenemos para inclinarnos hacia una interpretación simbólica de esta cifra, es precisamente el significado que los escritores del Nuevo Testamento le dieron al “Israel de Dios”. No es difícil apreciar al leer el Nuevo Testamento que sus escritores concebían a los cristianos como el verdadero Israel de Dios. Note los siguientes pasajes:

                En Rom. 9: 6-8 el apóstol Pablo dice: “No todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abrahán son todos hijos; sino que en Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No son hijos de Dios los que son hijos según la carne, sino que son los hijos de la promesa los que son contados como descendientes”.

                Ya en un tiempo cuando no existían literalmente las 12 tribus de Israel, el apóstol Santiago se refirió a la iglesia cristiana esparcida por el mundo como “las doce tribus que están en la dispersión” (Sant. 1:1).

                Por otro lado, el apóstol Pedro aplica a la iglesia cristiana “los mismos títulos que Moisés atribuyó a los Israelitas, cuando se refiere a ellos como ´linaje escogido, real sacerdocio, nación santa´ (1 Ped. 2:9)”.1

                Nueva vez, el apóstol Pablo se refirió a los creyentes de Galacia como “el Israel de Dios (Gál. 6:16). Y posiblemente la declaración más directa es esta: “Si vosotros sois de Cristo, entonces sois descendientes de Abrahán, y herederos según la promesa” (Gál. 3:29). Y precisamente en dirección a la “herencia” prometida es que se dirigen los 144,000 siervos de Dios. La siguiente cita arroja luz al respecto:

 

“Los judíos, o Israelitas fijaron su vista en tres grandes antepasados: Abrahán, Isaac y Jacob. La característica destacable de Abrahán fue su fe, el resistió por fe. Isaac a causa de su [extraño] nacimiento representa la experiencia del nuevo nacimiento. Jacob fue el único que resistió hasta el fin. Por eso es que el tiempo de angustia es llamado el tiempo de angustia de Jacob - porque Jacob perseveró hasta el fin y prevaleció. Todos los que como Abrahán, tienen una fe inamovible; todos los que como Isaac experimenten el nuevo nacimiento; todos los que como Jacob, soporten hasta el fin - estos pertenecen a Cristo y son entonces ´linaje de Abrahán, y herederos  según  la  promesa´ (Gál. 3:29)”.2

 

Referencias

 

1) Joseph Battistone, Apocalipsis I, La Iglesia de Dios

    En un Mundo Hostil, p. 87.

2) Jack Sequeira, Laodicea, El Urgente Mensaje de Cristo

a una Iglesia Tibia en los Últimos Días, p. 130.

 

El Propósito de Dios con Israel

 

Con el Israel nacional Dios tenía planes de evangelizar a todos los pueblos de su tiempo. Les prometió grandeza nacional y el privilegio perenne de Su presencia en su medio (Deut. 28:9,12-13). Pero Israel, por su incredulidad impidió que este plan divino se realizara a través de ellos  (Heb. 3:16-19).

                Cuando Cristo apareció como Mesías, en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, hizo claro que los privilegios que disfrutaban como nación “les serían quitados” y que el reino de Dios sería “dado a otra gente que produzca fruto de él” (Mat. 21:33-45). Es más, la razón de la elección de Israel por parte de Dios no descansó en mérito alguno de su parte, porque ellos no eran mejores que las demás naciones, sino que Dios estaba cumpliendo su palabra empeñada a sus antecesores. Fue una elección basada en la libre gracia de Dios (Rom. 9:11,13-17). Y la elección de Dios fue precisamente para poder llegar a los demás pueblos con la verdad del Evangelio. A través de ellos debía cumplirse la promesa hecha a Abrahán: “en ti serán benditas todas las naciones de la tierra”.

                Cuando se formó la iglesia cristiana, Dios estaba de hecho, dando continuidad a ese propósito eterno de “reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (Efe. 1:10, cf. 2:14).

                El Evangelio de la gracia basado en el puro e incondicional amor de Dios ha seguido su curso a través de los tiempos, y ahora “en los fines de este mundo” está preparando a un pueblo  para salir a su encuentro. El plan de Dios que no fue realizado a través del Israel nacional, ni por la iglesia fundada por Cristo en épocas pasadas, será llevado a cabo por medio del remanente final, el Israel de Dios restaurado, los 144,000.

                Este grupo de creyentes, como la última generación de cristianos, serán los “siervos de Dios” (Apoc. 7:3) que experimentarán grandemente en sus vidas la realidad del poder del Evangelio - “la ley del Espíritu de vida” (Rom. 8:2) - y reflejarán a Cristo perfectamente ante el mundo.

                Ellos serán sellados por Dios para pasar incólumes por la gran crisis final. “El sello de Dios” será para ellos la garantía de que el carácter de Cristo se ha reproducido totalmente y se ha fijado en ellos la verdad del Evangelio, “la verdad como es en Cristo”. De manera que “son inconmovibles”. No  sólo serán protegidos de los juicios de Dios sobre un mundo impenitente y rebelde, sino que les habrá sido dada plena victoria sobre el poder y dominio del pecado - “la ley del pecado y la muerte” (Rom. 7:22,23; 8:2)- porque resistieron hasta “derramar gotas de sangre combatiendo contra el pecado” (Heb. 12:4, cf. Apoc. 19:7,8; 14:1). Ellos reflejan plenamente durante el “tiempo de angustia cual nunca hubo” (Dan.12:1) la justicia impartida de Cristo de una manera única en la historia del gran conflicto entre el bien y el mal, entre el egoísmo, (amor propio) y el amor de Dios que “no busca lo suyo” (1 Cor. 13;5). En este sentido, vindican la Ley divina y el carácter de Dios ante todo el Universo expectante (Apoc. 12:11; Efe. 3:10-11).

 

La Cifra 144,000 Como Nombre

 

Se ha observado acertadamente que el número 144,000 “es un nombre antes que un número”.1 En realidad, 144,000 es otro nombre del remanente final, el cual es descrito bajo diferentes designaciones. Veamos:

 

                1)- Enoc (Gén. 5:22-24; Heb. 11:5). “En medio de un mundo condenado a la destrucción por su iniquidad, Enoc pasó su vida en tan íntima comunión con Dios, que no se le permitió caer bajo la muerte (así los 144,000). El piadoso carácter de este profeta representa el estado de santidad que deben alcanzar todos los que serán ´comprados de entre la tierra´ (Apoc. 14:3) en el tiempo de la segunda venida de Cristo. Así como Enoc fue trasladado al cielo antes de la destrucción del mundo por el diluvio, así también los justos vivos serán traspuestos de la tierra antes de la destrucción por fuego”.2 Esta cita es una alusión directa a los 144,000.

                2)- Elías (2 Rey. 2:1,11; Mal. 4:5,6). “Elías fue un símbolo de los santos que vivirán en la tierra en ocasión del segundo advenimiento de Cristo, y que serán ´transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojo, a la final trompeta´ (1 Cor. 15:51,52), sin pasar por la muerte”.3 No olvide que la misma Elena se refirió a los 144,000 como a “santos vivientes”. Y esto nos permite hacer la comparación.

                3)- Juan el Bautista (Mat. 3:1-4). “Al preparar el camino para la primera venida de Cristo, (Juan el Bautista) representaba a aquellos que han de preparar a un pueblo para la segunda venida de nuestro Señor”.4

                “Debemos esforzarnos por preparar el camino para el segundo advenimiento de Cristo, con el mismo fervor que caracterizó a Elías el profeta y a Juan el Bautista... Nuestro mensaje debe ser directo como fue el de Juan... Tenemos un mensaje definido para dar: ´prepárate para el encuentro de tu Dios´ ”.5

                Como se puede apreciar, los 144,000 tienen varios nombres: Enoc, Elías y Juan el Bautista modernos. Y al igual que sus antecesores proclaman su mensaje en una época de apostasía generalizada.

 

                Hay ciertos detalles en la vida de estos siervos de Dios que merecen ser considerados más detenidamente. Veamos.

 

La Vida de Enoc, Siervo de Dios

 

            Muchos cristianos sinceros han llegado a cuestionar la condición del tiempo que vivió este siervo de Dios. Su vida de perfecta comunión con Dios  le parece fruto de ciertas circunstancias peculiares de su tiempo. “El mundo de su tiempo era menos corrupto” sostienen algunos. Eso - se cree - proveyó una oportunidad especial para que él desarrollara un carácter aprobado por Dios. Los que sostienen esta posición pasan por alto la realidad de que la pecaminosidad de la naturaleza humana y del mundo siempre es la misma. Nuestra naturaleza humana caída no necesita de los artificios modernos de nuestra cultura para ser más enemiga de Dios. La inspiración nos dice: “El estado del mundo [de su tiempo] no era entonces más favorable para la perfección del carácter cristiano que lo que es ahora”.6

                “Enoc fue tentado como nosotros. Vivió en medio de una sociedad que no era más amiga de la justicia que la nuestra. La atmósfera que respiraba estaba contaminada de pecado y corrupción, como la nuestra; no obstante vivió una vida santa. Los pecados que prevalecían en la época en que vivió, no lo mancillaron. Del mismo modo nosotros podemos mantenernos puros e incorruptos. Enoc representa a los santos que han de vivir en medio de los peligros y las corrupciones de los últimos días. Fue trasladado al cielo gracias a su fiel obediencia a Dios. De esa misma manera serán trasladado los fieles que estén vivos y subsistan [en medio de la crisis final]”.7

                La siguiente cita es concluyente: “Nunca  ha habido ni habrá una era cuando la oscuridad moral sea tan densa como cuando Enoc vivió una vida de rectitud irreprochable”.8

                De los fieles del Señor de este último tiempo se dirá lo mismo que de Enoc, que antes de ser trasladados al cielo dieron testimonio de haber agradado a Dios (Heb. 11:5).

                No debemos cometer el error de hacer separación entre la experiencia espiritual que Enoc desarrolló en su caminar con Dios y la que nosotros debemos desarrollar. “Enoc fue un representante - se nos dice - de aquellos que estarán sobre la tierra cuando Cristo venga, que serán traslados al cielo si ver la muerte”.9

                Como ya observamos esta es una clara referencia a los 144,000 santos vivientes del tiempo del fin.

                La experiencia espiritual de Enoc es impresionante y llena de lecciones para nosotros que nos ha tocado vivir los fines de este mundo, y debe ser tomada en cuenta seriamente por el remanente en este tiempo. El hecho de que la Biblia no señale ningún pecado en particular cometido por Enoc, no debe llevarnos a nosotros a creer que este siervo de Dios no pecó en lo más mínimo. No se diría entonces que Cristo es el único que ha sido tentado en todo como nosotros, “pero sin pecado”, es decir, sin ceder al pecado (Heb. 4:15). Además, por implicación, según la declaración del apóstol Pablo en Rom. 3:9-12 Enoc cometió algún tipo de pecado. Sí!, amigo y amiga, “todos hemos pecado” y nacidos “destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23). Enoc fue justo en función de la justicia de Cristo que le fue imputada e impartida en su diario vivir. No fue de otra manera.

                Hemos estudiado algunas cosas que queremos exponer a continuación de forma resumida.

 

Voluntad Sumisa a Dios. La experiencia de Cristo de someter su voluntad a la del Padre aun en los momentos más apremiantes (Mat. 26:38,39; Rom.15:3), fue también una experiencia real en la vida de Enoc. “Su corazón estaba en armonía con la voluntad de Dios”.10 “No tenía un pensamiento y una voluntad propia. Todo estaba sumergido en la voluntad de su Padre... se mantuvo constantemente  eligiendo su camino y curso de acción en armonía con los Mandamientos de Dios...”.11

Se nos dice que “así como Enoc, el pueblo de Dios buscará la pureza del corazón y la conformidad con la voluntad de su Señor, hasta que refleje la imagen de Cristo”.12

 

Una Vida de Oración. En muchas ocasiones se le da poca importancia a la oración. Y muchos que se dejan arropar por la urgencia del tiempo se vuelven reformadores apresurados. De Enoc se nos dice: “Cuando se encontraba en perplejidad, sus oraciones ascendían para que Dios  lo guardase”.13 “Para él la oración era el aliento del alma, vivía en la misma atmósfera del cielo... En medio de una vida de activa labor, Enoc mantenía su comunión con Dios. Cuanto más intensas y urgentes eran su labores, tanto más constantes y fervorosas eran sus oraciones. Seguía apartándose, durante ciertos lapsos, del trato humano... se retiraba con el fin de estar solo, para satisfacer su sed y hambre de aquella divina sabiduría que sólo Dios puede dar. Manteniéndose así en íntima comunión con Dios, Enoc llegó a reflejar más y más la imagen divina”.14 “Afligido por la maldad creciente de los impíos y temiendo que la infidelidad de esos hombres pudiese aminorar su veneración hacia Dios, Enoc eludía el asociarse continuamente con ellos, y pasaba mucho tiempo en la soledad, dedicándose a la meditación y a la oración”.15

La lección permanece para nosotros: Debemos apartarnos de aquellos que no temen a Dios ni le honran. “A éstos evita” es el consejo de la Palabra (2 Tim. 3:5).

La siguiente cita revela cuál es el único vínculo de unión entre los fieles:  “Todos los que toman la Palabra de Dios como regla de vida son puestos en estrecha relación los unos con los otros. La Biblia es su vínculo de unión. Pero su compañerismo no será buscado ni deseado por aquellos que no se inclinan ante la sagrada Palabra como guía infalible. No puede haber armonía entre ellos; son irreconciliables”.16

 

La Vida Familiar fue Determinante. Para muchos de nosotros que luchamos por instruir a nuestros hijos en los caminos del Señor resulta dura tarea inducirlos a ser fieles. Confrontamos momentos de mucha desilusión, pero también tenemos momentos de gozo. El ambiente familiar desempeña un papel importante en el desarrollo del carácter. No puede un cristiano ser un verdadero reformador si su hogar camina mal. El trato diario con nuestros hijos y esposas deja mucho que decir.

De igual manera, los hijos que Dios nos ha dado, si bien son una gran responsabilidad también constituyen una bendición del cielo y ”herencia de Jehovah”. Dios ha determinado que estas pequeñas criaturas sean una ayuda valiosa en nuestras vidas para el verdadero desarrollo de nuestro carácter y relación con Dios. De Enoc nos dice el Espíritu de Profecía: “Después del nacimiento de su primer hijo, Enoc alcanzó una experiencia más elevada, fue atraído a más intima relación con Dios. Comprendió más cabalmente sus propias obligaciones y responsabilidades como hijo de Dios. Cuando conoció el amor de su hijo por él, y la sencilla confianza del niño en su protección; cuando sintió la profunda y anhelante ternura de su corazón hacia su primogénito, aprendió la preciosa lección del maravilloso amor de Dios hacia el hombre manifestado en la dádiva de su Hijo, y la confianza que los hijos de Dios podían tener en su Padre celestial... En el seno de la familia y en sus relaciones con los hombres, ora como esposo o padre, ora como amigo o ciudadano, fue firme y constante siervo de Dios”.17 Un verdadero reformador es también un buen padre y mucho más. Los 144,000 serán hombres, mujeres y niños que habrán vivido en la atmósfera misma del cielo en el seno familiar.

Después de esta maravillosa experiencia Enoc se volvió al estudio sin fin del amor ágape de Dios. “El infinito e inescrutable amor de Dios, manifestado mediante Cristo, se convirtió en el tema de su meditación de día y de noche; y con todo el fervor de su alma trató de manifestar este amor a la gente entre la cual vivía”.18 Hay aquí una gran lección para aquellos que creen que sobre el amor de Dios se ha hablado bastante.

 

Enoc Caminaba con Dios. Muchos no logran entender esta expresión. No llegan a comprender cómo pudo Enoc caminar con Dios durante tantos años. Pero se nos dice que el “andar de Enoc con Dios no fue un arrobamiento o en visión, sino en el cumplimiento de los deberes de su vida diaria. No se aisló de la gente convirtiéndose en ermitaño, pues tenía una obra que hacer para Dios en el mundo”.19

“¿Y cómo caminó Enoc con Dios? Educó su mente y su corazón para sentir siempre la presencia de Dios, y cuando se encontraba en perplejidad, sus oraciones ascendían para que Dios  lo guardase”.20

“El caso de Enoc está delante de nosotros. Caminó por cientos de años con Dios. Vivió en una época corrompida, cuando la contaminación moral abundaba en su alrededor; no obstante, orientó su mente hacia la devoción, el amor y la pureza”.21 Esto es caminar con Dios sobre la tierra.

El caminar de Enoc con Dios terminó en una experiencia única y refrescante, de igual manera, el caminar del mundo en la senda del enemigo de toda la verdad provoca grandes cambios. “La vida recta de Enoc estaba en marcado contraste con los impíos que le rodeaban. Su piedad, su pureza y su integridad invariable fueron el resultado de caminar con Dios, al paso que la impiedad del mundo fue el resultado de su caminar con el engañador de la humanidad”.22

El verdadero seguidor de Cristo “anda por fe y no por vista” (2 Cor. 5:7). Y esta experiencia deberá ser una realidad en el remanente final que enfrentará la mayor prueba que jamás halla venido sobre este mundo (Apoc. 3:10).

 

Denuncia de la Iniquidad Prevaleciente. “Enoc condenó intrépidamente el pecado. Mientras predicaba el amor de Dios en Cristo a la gente de aquel entonces y les rogaba que abandonaran sus malos caminos, reprobaba la prevaleciente iniquidad, y amonestaba a los hombres de su generación manifestándoles que vendría el juicio de Dios sobre los transgresores”.23 

¿Cuál debiera ser nuestra actitud en este tiempo siendo que abundan los más patéticos pecados en todas la esferas de la sociedad y aun dentro de la iglesia?

Nótese ahora como esta situación de los tiempos de Enoc también vuelve a repetirse: “En los últimos días los siervos de Dios han de dar al mundo un mensaje parecido, que será recibido con incredulidad y burla. El mundo antediluviano rechazó las palabras y amonestaciones del que anduvo con Dios. E igualmente la última generación no prestará atención a las advertencias de los mensajeros del Señor”.24

Pero Enoc no estaba completamente solo en aquel tiempo, pues “a pesar de la iniquidad que prevalecía, había un gran número de hombres santos, ennoblecidos y elevados por la comunión con Dios, que vivían en compañerismo con el cielo. Eran hombres de poderoso intelecto, que habían realizado obras admirables. Tenían una santa y gran misión; a saber, desarrollar un carácter justo y enseñar una gran lección de piedad, no solo a los hombres de su tiempo, sino a las generaciones futuras. Sólo algunos de los más destacados se mencionan en las Escrituras; pero a través de todos los tiempos, Dios tuvo testigos fieles y adoradores sinceros”.25

 

                Enoc es en el sentido más pleno de la palabra un símbolo fiel de los santos del tiempo del fin, de aquellos que estarán de pie esperando a su Señor para salvación: los 144,000. Su vida y carácter tienen muchas cosas aun que merecen ser analizadas con profundo detenimiento. Las que hemos considerado brevemente aquí sirven sólo de motivación para que descubramos que la vida de un verdadero reformador y siervo de Dios implica muchas cosas. El no sólo será fiel, en la reforma pro-salud o en denunciar los pecados de la iglesia y sus dirigentes; debe también ser fiel en los demás deberes de la vida cristiana: en su hogar, en el trato con los demás, en la mayordomía. Será cortés y respetuoso. Decir la verdad no implica ser rudo y descortés. Miren como dice el Camino a Cristo en la pág. 60.

 

“En el corazón regenerado por la gracia divina, el amor es el móvil de las acciones. Modifica el carácter, gobierna los impulsos, restringe las pasiones, subyuga la enemistad y ennoblece los afectos. Este amor atesorado en el alma endulza la vida y derrama una influencia purificadora sobre todos los que están en derredor”.

 

La Vida de Elías, Siervo de Dios

 

            En la vida del profeta Elías también existen ciertos detalles que debemos analizar ahora.

 

Una Vida Dedicada a la Obra de Reforma. La vida de Elías fue una vida ejemplar y su luz como siervo de Dios brilló en medio de la más densa oscuridad de la apostasía nacional del pueblo hebreo. Cuando todos parecían olvidarse de Dios y la iglesia estaba por caer, Elías miró más allá de donde suele mirar el hombre, y levantándose lleno de valor y fe hizo frente a la oposición. En él se cumplió la verdad de 1 Corintios 1:25, y “sin ocupar un puesto elevado en la vida, Elías el tisbita inició sin embargo su misión confiando en el propósito que Dios tenía de preparar el camino delante de Él y darle abundante éxito. La palabra de fe y de poder estaba en sus labios, y consagraba su vida a la obra de reforma...

“Mientras Elías veía a Israel hundirse cada vez más en la idolatría, su alma se angustiaba y se despertó su indignación”.26

Así pasará con los santos del tiempo del fin. Deberán sonar la trompeta de advertencia en medio de la apostasía y la confusión reinante y el olvido de Dios. Ante la patética indiferencia del mundo y de una iglesia privilegiada tendrán que ver con verdadera fe y percepción espiritual más allá de las vicisitudes presentes  para no perder la confianza en el triunfo final y completo de esta obra. Para ellos este es un tiempo de terrible prueba porque todas las cosas parecen resquebrajarse y no tener solución. La iglesia parece que cae, y aunque se nos ha dicho que “no caerá” es “una prueba terrible” por la que pasan los fieles del Señor creyendo lo que no parece evidente hasta que se cumple (Heb. 11:1). Toda su vida será una lucha constante por lograr una reforma genuina en el seno de la iglesia y no fuera de ella.

Se nos dice con bastante claridad que Dios “aborrece la indiferencia y la deslealtad en tiempo de crisis para su obra”.27 El pueblo de Dios, su iglesia, debe despertar y levantarse para vencer en el conflicto antes de que sea demasiado tarde.

 

Elías Hizo Frente a Doctrinas Destructoras. Los adoradores de Baal que vivían en medio del pueblo hebreo “aseveraban que los tesoros del cielo, el rocío y la lluvia, no provenían de Jehovah, sino de las fuerzas que regían la naturaleza, y que la tierra era enriquecida y hecha abundantemente fructífera mediante la energía creadora del sol”. Por esta razón “la maldición de Dios iba a descansar gravosamente sobre la tierra contaminada” por la idolatría y la falsa concepción de Dios.28

Se nos dice también que por “la influencia de Jezabel y sus sacerdotes impíos, se enseñaba al pueblo que los ídolos que se habían levantado eran divinidades que gobernaban por su poder místico los elementos de la tierra, el fuego y el agua. Todas la bendiciones del cielo: los arroyos y corrientes de aguas vivas, el suave rocío, las lluvias que refrescaban la tierra y hacían fructificar abundantemente los campos, se atribuían al favor de Baal y Astarté, en vez del Dador de todo don perfecto. El pueblo olvidaba que las colinas y los valles, los ríos y los manantiales, estaban en las manos del Dios vivo; y que éste regía el sol, las nubes del cielo y todos los poderes de la naturaleza”.29 Tres años y medio sin llover demostraría quién era el que realmente dominaba los elementos de la naturaleza, Jehovah Dios o Baal.

En este tiempo de apostasía generalizada que nos ha tocado vivir, el remanente de Dios, los 144,000 tendrán que hacer frente al resurgido fenómeno del ocultismo y la Nueva Era con todas sus extravagantes doctrinas sobre Dios, la naturaleza y la supuesta influencia de los astros sobre nuestro diario vivir (Apoc. 14:6,7). La Tierra será alumbrada con la gloria y el conocimiento del amor ágape de Jehovah como las aguas cubren el mar (Isa. 11:9; Hag. 2:14; Apoc. 18:1).

 

Elías Aparece Antes del Regreso de Cristo. La profecía bíblica nos dice que “antes de que venga el día grande y terrible de Jehovah” (Mal. 4:5) Elías hará su aparición. Con su llegada hará una obra completa de reforma y reavivamiento en el pueblo para que este se vuelva a Dios (vers. 6). Esta obra de reforma abarcará hasta el seno familiar. Y precisamente de hogares estables que reflejan el amor ágape de Dios y que son un pedazo de cielo aquí en la tierra es que saldrán los 144,000 santos vivientes del tiempo del fin. Es imposible ser un reformador eficaz mientras nuestro hogar está hecho pedazos por las disputas familiares y la incomprensión entre los esposos.

De la manera que Elías y Juan el Bautista (el Elías de su tiempo) prepararon el camino ante el Señor, los 144,000, como el Elías moderno prepararán el camino para el segundo regreso de Cristo a esta tierra.

 

Elías Hizo Frente a una Apostasía y Rebelión Extrañas. Mientras el pueblo padecía bajo los juicios de Dios, este era incapaz de descubrir en ellos una oportunidad divina para volverlos de sus malos caminos. “Parecían incapaces de discernir en su sufrimiento y angustia un llamamiento al arrepentimiento, una intervención divina para evitar que diesen el paso fatal que los pusiera fuera del alcance del perdón celestial”.30 Sí, había sufrimiento, pero era por amor. ¿Difícil de creer? Sí, pero era verdad. Dios “reprende y castiga” a todos los que ama (Apoc. 3:19).

¿Podemos estar padeciendo nosotros todos los problemas y confrontaciones teológicas actuales por misericordia divina?. ¿Son todas estas y otras señales un llamado al arrepentimiento corporativo para que no demos el “paso fatal” que nos ponga “fuera del alcance del perdón celestial”? (ver Apoc. 3:19,20).

Recuerde hermano, no todo lo que está pasando constituyen malas noticias, mientras el pueblo perece y muere espiritualmente, Elías está llamando al arrepentimiento. ¿Puedes escucharlo?

Se nos dice que la apostasía por la que Israel estaba pasando “era el resultado de muchos años de mal proceder. Poco a poco, años tras años, Israel se había estado apartando del buen camino. Una generación tras otra había rehusado enderezar sus pasos, y al fin la mayoría del pueblo se había entregado a la dirección de las potestades de las tinieblas...

“La apostasía de Israel era un mal más espantoso que todos los multiplicados horrores del hombre. Dios estaba procurando librar al pueblo del engaño que sufría e inducirlo a comprender su responsabilidad ante Aquel a quien debía la vida y todas las cosas. [Dios] estaba procurando ayudarle a recobrar la fe que había perdido, y necesitaba imponerle una gran aflicción”.31 Elías, siervo de Dios estaba entre ellos diciéndole cual era la razón de sus sufrimientos!

Algo similar pasará en estos tiempos: “...en la terminación del gran  día de expiación... la iglesia militante será puesta en grave prueba y angustia... [y] sus miembros serán completamente conscientes del carácter pecaminoso de sus vidas, verán su debilidad e indignidad...”.32

De una experiencia como esta saldrá un pueblo reconciliado y purificado de todos sus pecados delante de Jehovah (Lev. 16:30).

Elías Tuvo un Momento de Debilidad y Pérdida de Fe. Aquí hay también una lección importante para nosotros. Después de haber hecho frente intrépidamente al pecado de Acab y Jezabel y haber obtenido una victoria aplastante sobre los profetas de Baal, la fe de Elías flaqueó momentáneamente y salió huyendo ante la amenaza de Jezabel. En los albores mismos de la eternidad por poco se deslizan sus pies y pierde toda esperanza. Pero Dios que es todo amor y misericordia conoce todas las circunstancias por las que pasan sus siervos en medio de la lucha y la misión que Él les encomienda. Y tomando una vez más la iniciativa vino en busca del necesitado y fatigado Elías. “¿Qué haces aquí?” fueron sus palabras llenas de amor y simpatía (1 Rey. 19:9, cf. Gén. 3:8-11). En medio de la tormentosa lucha de su alma Dios vio bien aparecérsele a Elías en medio de un “silbo apacible y delicado” (vers. 12,13).

Era el “celo” por el honor de Dios (vers. 15) mancillado por un pueblo rebelde e incrédulo lo que le impulsó a correr del campo de batalla. Elías pensó que la manifestación milagrosa del poder de Dios iba a barrer la maraña de la idolatría que invadía a Israel, pero al ver que no pasó así de una vez y por todas, se deprimió bastante. Sin embargo quedaban cosas por hacer y recibió la orden de volver al campo de batalla (vers. 15).

De este incidente nos dice el Espíritu de Profecía: “A todos nos tocan momentos de intensa desilusión y desaliento, días en que nos embarga la tristeza y es difícil creer que Dios sigue siendo el bondadoso benefactor de sus hijos terrenales; días en que las dificultades acosan al alma, en que la muerte parece preferible a la vida... Si en tales momentos pudiésemos discernir con percepción espiritual el significado de las providencias de Dios, veríamos ángeles que procuran salvarnos de nosotros mismos y luchan para asentar nuestros pies en un fundamento más firme que las colinas eternas; y nuestro ser se compenetraría de una nueva fe y una nueva vida”.33

Si eres un siervo de Dios, debes entender lo siguiente: “Sólo la justicia de Cristo puede darte poder para resistir la marea de mal que arrasa el mundo. Introduce fe en tu experiencia. La fe alivia toda carga y todo cansancio”.34

Mientras Cristo intercede por nosotros en el santuario celestial Satanás nos acusa con mucha fiereza y señala todos nuestros errores y pecados. En base a estos yerros nos reclama como siervos suyos. Pero no necesitamos desesperar ante esta terrible verdad, pues “aunque los seguidores de Cristo han pecado, no se han entregado al dominio de los agentes satánicos. Se han arrepentido de sus pecados, han buscado al Señor con humildad y contrición, y el Abogado divino intercede en su favor”.35

Los 144,000 tendrán momentos de intensa lucha y gran desilusión en medio de la crisis final y la angustia de Jacob, pero de aquella hora sombría serán liberados y saldrán victoriosos. Cómo Elías serán fortalecidos por el señor para terminar su obra y al fin ser traslados al cielo sin ver la muerte.

 

El Triunfo del Mensaje y el Mensajero. Una de las características de este profeta de Dios fue su mensaje. Su predicación contenía tal poder que al salir de sus labios no volvía a Dios vacía. Logró los resultados deseados. El apóstol Santiago nos dice que Elías era un “hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras”, pero oró a Dios con fe y no llovió en tres años y medio (Sant. 5:17). La naturaleza humana de este siervo de Dios no era más amiga de Dios que la nuestra, sin embargo venció todas sus pasiones y sometió toda su voluntad a Dios. Aprendió lecciones de obediencia y renunciamiento propio que le condujeron al triunfo definitivo. Como siervo de Dios peleó la buena batalla de la fe y salió vencedor.

Pero no solo Elías como persona representa a los fieles del tiempo del fin (Mal. 4:5,6), su mensaje también es representativo del último mensaje de misericordia que Dios dará a este mundo en rebelión. El Espíritu de Profecía nos dice:

 

“Hoy también es necesario que se eleve una reprensión severa; porque graves pecados han separado al pueblo de su Dios. la incredulidad se está poniendo de moda aceleradamente... Los suaves sermones que se predican con tanta frecuencia no hacen impresión verdadera; la trompeta no deja oír un sonido certero. Los corazones de los hombres no son conmovidos por las claras y agudas verdades de la Palabra de Dios...

“Los ministros que procuran agradar a los hombres, y claman: Paz, paz, cuando Dios no ha hablado de paz, debieran humillar su corazón delante del Señor, y pedirle perdón por su falta de sinceridad y de valor moral. No es el amor a su prójimo lo que les induce a suavizar los mensajes que se les han confiado, sino el hecho de que procuran complacerse a sí mismos y aman la comodidad”.36

 

                La vida de Elías es una fuente de inspiración para todo hijo de Dios que desea descubrir cual es el lugar que le corresponde desempeñar en medio de su obra en este tiempo. Es además un reflejo de lo que es capaz de hacer la gracia divina en la vida de todo aquel que confía en Dios y hace de Él su refugio. Tener una doble porción del “espíritu” de Elías fue lo que deseó poseer Eliseo y le fue concedido. Este no fue un pedido ciego, sino lleno de sabiduría y ternura, un pedido lleno de significado, pues sólo con el poder del Espíritu Santo que se manifestó en la vida y ministerio de Elías, siervo de Dios, es que podrán lo santos del tiempo del fin vencer como él. Sí, necesitamos urgentemente el poder, el valor y el “espíritu” del profeta Elías, pues de otra manera nunca haremos la obra que Dios quiere que hagamos en este mundo.

                La obra de Elías es una lección y un modelo que Dios ha puesto delante de nosotros y constituye aun un mundo inexprorable para todo investigador sincero de la Palabra. Busquemos en esa experiencia luz y sabiduría para llevar a feliz término la obra y misión que Dios ha puesto sobre nuestros hombros.

 

La Vida de Juan el Bautista, Siervo de Dios

 

            Debemos considerar ahora algunos aspectos sobresalientes en la vida de este siervo de Dios que fue honrado grandemente por Cristo al decir: “entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista...” (Luc. 7:28). Con todo, “el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él”.

 

Juan se Preparó Para su Misión. Como mensajero designado por el cielo Juan no podía aparecer ante el pueblo como reformador sin una preparación previa. Su constitución física, mental y espiritual debían ser completamente buenas, pues la misión que le fue encomendada era la “mayor que hubiera sido confiada alguna vez a los hombres”.

Aunque en sus días “la  codicia de las riquezas, el amor al lujo y a la ostentación, se habían difundido extensamente” estas cosas no le contaminaron, se mantuvo “sin mancha” delante de Dios. No dejó que “los placeres sensuales, [los] banquetes y las borracheras” le ataran a este mundo. Juan logró el dominio completo sobre sus “apetitos y pasiones”.37

Esta lección también es para el remanente de Dios en este tiempo, pues se nos dice:

 

“Todos los que quieran alcanzar la santidad en el temor de Dios deben aprender las lecciones de temperancia y dominio propio. Las pasiones y los apetitos deben ser mantenidos sujetos a las facultades superiores de la mente... Por esta razón, la temperancia ocupa un lugar en la obra de Dios de prepararnos para la segunda venida de Cristo”.38

 

Juan fue preparado por Dios en la “severa disciplina del desierto”. En ese lugar, este siervo de Dios encontraba un refugio para escapar “de la sociedad en la que las sospechas, la incredulidad y la impureza la compenetraba casi todo. Desconfiaba de su propia fuerza para resistir la tentación, y huía del constante contacto con el pecado, a fin de no perder el sentido de su excesiva pecaminosidad... Miraba al Rey en su hermosura, y se olvidaba de sí mismo. Contemplaba la majestad de la santidad, y se sentía deficiente e indigno. [Juan] sentía el peso de su misión. En la soledad, por la meditación y la oración, trataba de fortalecer su alma para la carrera que le esperaba” .39

Es increíble, pero algo que se toma en cuenta tan poco y que en algunas ocasiones se estima como innecesario hablar de ello, es precisamente lo que jugó un papel importante en la vida de estos grandes hombres: la oración. Como se puede apreciar, en la vida de Juan la oración fue parte de su vida espiritual, fue el medio a través del cual podía conectarse con Dios y recibir de Él fuerza y consolación. Lo mismo se puede notar en la vida de Enoc y Elías.

Finalmente Juan estaba listo para su misión, “sin temor de lo humano porque había mirado lo divino. Podía estar de pie sin temor en presencia de los monarcas terrenales, porque había estado postrado ante el Rey de reyes”.40

De la misma manera, los 144,000 harán una obra especial de preparación antes del regreso de Cristo. Presentarán al enemigo un frente unido que no será vencido. De hecho, el Apocalipsis nos dice que gracias a que la iglesia finalmente se ha “preparado” las bodas del Cordero y su esposa “han llegado” (Apoc. 19:7-9).

 

Juan Comprendía el Engaño Fatal en el que Había Caído su Pueblo. De la misma manera que el profeta Elías, Juan veía la terrible ceguera espiritual en la que había caído el pueblo elegido. Esto los mantenía sumido en la más patética indiferencia hacia las cosas de Dios. “Veía que los de su pueblo estaban engañados, satisfechos y dormidos en sus pecados. Anhelaba incitarlos a vivir más santamente. El mensaje que Dios le había dado para que lo proclamase estaba destinado a despertarlos de su letargo y hacerlos temblar por su gran maldad”.41

Esta es un descripción casi idéntica al pronóstico que hace el Testigo fiel y verdadero de la iglesia de Laodicea; la iglesia tibia e indiferente del tiempo del fin. Una iglesia que muy a pesar del pesimismo de muchos será movida al arrepentimiento por el consejo y castigo del Testigo fiel (ver págs. 51-55).

 

Un Mensaje “claro, directo y convincente”. No puede el siervo de Dios ser un fiel reformador con un mensaje inferior a este. No debe ocultarse la verdad para ganar el favor de los hombres. Tampoco puede nuestra mente convertirse en un reflejo del imperio de la crítica despiadada contra la iglesia y los dirigentes bajo el supuesto de estar denunciando el pecado y llamándolo por su nombre. En este último engaño diabólico están atrapadas muchas almas sinceras de nuestra iglesia. Para denunciar el pecado del pueblo de Dios en este tiempo se requiere mucho más que el conocimiento de un montón de citas del don profético, se requiere un fina sensibilidad espiritual y apego a la justicia de Cristo. Además, para reprender el pecado efectivamente se requiere el conocimiento y vivencia de dos cualidades: 1) Saber que las circunstancias que moldean la vida de una persona no son siempre las mismas que en el caso de otras. Esto implica que aun nosotros debemos considerarnos en el espejo de la Ley de Dios antes de amonestar a otros no sea que seamos partícipes consciente o inconscientemente de los mismos pecados (o peores) que los de la otra persona. Y 2) Debemos saber que los pecados de las demás personas o miembros de la iglesia no son los nuestros también y tal vez con mayor magnitud que los de ellos, por el hecho de que la gracia de Dios nos ha preservado, y no por el patético y egocéntrico hecho de que “yo no hago eso”. Si no tomamos en cuenta estas dos casi desconocidas verdades estamos adoptando la actitud de “yo soy más santo que tú” (Isa. 65:5).

El Espíritu de Profecía nos dice sobre la predicación de Juan:

 

“Con el espíritu y el poder de Elías, denunciaba la corrupción nacional y reprendía los pecados prevalecientes. Sus palabras eran claras, directas y convincentes... Juan proclamaba la venida del Mesías, e invitaba al pueblo a arrepentirse”.42

 

Juan el Bautista, un Hombre como Nosotros, pero... Muchas personas se preguntan (y de esto ya hablamos algo en el caso de Enoc) cómo es posible que estos siervos de Dios (Enoc, Elías y Juan) pudieron alcanzar un ideal tan elevado en su vida. Pero no se detienen a considerar la realidad de que ellos no fueron favorecidos por la gracia de Dios más que nosotros por capricho divino. Si ellos avanzaron más alto en lo espiritual no se debe a ninguna arbitrariedad en la administración de la gracia divina. Pero si se debe a que ellos a diferencia de nosotros estuvieron dispuestos a pagar un precio muy alto: La humillación y la muerte al yo. Este es un precio que nosotros no hemos sido capaces de pagar. Por lo tanto es una cuenta aun pendiente. Ellos aprendieron lecciones de obediencia y renunciamiento propio. De Juan, al igual que de Elías (cf. Sant. 5:17) nos dice la Inspiración:

 

“Juan tenía por naturaleza los defectos y las debilidades comunes a la humanidad, pero el toque del amor divino le había transformado. Moraba en una atmósfera que no estaba contaminada por el egoísmo y la ambición, y lejos de los mismas de los celos... [Y] mirando con fe al Redentor, Juan se elevó a la altura de la abnegación”.43

 

Esta es una lección que ejemplificarán los 144,000 siervos de Dios en el tiempo de fin. Por esta razón cesarán las disputas por el poder y las posiciones más elevadas en la obra de Dios. La crisis final y la obra de purificación del Espíritu de Dios barrerá toda esta basura. “Bienaventurados los que estén dispuestos a ver humillado el yo, diciendo como Juan el Bautista: ‘A Él conviene crecer, más a mí menguar’ ”.44

 

“Los que son fieles a su vocación como mensajeros de Dios no buscarán honra para sí mismos. El amor al yo desaparecerá en el amor por Cristo. Ninguna rivalidad mancillará la causa del Evangelio. Reconocerán que les toca proclamar como Juan el Bautista: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’ (Juan 1:29). Elevarán a Jesús, y con Él la humanidad será elevada”.45

 

                La vida de Juan, como la de Elías y Enoc, está llena de lecciones que aun debemos considerar. ¿Qué decir de su muerte sumisa por “la causa que amaba”?. Qué decir de esta declaración: ”Ni Enoc, que fue traspuesto al cielo, ni Elías que ascendió en un carro de fuego, fueron mayores o más honrados que Juan el Bautista, que padeció solo en la mazmorra”. Qué decir de esta otra relacionada a su muerte: “Y de todos los dones que el cielo puede conceder a los hombres, la comunión con Cristo en sus sufrimientos es el más grave cometido y el más alto honor”.46 Cuan pequeños somos aun en lo espiritual!. Cuanto necesitamos aprender! Oh, Dios, ten misericordia de nosotros, y danos el honor de triunfar junto con la verdad.

 

                Todas estas lecciones que hemos señalado de estos grandes siervos de Dios, que constituyen tipos de los 144,000 las hemos señalado con el objetivo de mover a los miembros de la iglesia a una búsqueda más continua y profunda de las cosas de Dios. Es mucho lo que nos falta por vencer en nuestro diario vivir. Es mucho lo que a nivel de organización debe superarse, pero Dios está empeñado en que las cosas cambien y nuevamente ha enviado al “profeta Elías antes de que venga el día grande y terrible de Jehovah”. El ya está entre nosotros. Y no solo él, también Enoc y Juan el Bautista están presentes y en este tiempo de confusión generalizada han asumido un nuevo nombre: 144,000 (Apoc. 7:4, cf. vers. 3)

 

                El contenido de la siguiente cita es oportuno antes de cerrar esta sección: “En esta época, precisamente antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo, debe hacerse una obra como la de Juan. Dios necesita a hombres que preparen a un pueblo que se mantenga firme en el gran día del Señor... A fin de dar un mensaje como el que dio Juan, necesitamos tener una experiencia espiritual como la suya. La misma obra debe efectuarse en nosotros. Debemos contemplar a Dios y, al contemplarlo, perderemos de vista al yo”. 47

 

Referencias

 

1) Norman Gulley, Cristo Nuestro Refugio en los Acontecimientos Finales, p. 101.

2) Elena White, Patriarcas y Profetas, p. 77.

3) -----------, Profetas y Reyes, p. 169.

4) -----------, Deseado de Todas las Gentes,

p. 76.

5) -----------, Comentario Bíblico Adventista,

 7-A, p. 194.

6) ----------, Eventos de los Ultimos Días,

p. 72,

7) ----------, Maranatha, p. 63.

8) ----------, Manuscrito, 43, 1900.

9)----------, Eventos de los Ultimos Días, p. 72.

10) --------, Patriarcas y Profetas, p. 72

11) --------, Eventos de los Ultimos Días,

p.p. 73, 72

12) --------, Patriarcas y Profetas, p. 77

13) --------, Ibid, p. 72.

14) --------, Patriarcas y Profetas, p.p. 73,74.

15) --------, Ibid., p.p. 72,73.

16) --------, Joyas de los Testimonios,

tomo II, p. 130, Las cursivas son nuestras.

17) --------, Patriarcas y Porfetas, p. 72.

18) --------, Ibid.

19) --------, Ibid.

20) --------, Eventos de los Ultimos Días,

pág. 72.

21) --------, Maranatha, p. 63.

22) --------, Manuscrito, 43, 1900.

23) -------, Patriarcas y Profetas, p. 74.

24) --------, Ibid.

25) -------, Ibid., p. 71.

26) -------, Profetas y Reyes, p. 87.

27) -------, Ibid., p.  108.

28) -------, Ibid., p. 88.

29) -------, Ibid., p. 85.

30) -------, Ibid., p. 92.

31) -------, Ibid., p.p. 97, 92.

32) -------, Joyas de los Testimonios, tomo II, p.p. 175,176.

33) -------, Profetas y Reyes, p. 119.

34) -------, Ibid., p.p. 129,130.

35) -------, Ibid., p.p. 432,433.

36) -------, Ibid., p.p. 103,104.

37) -------, El Deseado de Todas las

Gentes,  p. 75.

38) -------, Ibid., p. 76.

39) -------, Ibid., p.p. 76,78,77.

40) -------, Ibid., p. 78.

41) -------, Ibid., p. 79.

42) -------, Ibid., p. 80.

43) -------, Ibid., p. 151.

44) -------, Ibid., P. 152.

45) -------, Ibid., p.p. 151,152.

46) -------, Ibid., p. 197.

47) -------, Eventos de los Últimos Días,

p. 64.

 

 

Los 144,00 y el Mensaje a la Iglesia de Laodicea

 

Existe una armoniosa relación entre el mensaje a la iglesia de Laodicea y la experiencia espiritual de los 144,000.

                Este período eclesiástico representa la condición del pueblo de Dios, especialmente del remanente final, precisamente antes de la segunda venida de Cristo. El privilegio del remanente según las propias palabras de Cristo es: “al que venza, le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apoc. 3:21). La promesa otorgada a esta iglesia no es más que una promesa de victoria para “los siervos de Dios” (Apoc. 7:3) que vivirán en el tiempo de la gran crisis final.

                Hay quienes ven con preocupación e incertidumbre el futuro de esta iglesia “tibia”. Ven en la expresión “te vomitaré de mi boca” (Apoc. 3:16) una sentencia definitiva de parte de Cristo. Esto los ha motivado a perder la confianza en la iglesia organizada y unirse a movimientos separatistas, al tiempo que animan a otros a hacer lo mismo. Sin embargo, esta expresión no se refiere a la suerte inevitable de Laodicea, más bien es una advertencia destinada a despertar a los santos indiferentes del tiempo del fin. La palabra original  de donde se traduce “estoy por vomitarte de mi boca” (RVA, NRV 2000) es mello. “Queda claro en Apoc. 10: 4 cuando leemos que Juan ‘iba a escribir’ lo que habían hablado los siete truenos, pero finalmente no lo hizo, por instrucción de una voz del cielo”.1

                En este sentido, Cristo sintiendo “nauseas” por la patética indiferencia  de Laodicea “iba” a vomitarla de su boca, pero algo ocupó el lugar de este hecho: un arrepentimiento genuino.

                No debe pasarse por alto que mientras los vers. 16-18, contienen el consejo del Testigo Fiel a su iglesia del tiempo final, los vers. 15 y 19, contienen la advertencia divina, para que una iglesia tan afortunada como Laodicea valore el privilegio que implica el poseer la luz de la “verdad presente”. Ya los vers. 20,22 constituyen el llamado de Cristo al arrepentimiento de Laodicea.

                Como vimos, la expresión “te vomitaré de mi boca” (mejor, “estoy por vomitarte de mi boca”) no significa que Laodicea será rechazada irremisiblemente, sino más bien una advertencia para moverle al genuino arrepentimiento. Laodicea aprenderá la lección que el cielo quiere darle y valorará los privilegios que ha recibido al madurar siendo perfeccionada en el amor ágape de Dios. Un amor que “todo lo sufre (hasta el rechazo), todo lo cree, todo lo espera (aun el arrepentimiento de Laodicea), todo lo soporta (aun la actitud de Apoc. 3:17)” - (1 Cor. 13:7). Y es que este amor “no es rudo, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor” (vers. 5). Y un amor tal ganará finalmente el corazón de Laodicea (1 Juan 4:17,18). El precio a pagar es grande, porque implica humillación total, pero una vez que Laodicea abra “la puerta” de su corazón a la influencia del Espíritu Santo y sea movida por el “poder” del Evangelio Eterno y la cruz de Cristo (Rom. 1:16, 1 Cor.1:18) nada detendrá ya el arrepentimiento corporativo del pueblo de Dios. Esto se conoce como “expiación final” o reconciliación final. Y cuando esta maravillosa experiencia tome lugar llegará también a su fin toda rebelión  de parte del pueblo de Dios. Esto está profetizado por el profeta Zacarías (12:10-13:1, cf. Dan 8:14; Isa. 32:15). La “justicia perdurable” finalmente será establecida en toda la tierra (Isa. 33:16-18).

                Para los que dudan aun de que todo esto sea posible, les sería bueno recordar que el período eclesiástico que representa a Laodicea es paralelo al Gran Día de Expiación antitípico que se está llevando a cabo en el Santuario celestial por parte de nuestro gran Sumo Sacerdote: Jesucristo (Apoc. 14:6, cf. Heb. 10:30; 1 Ped. 4:17; Dan. 8:14).

                Esto implica que la purificación del Santuario celestial (“las mismas cosas celestiales” Heb. 9:23 RVA) desemboca en la remoción total del registro de pecados del pueblo de Dios de los “libros de memoria” y esta obra a su vez es paralela a una obra de purificación y liberación del poder y dominio del pecado sin precedentes en las filas del pueblo remanente (véase Lev. 16:30, cf. cap. 23:28 y Mal. 3:3,18).

                Elena White, en perfecto acuerdo con esto, dice que mientras se realiza la purificación de “Las cosas celestiales” debe “llevarse a cabo una obra [paralela] de purificación, de liberación del pecado, entre el pueblo de Dios en la tierra”.2

                De igual manera, en la Review and Herald del 11 de Febrero de 1890 se nos dice:

 

“Cristo está purificando el Templo del cielo de los pecados del pueblo, y debemos obrar en armonía con El en la tierra, purificando el templo del alma de su contaminación moral”.

 

                Esta es la misma verdad que encontramos en 1 Pedro 3:11,14: “Ya que todas estas cosas han de ser desechas, que clase de personas debéis ser vosotros en conducta santa y piadosa!... Por tanto, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con empeño ser hallados en paz por El, sin mancha e irreprensibles”. 

                Pero la purificación del Santuario implica mucho más que la remoción de nuestros pecados de “los libros de memoria” y la purificación de nuestra propia vida aquí en la tierra por la obra del Espíritu Santo, significa también un día de “juicio”.

                En el antiguo servicio del Santuario israelita, cuando se estaba llevando a cabo el “día de las expiaciones” el pueblo debía permanecer en actitud de humillación y examen profundo del corazón (Lev. 16:31). La persona que no se afligía ante el Señor era “excluida de su pueblo” (Lev. 23:29 RVA), era privada de los privilegios de pertenecer al pueblo del pacto.

                De igual manera, el urgente llamado de Cristo a la iglesia de Laodicea al arrepentimiento y a aceptar el consejo del “Testigo fiel y verdadero” (Apoc. 3:18) debe moverla a dar una respuesta positiva a Dios. De otra manera, puede ser disciplinada por el amor divino (vers. 19).

                Esta es la razón por la que el nombre Laodicea significa: “juicio del pueblo”, “vindicación del pueblo”, o “pueblo justo”. El significado primario refleja la realidad del tiempo escatológico bajo el cual le ha tocado vivir a los santos que componen este período eclesiástico, mientras que el significado último puede entenderse en el contexto del resultado de la obra de “vindicación” y “juicio” divino a “favor de los santos del Altísimo” (Dan. 7:22 VRV 2000).

                En realidad, “Laodicea” no es un mal nombre, el problema está en la condición en la que ha caído por causa de su mal entendimiento del Evangelio Eterno. Pero cuando el pueblo sea “vindicado” al aceptar el don del arrepentimiento (Hech. 5:31), Dios será glorificado en ellos. Y el “fuerte pregón” no se hará esperar más y la tan anhelada “lluvia tardía” habrá por fin llegado. La tierra será “alumbrada” por  la “gloria” de Dios (Apoc. 18:1). Los que respondan satisfactoriamente al llamado, más los que crean por el testimonio de ellos constituirán el grupo de los “144,000 santos vivientes” que verán venir a Cristo en las nubes de los cielos.

                Más arriba mencionamos que la promesa de Cristo a Laodicea: “al que venciere como yo he vencido” es una promesa de victoria total y completa sobre el poder y dominio del pecado.

                Ahora debemos detenernos a considerar ¿qué cosas venció Jesús y cómo las venció? Solo así tendremos una idea clara de la manera en la que los “siervos de Dios” (Apoc. 7:3) vencerán en el tiempo de la última gran crisis a todo lo que se les opone. Veamos lo que dicen las Escrituras y el Espíritu de Profecía sobre la victoria de Cristo.

 

Referencias

 

1) Robert Wieland, Sé Pues Celoso y Arrepiente,

 Pueblo Mío, p. 8

2) Elena White, Maranatha, p. 249.

 

 

Venciendo Como Cristo Venció

 

Cristo Venció el Mundo

“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido

al mundo” (Juan 16:33)

 

Estas palabras pronunció Cristo a sus discípulos cuando la sombra de la cruz se cernía  sobre El.  Una de las definiciones que el mismo Juan da de la palabra “mundo” es esta: “los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida”. Y todas estas cosas - dice él - “no provienen del Padre sino del mundo” (1 Juan 2:16). Sobre esto triunfó Cristo y nada le impidió que mantuviera su mirada fija en su Padre. Las cosas terrenas no pudieron vencerle.

                Nótese como dice el Espíritu de Profecía: “Aunque El (Cristo) tenía toda la fuerza de la pasión humana, nunca cedió a la tentación para cometer un solo acto que no fuera elevado y noble”.1

                De igual manera los santos de Dios vencerán “el presente mundo de maldad” (Gál 1:4) que reside en su interior por el poder del Espíritu morando en ellos. Así vencerán los 144,000  como Cristo venció.

 

Cristo Venció a Satanás

“Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”

(Juan 14:30, cf. Heb. 2:14)

 

                Satanás asaltó a Cristo por todo medio posible para inducirlo a cometer un movimiento temerario para que usara su poder divino en su propio beneficio, es decir, quiso inducir a Cristo a transitar por donde ha hecho caminar a todos los hombres desde la entrada del pecado a este mundo, por su propio camino (Isa. 53:6). Pero Cristo no consintió a las invitaciones del diablo ni siquiera con el pensamiento. Fue tentado hasta lo sumo, pero no pecó (Rom. 15:3; Juan 5:38).

“Cristo fue sometido - dice el Espíritu de Profecía - a la prueba más apremiante la cual exigió de El el poder de todas sus facultades para resistir la inclinación, cuando estuvo en peligro de usar su poder (divino) para librarse de la amenaza y [así] triunfar sobre el poder del príncipe de las tinieblas”.2 Esta es la razón por la que se nos ha dicho también:

 

“La obediencia de Cristo a su Padre fue la misma obediencia que se exige del hombre... Jesús, el Redentor del mundo, solo podía guardar los Mandamientos de Dios en la misma forma en que puede guardarlos la humanidad... por medio de la fe”.3

 

                La única manera en que los 144,000 vivirán y vencerán en la crisis final es aferrándose al trono celestial por medio de “la fe de Jesús” y desde allí recibirán poder para vencer como Cristo venció: “por medio de la fe”

Cristo Venció el “Pecado en la Carne”

“Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado

 [por lo que el pecado es e implica], condenó el pecado en la carne”

(Rom. 8:3, cf. 1 Ped. 4:1,2)

 

                La Versión Dios Habla Hoy vierte este pasaje de la siguiente manera: “Dios envió a su Hijo en condición semejante a la del hombre pecador...para de esta manera condenar el pecado en la propia naturaleza humana”.

                Oh, bendita verdad! Cristo triunfó sobre el poder y dominio tiranos del pecado en la carne humana y lo condenó en la cruz.

                Es una solemne realidad, Jesús venció el pecado no solo en su dimensión externa (actos incorrectos o pecaminosos), sino que al ser tentado en “todas las cosas... como lo somos nosotros” venció al pecado en su dimensión interna, en el mismo terreno donde este es poderoso: la carne (Juan 5:38; Heb. 5:7-9; Rom. 15:3).

 

A Cristo - dice el Espíritu de Profecía - “le era difícil mantenerse al nivel de la humanidad, como lo es para los hombres levantarse por encima del bajo nivel de su naturaleza depravada y ser participantes de la naturaleza divina”.4

 

                Como Cristo hizo frente y “resistió con éxito toda clase de tentación dio un perfecto ejemplo al hombre”.5

 

Ese ejemplo nos enseña a decir:

 

“No puedo hacer nada por mí mismo...

“No busco mi voluntad, sino la voluntad del que envió...

“Padre mío...no sea como yo quiero, sino como

  tú quieres”

(Juan 5:38; 6:38; Mat. 26:39).

 

                La siguiente cita revela que Cristo luchó realmente con el dominio e impulso del pecado:

 

“En nuestra propia fortaleza, nos es imposible negarnos a los clamores de nuestra naturaleza caída. Por su medio, Satanás nos presentará tentaciones. Cristo sabía que el enemigo se acercaría a todo ser humano para aprovecharse de las debilidades hereditarias y entrampar, mediante sus falsas insinuaciones, a todos aquellos que no confíen en Dios. Y recorriendo el terreno que el hombre debe recorrer, el Señor ha preparado el camino para que venzamos. No es su voluntad que seamos puestos en desventajas en el conflicto con Satanás. No quiere que nos intimiden ni desalienten los asaltos de la serpiente. ‘Tened buen ánimo - dice; - yo he vencido al mundo’ [Juan 16:33].

“El padeció todo lo que nos puede tocar sufrir. Su victoria es nuestra”.6

 

                Note que el Espíritu de Profecía usó el texto de Juan 16:33 en el contexto de las siguientes declaraciones: “Clamores de nuestra naturaleza caída” y debilidades hereditarias”, ese mundo interior que ha tocado a cada ser humano nacido de mujer (Gál. 1:4). Es solo así que podemos entender que El “padeció todo lo que nos puede tocar sufrir”.

                Ánimo alma abatida! “Su victoria es nuestra”. Venceremos como El venció (Apoc. 3:21).

                Sin embargo, debemos aclarar que la victoria sobre el dominio y poder del pecado en nosotros a través de la morada interior del Espíritu Santo no es meritoria. Es sólo demostrativa. Es decir, se demuestra en nosotros el poder del Evangelio para salvar al que cree (Rom. 1:16) de las garras del pecado y restablecer en nosotros la imagen divina. La gracia es superior al pecado (Rom. 5:20).

                Es sólo la victoria total y completa de Cristo en su vida terrenal, su perfecta justicia, la que nos califica para el cielo ahora y en el juicio. Y esta “victoria es nuestra” por medio de la fe.

                Debemos notar también que el pasaje de Apoc. 3:21 no alude a la victoria de los santos desde la perspectiva de justicia imputada, sino desde la perspectiva de justicia impartida. En efecto, como la crisis final es única y diferente en su dimensión a otras que el pueblo de Dios ha enfrentado en el pasado, los 144,000 también tendrán una oportunidad única para demostrar ante “los principados y potestades celestiales” en una forma plena y nunca antes vista, “la  multiforme sabiduría de Dios” y así iluminarán “toda la tierra” con la gloria del amor de Dios (Efe. 3:10,11; 2:7; Apoc. 18:1).

                Ya enfatizamos que con los 144,000 Dios logrará lo que siempre se propuso hacer con el Israel nacional, llenar toda la tierra del conocimiento del “Evangelio Eterno” (Apoc. 14:6,7). En realidad son el Israel de Dios restaurado en el tiempo de fin.

                La identidad de este grupo de santos se torna más clara cada vez, a medida que la enfocamos en relación con el “Evangelio Eterno” en el contexto de la crisis final. Y es precisamente en la proclamación del mensaje de los tres ángeles donde encontramos el cumplimiento final de su misión en este mundo (Apoc. 14:6-12).

 

Referencias

 


 

1) Elena White, In Heavinly Place, p. 155.

2) -----------,Comentario Bíblico Adventista,

7-A, p. 371.

3) -----------,Ibid.

4) -----------,Ibid.

5) -----------,Ibid.

6) -----------, El Deseado de Todas la Gentes,

p. 98. El énfasis ha sido suplido.

 

La Paciencia de Cristo y de los Santos

 

El siguiente pasaje se aplica de manera especial a los 144,000:

 

“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12).

 

                Son ellos los que en realidad encarnarán de manera plena este mensaje en medio de la última gran crisis. Y esto se hace evidente por el contenido de este pasaje.

                Es bueno notar que la palabra que se traduce como “paciencia” en este pasaje según la Versión Reina Valera 1960, significa literalmente “aguantar”. Esta es la misma palabra que se traduce como “sufrió” en Heb. 12:2. La Versión Reina Valera Actualizada la traduce como “perseverancia” en Apoc. 14:12. El significado y la razón de su aplicación se entiende mejor cuando analizamos Heb. 12:2. Allí dice el apóstol: “Puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de El, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y está sentado a la diestra del Padre”. La Versión Reina Valera 1979 traduce “soportó” en lugar de “sufrió”.

                La razón del “aguante” de Cristo fue “el gozo puesto delante de El”. Este “gozo” fue suficiente como para que El se entregara por entero por un mundo que no le merece y que perecía en el pecado. En este contexto, el “gozo” que fue puesto delante de El no fue otra cosa que el fruto de su entrega como Cordero de Dios en sacrificio expiatorio por el pecado de todos los seres humanos (Isa. 53:11; Luc. 15:5-7; 9,10, 24,29). Una multitud de redimidos era el “gozo”, corona y recompensa de Cristo.

                En aquella hora sombría, en el Getsemaní, cuando “todo estaba en juego, cuando la copa misteriosa temblaba en la mano del Doliente, los cielos se abrieron,... y el poderoso ángel que está ocupando el lugar del cual cayó Satanás, vino al lado de Cristo. No vino para quitar de su mano la copa, sino que vino para fortalecerle a fin de que pudiese beberla, asegurado del amor de su Padre.... le aseguró que su Padre es mayor y más poderoso que Satanás, que su muerte ocasionaría la derrota completa de Satanás, y que el reino de este mundo sería dado a los santos del Altísimo [Dan. 7: 22,27]. Le dijo que vería el trabajo de su alma y quedaría satisfecho [Isa. 53:11], porque vería una multitud de seres humanos salvados [Apoc. 7:9-14], eternamente salvos”.1

                Y “eternamente salvados” estarán los santos de Dios cuando hallan obtenido la entrada a la Ciudad de Dios y estén ante el trono de Dios y el Cordero (Apoc. 7:9; 19:1). Solemne pensamiento! En medio de la hora crítica de la gran prueba de su vida, el “gozo” de Cristo estaba relacionado con la cruz  (Isa. 53:4-7,11).

                De la misma manera, el remanente final, los 144,000 sellados, mostrarán este aguante ante la oposición. El elemento clave para que esto sea una realidad en sus vidas es “la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). La misma fe que Cristo tuvo en su Padre en medio de la adversidad, es la que nos ofrece el mensaje del tercer ángel a nosotros. Y aguantar la encarnizada oposición y persecución del mundo rebelde bajo la dirección de el dragón, la bestia, y el falso profeta (Apoc. 16:13) es una evidencia palpable de esa fe.

                Cuando todo el mundo dividido hasta hoy, se unifique finalmente como un solo hombre contra su enemigo común, la iglesia remanente de Cristo, entonces tendrá lugar lo que la Biblia llama “la ofensa de la cruz”, “el escándalo de la cruz” o “tropiezo de la cruz” (Gál. 5:11). “Aquí se verá el aguante de los santos...”

En esta hora crítica, el amor de Dios será tan grande por ellos, como en los días de mayor prosperidad. El estará con ellos y en ellos haciéndolos cumplir la orden divina: “temed a Dios y dadle gloria” (Apoc. 14:6,7; Mat. 10:19,20).

                Y allí, en medio de la crisis, solos y sin ningún apoyo humano, pero nunca olvidados ni desamparados por Dios, el remanente demostrará el poder del Evangelio en la carne humana sobre el poder y el dominio del pecado, la oposición del mundo y Satanás y sus ángeles.

                El honor de Dios y la gloria que su Nombre merece será el “gozo” y la motivación suprema en la vida de los 144,000, nunca su propio bienestar. La motivación que embargará su corazón para no renunciar a “la verdad como es en Jesús” trascenderá a todas las motivaciones egocéntricas conocidas hasta ahora y que pueda despertar la presentación de un evangelio adulterado: El temor al castigo o el deseo de recompensa.

 

Referencias

 

1- Elena White, El Deseado de Todas la Gentes,

p. 643. El énfasis es nuestro.

 

 

La “Gran Multitud” y los 144,000

 

Al igual que el tema en cuestión, el de la “gran multitud” ha sido motivo de grandes desacuerdos entre los cristianos.

Sin embargo, debemos tratarlo aquí para poder llegar a un entendimiento completo de la identidad y el papel de los 144,000.

                Según el Comentario Bíblico Adventista los “comentadores no han estado de acuerdo desde los comienzos del cristianismo en cuanto a la relación de esta multitud con los 144,000”.1

Se dice que se “han sostenido tres puntos de vista”.

 

1)- Que los 144,000 y la “gran multitud” representan o constituyen el mismo grupo “pero bajo diferentes condiciones”.

2)- Los 144,000 y la “gran multitud” no son el mismo grupo.

3)- La “gran multitud” es vista como “el grupo total de redimidos, lo que incluye a los 144,000.”

 

                El primer grupo pretende ver en los vers. 9-17 del capítulo 7 “la verdadera identidad de los 144,000”.

Los vers. 1-8 - según esta visión - describen el sellamiento de los “siervos de Dios en sus frentes” (vers. 3), lo que los capacita para pasar el período de prueba final. Los vers. 9-17 los presenta ya triunfantes ante el trono de Dios.

                Este grupo sostiene que “las aparentes diferencias entre las descripciones de la ‘gran multitud’ y los 144,000 no son diferencias sino explicaciones”.2

                Por esta razón, el hecho de que “la gran multitud” no se podía contar mientras que los 144,000 sí, es visto como una evidencia adicional de que el “número...  es simbólico y no literal”.

                Sin embargo, el hecho de que esta cifra sea simbólica, no implica necesariamente que la “gran multitud” y los 144,000 representen el mismo grupo.

                Con todo, hay quienes todavía se inclinan por esta posición. Y aunque se reconoce acertadamente que los “144,000 es un nombre antes que un número”, se dice que la manera de comprobar que los 144,000 y la gran multitud son el mismo grupo de redimidos es considerando Apoc. 7:10,13 y 14. Luego se comenta: “El grupo que sale de la gran tribulación (gran tiempo de angustia Dan. 12:1), son ‘una gran multitud, la cual nadie podía contar’, que proviene  ‘de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas’ (Apoc. 7:9). Así el grupo trasladado (al cielo) surgirá de todas partes del mundo, no solo de las tribus de Israel mencionadas en Apoc. 7”.3

                En este mismo tenor se mencionan tres razones por las que se considera que los 144,000 y la “gran multitud” son un mismo grupo.

 

1)- “El contexto de Apoc. 7 está tratando solamente de los 144,000”.

2)- Están vestidos de “ropas blancas” y con “palmas en las manos”. Esto  significa que ellos obtuvieron la victoria sobre el pecado gracias a la “justicia impartida” de Cristo “algo que esta última generación de creyentes experimentará grandemente”.

3)- El hecho de que la “gran multitud” ha salido de “la gran tribulación”, se ve como una razón adicional para creer que ambos grupos son uno solo.4

 

                Pero debemos observar otra vez que el hecho de que los 144,000 son un número simbólico no implica necesariamente que ellos y la “gran multitud” son un mismo grupo. Bien puede ser lo primero verdad excluyendo la idea de igualdad.

                De manera similar, el hecho de que la gran multitud esté “vestida de ropas blancas” no debe llevarnos a nosotros a deducir indefectiblemente que es una alusión a los 144,000. Porque de seguro no solo ellos estarán vestidos de ropas blancas en el Cielo. ¿No le parece? Aunque este grupo también lo estará.

                Además resulta difícil ver en todo el capítulo 7 de Apocalipsis una alusión exclusiva de los 144,000 (esto bien puede ser verdad de los primeros ocho versículos, pero no de los nueve restantes) porque ¿dónde dejamos entonces a los demás redimidos de todas la eras?.

                En el material de apoyo de la Escuela Sabática que ya mencionamos se interpreta a la “gran multitud” y los 144,000 como dos grupos distintos. Y a favor de esto observa:

 

1)- “A diferencia de los 144.000, la gran multitud no puede ser contada.

2)- “Los siervos sellados vienen de las 12 tribus de Israel, mientras que la gran multitud está constituida por redimidos de todas las naciones.

3)- “Con la visión de la gran multitud la escena se traslada de la tierra al cielo... el terror y la lobreguez dan paso a un gozo irrestricto al pasar de la tierra al cielo”.5

 

                Otros reconocen en “los 144.000 y la gran multitud dos grupos distintos”.6 Se observa que “el texto bíblico nos presenta a la gran multitud de salvados, una vez acontecida la salvación y en una escena celestial”.7

                Al comentar una cita de Elena White de El Conflicto de los Siglos, p. 707 donde ella utiliza Apoc. 7:10,12 para describir a los 144.000, Antolín Diestre Gil comentó acertadamente:

“En la gran multitud estarían incluidos, todos aquellos ´de todo tiempo´ de las diferentes generaciones, de los que ´millones bajaron a la tumba´ pero que resucitaron, y los que representan a los 144.000 de la última generación y que estarán vivos cuando Cristo venga, y que son trasladados sin pasar por la muerte”.8

 

Referencias

 

1) Comentario Bíblico Adventista, tomo 7,

p. 801.

2) ----------,Ibid.

3) Norman Gulley, Ibid, p. 101.

 

4) Jack Sequeira, Ibid, p.p. 131,132.

5) Battistone, Ibid, p. 89.

6) Diestre Gil, Ibid,

7) ----------,Ibid.


 

 

“La Gran Multitud”

 

Creemos que “la gran multitud” de Apoc. 7 está constituida por los redimidos de todos los tiempos. El fruto del Evangelio de la gracia de Cristo. La cosecha completa que Dios logró a través del conflicto milenial entre Cristo y Satanás. Es en esencia, el cumplimiento final y glorioso de la promesa hecha a nuestro padre Abrahán: “Tu galardón será muy grande”. “Cuenta las estrellas si las puedes contar,... Así será tu descendencia”. “Te multiplicaré en gran manera”. “En ti, serán benditas todas las naciones de la tierra” (Gén. 15:1,5; 22:17,18; 26:4; Gál. 3:8).

                La expresión “una multitud que nadie podía contar” no significa necesaria-mente que es imposible determinar el número exacto de los salvados. Sino que es una alusión directa a la promesa hecha a nuestro padre Abrahán: “Cuenta las estrellas del cielo si las puedes contar,... así será tu descendencia”.

                Todas estas almas que fueron salvadas de todas las épocas por el poder del Evangelio y que murieron en la fe de la resurrección junto a los redimidos vivos que verán venir a Cristo por segunda vez en gloria y majestad constituyen la “gran multitud...de todas la naciones tribus, lenguas y pueblos, que están delante de trono de Dios y el Cordero” (Apoc. 7:9).

                Es en este contexto de triunfo gozoso y de gloriosa celebración y alabanza que podemos tener un entendimiento equilibrado de la correcta identidad de la “gran multitud” y su relación con los 144,000.

 

“La Gran Tribulación”

 

Si lo anterior es correcto se nos pregunta ¿por qué se dice de la gran Multitud “han salido de la gran tribulación”?

                Se ha observado que la expresión “han salido” puede ser entendida en el “sentido de que han ‘escapado’ de ella”.1

                Esto es posible - se sostiene - “si ellos (’la gran multitud’) aun no hubieran resucitado” en el momento de la gran tribulación final. Luego se alude al hecho de la resurrección parcial citando los pasajes de Dan. 12:2; Apoc. 1:7 y Mat. 26:64.

                Pero entonces se concluye curiosamente: “Ambos grupos (los 144,000 santos vivientes y los santos que participan en la resurrección parcial) estarán en pie para presenciar la gloriosa aparición del Salvador y Redentor cuando venga en las nubes y los dos grupos juntos constituyen la gran multitud”.2

                Si únicamente los que participan de la resurrección parcial, los cuales son “muchos (y no todos) de los que duermen en el polvo de la tierra” (Dan. 12:2), y los 144,000 los que componen la “gran multitud” allá en el Cielo, volvemos a preguntar ¿dónde pues están los demás redimidos de todas la épocas?.

                Creemos que no es difícil determinar el significado de “la gran tribulación” después que hemos comprendido que este grupo de santos glorificados que “nadie podía contar” está compuesto por los redimidos de todos los siglos que duró el Gran Conflicto entre el bien y el mal. Es natural entonces, entender la expresión “gran tribulación” como señalando mucho más que la persecución papal de 1,260 años (mencionada por las Escrituras claramente en otros textos), y más que la angustia final (aunque sea global y única en su dimensión) por la que pasarán los 144,000 o cualquier otro período de persecución por la que pasó el pueblo de Dios. Siendo que los redimidos de todas la edades son vistos como un todo bajo la expresión “gran multitud” es razonable ver en la frase “gran tribulación” una alusión a todas las persecuciones, períodos de pruebas y tribulaciones por la que pasó la iglesia fiel.

                En realidad, “la gran tribulación” mencionada en Apoc. 7:14 es una alusión directa y contundente a todas las dificultades, aflicciones y persecuciones que vivió el remanente de Dios a lo largo de más de seis mil años de pecado (Rom. 8:35,36, cf. 2 Tim. 3:12). Al mismo tiempo esto no niega, que esta frase pueda aplicarse de manera especial a la tribulación final del pueblo de Dios.3

                Algo interesante es notar que el pasaje de Apoc. 7:14 que estamos considerando, después de mencionar “la gran tribulación” termina diciendo que los redimidos “han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Y nosotros preguntamos, ¿es que sólo los 144,000 entrarán en el cielo por haber lavado sus ropas con la sangre de Cristo o este es un privilegio y deber de todo los salvados? Note como el Apocalipsis menciona esto de una manera más general y abarcante (2 :14, cf. 1 Juan 1:9; 1 Ped. 1:18,19).

                En la escena celestial, también hay gozo y celebración no sólo porque los 144,000 triunfaron sobre la bestia y su imagen, también hay gozo inefable por todos los salvados porque ya no pasarán por situaciones calamitosas y penosas pruebas (Apoc. 7:16,17, cf. 21:4; 22:3).

 

Referencias

 

1) Loron Wade, Ibid, p. 116.

2) ----------,Ibid, p. 117.

3) Elena White, El Conflicto de los Siglos, p. 707.

 

 

“Estos... ¿Quiénes son y de Dónde han Venido?

 

Esta pregunta no merece ser pasada por alto. Necesitamos considerarla ahora. Hay quienes ven en esta pregunta un indicio de que el ser celestial estaba refiriéndose o llamando la atención del profeta a un grupo específico dentro de la gran multitud. En este caso a los 144,000. ¿Por qué? Porque la respuesta de Juan es: “Señor, tu lo sabes” (vers. 14) como si él no lo supiera. Según se observa en el vers. 9 Juan describe que la gran multitud proviene de todas partes del planeta identificándola de esta manera. Y sin embargo aquí no parece reconocer a los santos por quienes se le pregunta.

                Sin embargo la pregunta es: “Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quienes son y de dónde han venido?” (vers. 13).

                ¿Quienes son los que están vestidos de “ropas blancas” en el vers. 9? ¿No es la gran multitud? Entonces, ¿por qué Juan no puede dar una respuesta correcta ahora?

                El hecho es, que el objetivo de la pregunta en cuestión no es la identidad de los vestidos de “ropas blancas” ni tampoco si Juan podía dar o no una respuesta a la pregunta. Creemos que aquí hay un mensaje especial: Una expresión de la alegría de los seres angelicales por la llegada al fin de los redimidos, los amados del Señor a su patria, al hogar que fue preparado para ellos (Juan 14:1-3).

                La pregunta entonces toma un matiz similar a las realizadas por los ángeles en ocasión de la entrada de Cristo al Cielo y que se nos han revelado en el Salmo 24. Veamos:

 

“Alzad, oh puertas, vuestra cabezas,

Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.

¿Quién es este Rey de gloria?

Jehovah el fuerte y valiente,

Jehovah el poderoso en batalla.

Alzad, oh puertas, vuestra cabezas,

Y alzaos vosotras, puertas eternas,

Y entrará el Rey de gloria.

¿Quién es este Rey de gloria?

Jehovah el Rey de los ejércitos

El es el Rey de gloria”  (Vers. 7-10).

 

                ¿Cree usted que estas interrogantes fueron hechas porque los ángeles no sabían quien era el que iba entrando al Cielo como Rey victorioso? No! Es que el gozo irrestricto que había en el corazón de los seres celestiales les movió a realizar este hermoso canto. Y las preguntas, lejos de estar fuera de lugar vinieron a hermosear la magnifica ocasión de entronización de Cristo como Rey victorioso después de su triunfo sobre el poder de las tinieblas (Col. 2:15).

                Así mismo, la pregunta de uno de los seres vivientes hecha a Juan no viene en busca de una información de la cual se carece, sino más bien para escuchar la maravillosa respuesta que él mismo da:

 

“Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su Templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”  (vers. 14-17).

 

                Esta era la respuesta que buscaba la pregunta del ser viviente.

 

 

Segunda Parte

 

Las Cualidades Espirituales de los

144,000 “Siervos de Dios”

 

En el capítulo 14 de Apocalipsis se mencionan nueva vez a los 144,000. En esta ocasión Juan no los “oye” siendo sellados en el campo de batalla para ser protegidos de la cruel oposición del Diablo y sus agentes humanos y espirituales. Esta vez los “mira” de pie “sobre el monte Sión”, teniendo “en sus frentes” el “Nombre del Padre y del Cordero” (vers. 1). Han triunfado y gozan ya de la dicha inmortal de seguir “al Cordero por dondequiera que va”. Aquí se revelan ahora cualidades especiales de este grupo de redimidos. Y estas cualidades que se mencionan nos permiten tener una idea más detallada de que ellos desarrollaron un carácter semejante al del Padre y al de Cristo. Alcanzaron lo que tanto se ha negado que sea posible: perfección de carácter.

                Esta imagen de los 144,000 que señala el apóstol Juan es tomada del siguiente pasaje del profeta Joel:

 

“En el monte Sión y en Jerusalén estarán los libertados, como ha dicho Jehovah; y entre los sobrevivientes estarán aquellos que Jehovah ha llamado” (Joel 2:32 RVA).

 

                Veamos ahora las cualidades espirituales de este grupo selecto de santos, protagonistas de la última crisis.

 

El Nombre del Padre y del Cordero

en la Frente

 

Esta declaración nos permite tener una idea acabada de lo que realmente implica y constituye el “sello del Dios vivo” que es puesto en las “frentes de los siervos de Dios”, precisamente antes del cierre del tiempo de gracia, un “tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Dan. 12: 1; Apoc. 7:1-3).

                Nótese que el “sello” es puesto en “las frentes de los siervos de Dios” y luego se ve que lo que realmente es estampado sobre ellos es “el Nombre del Padre y el Nombre del Cordero”, es decir, el carácter de ambos, que es un mismo carácter puesto que el Hijo refleja la realidad de lo que el Padre es (Juan 14:7-11; 1:18). Bien se reconoce que el “nombre” de alguien representa su identidad o carácter. Esto también es cierto de Dios (Ex. 34:5,6).

                El sello de Dios que es puesto sobre los 144,000 tiene el significado de “pertenencia”, pues “el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos ...” (2 Tim. 2:19). Implica santidad y perfección de carácter también, pues el pasaje termina así: “apártese de iniquidad todo el que invoca el Nombre de Cristo”.

                Ser sellado implica que el carácter santo de Cristo se ha labrado y fijado en nosotros. Implica también que si esto se ha hecho realidad en la experiencia del remanente, el dominio y poder del pecado ha llegado a su fin en la vida de ellos, aunque aun posean naturaleza pecaminosa con todas sus tendencias al pecado. Sin embargo, no ceden al mismo en lo mas mínimo. Han vencido como Cristo venció (Apoc. 3:21). ¿Lo dudas? Mira lo que nos dice el Espíritu de Profecía:

En Cristo  no había “nada que respondiera a los sofismas de Satanás. El no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. La humanidad de Cristo estaba unida con la divinidad . [Así] fue hecho idóneo para el conflicto mediante la permanencia del Espíritu Santo en El. Y El vino a hacernos participantes de la naturaleza divina. Mientras estemos unidos con El por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros. Dios extiende su mano para alcanzar la mano de nuestra fe y dirigirla a asirse de la divinidad de Cristo, a fin de que nuestro carácter pueda alcanzar la perfección.

Cuando seamos asaltados por las tentaciones, no miremos las circunstancias o nuestra debilidad, sino el poder de la Palabra. Toda su fuerza es nuestra...

“Cuando aprendamos a conocer el poder” de la Palabra de Dios “no seguiremos las sugestiones de Satanás para obtener alimentos o salvarnos la vida. Lo único que preguntaremos será: ¿Cuál es la orden de Dios, y cual es su promesa? Conociéndolas, obedeceremos la primera y confiaremos en la segunda”.1

                Aunque la victoria sobre el pecado no da mérito para ganar el Cielo, sí es el resultado inevitable de la experiencia de la Justificación por la Fe.

                Un cambio radical debe producirse en el remanente final, porque se nos ha dicho con bastante claridad que “el sello de Dios nunca será puesto en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros. Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para el cielo”.2

                El sello de Dios no es para poner en nosotros un carácter como el de Cristo, NO!  será para fijar en nosotros ese santo carácter que por la fe se ha labrado día tras día, gracias a la obra del Espíritu Santo y de la intensa lucha contra la carne y sus deseos (1 Juan. 2:16); días de renunciamiento propio, de mucha oración y entrega a Cristo. Pero “todos los esfuerzos de Satanás por oprimirle y vencerle no lograron sino resaltar con luz más pura su carácter inmaculado”.3

                Es por esto que se nos dice: “El sello de Dios será colocado sobre los que sean semejantes a Cristo en carácter”. “Los que venzan al mundo, la carne y al diablo (como Cristo lo hizo), serán los favorecidos con el sello de Dios”.4                                     

                El sello de Dios se define también como “un afianzamiento en la verdad tanto intelectual como espiritualmente, de modo que” hace “inconmovibles” a los santos.5

                Lo primero se logra por un estudio continuo y profundo de la Palabra de Dios, que nos permita establecernos en “la verdad presente” para este tiempo y conocerla plenamente. Es natural pensar que si por la verdad de Dios el remanente será confrontado con todo tipo de falsas doctrinas, prohibiciones y hasta con la muerte, debe haber un conocimiento claro y profundo de las demandas de Dios, porque ¿de qué otra manera se podrá resistir tal oposición por parte de los poderes de la tierra?. Recuerde, nos enfrentaremos a un conflicto de proporciones mundiales cuando las religiones divididas hasta ahora, se unan por una causa común y en contra de un enemigo común. Y cuando el poder civil esté a disposición del poder religioso apóstata del tiempo del fin y todos a una digan: “El camino a seguir es este”, ¿quién osará ir en contra?.

                El afianzamiento “espiritual” en la verdad se logra aprendiendo lecciones de fe y renunciamiento propio. La obediencia a la verdad purifica. Esto nos hace crecer en la gracia y desarrollar la madurez necesaria en el tiempo actual. Este es el resultado inevitable del estudio sincero de la Palabra de Dios y la evidencia de su poder transformador en la vida de los hombres.

 

Referencias

 

1) Elena White, El Deseado de Todas las Gentes, pp. 98, 99, 97.

2) ----------, Eventos de los Últimos Días, p. 225.  Comentando sobre los vers. 1-4 Elena de White también dijo: “Si queremos tener la imagen de Dios y la inscripción (sello) de Dios en nosotros, debemos apartarnos de toda iniquidad. Debemos abandonar cada mala práctica, y entonces colocar nuestro caso en las manos de Cristo (Review and Herald, 19-3-1889). En otro lugar sostiene: “Los que tienen en sus frentes el sello del Dios infinito, consideran el mundo y sus atractivos como subordinados a los intereses eternos” (Ibid., 13-7-1897).

3) ----------, El Conflicto de los Siglos, p. 707.

4) ----------, Evento de los Últimos Días, p. 225.

5) ----------, Ibid,. p. 223.


 

 

 

“Elegidos y Fieles”

 

La Palabra de Dios señala que un grupo de hombres, mujeres y niños consagrados a El sin reservas estarán listos para vindicar su honor: “los que están con El son llamados elegidos y fieles” (Apoc. 17:14). A estos se refirió Cristo como “sus escogidos” que están esparcidos en toda la tierra (Mat. 24:31).

                Las expresiones “elegidos y fieles” o “escogidos” nos recuerdan la historia de Gedeón y sus soldados. Usted recordará que originalmente cuando se prepararon para la guerra eran muchos miles de hombres los que iban a luchar. Sin embargo, el Señor dijo que para que el pueblo de Israel no dijera: “mi mano me ha salvado” robándole así la gloria del triunfo, apartó 22,000 hombres (Jue. 7:2,3). Los que fueron rechazados fueron los que “temían y temblaban” (vers. 3). Pero había otro problema: “Aun el pueblo es mucho” - dijo el Señor - (vers. 4). Entonces, Jehovah dijo algo magnifico a Gedeón: “De quien Yo diga: ‘Vaya éste conmigo, irá contigo’. Y de quien te diga: ‘Éste no irá contigo’, ése no irá” (vers. 4). Entonces Gedeón y sus soldados se dispusieron a avanzar y cruzaron el arroyo para ir al campamento del enemigo. Dios los estaba observando con profundo discernimiento para ver quienes estaban aptos para la guerra. Los que adoptaron una actitud descuidada bebiendo agua al cruzar el arroyo hasta saciarse, aparentemente “temerosos de la inminente batalla y con escasas esperanzas de obtener la victoria”1 fueron  desechados por parte de Dios (vers. 5). Pero los que bebieron agua “llevándola con la mano a la boca” en una actitud que le permitía estar atentos a cualquier peligro, fueron escogidos por el Señor: 300 en total. En esta ocasión 9,700 hombres más fueron rechazados por el Señor, por no estar listos para ir a la guerra. Eran del pueblo de Israel, pero no eran genuinos seguidores del Dios de Israel. En tales hombres Dios no podía ser honrado ni glorificado.

 

“El zarandeo había servido para eliminar a los que se habían manchado con la idolatría, y para apartar a los hombres de valor y fe, cuya confianza en Dios no había sido viciada por el culto y las practicas de la idolatría. Tenían la fe necesaria para creer que si Dios estaba con ellos, podrían tener  éxito  aunque  fueran  pocos  [1  Sam. 14:6] ”.2

 

                El resultado fue que el campamento enemigo entró en terror porque Dios los turbó y “la espada de cada uno fue contra su compañero en todo el campamento” (vers. 22). El Espíritu de Profecía dice al respecto: “En esta derrota decisiva, no menos de ciento veinte mil hombres de los invasores perecieron. Fue quebrantado el dominio de los madianitas, de modo que nunca más pudieron guerrear contra Israel”.3

                Estos hombres, aunque eran pocos, fueron “elegidos”, “escogidos” por Dios porque eran “fieles”. Eran pocos, pero en Dios eran mayoría.

                De igual manera, los 144,000 son los “elegidos”, los “escogidos” de Dios en la última gran crisis, porque son “fieles” y son sellados y señalados por Dios en la frente. Son el censo final de Dios, los que irán a la guerra, por así decirlo, y vindicarán su honor y santa Ley ante un mundo rebelde.

                En este punto debemos pensar seriamente. Si vamos a ser “elegidos” por Dios para una obra especial nos conviene meditar en estas preguntas: ¿A qué le estamos dedicando más tiempo? ¿a los deportes? ¿a los entretenimientos? ¿a los amigos que no aprovechan en lo espiritual, no importa que sean de la iglesia? ¿Podemos contestar satisfactoriamente estas otras preguntas? y más aún, ¿podemos responder a estas?: “¿Quién posee nuestro corazón? ¿Con quién están nuestros pensamientos? ¿De quién nos gusta hablar? ¿Para quién son nuestros más ardientes afectos y nuestras mejores energías? Si somos de Cristo, nuestros pensamientos están con El y le dedicamos nuestras más gratas reflexiones. Le hemos consagrado todo lo que tenemos y somos. Anhelamos ser semejantes a El, tener su Espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo”.4

También se nos dice algo que debemos tomar muy en cuenta: “El tiempo del sellamiento es muy corto y terminará pronto. Ahora, mientras los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos, es el momento en que debemos asegurar nuestra vocación y elección...”.5

                El tiempo que vivimos es solemne y peligroso, de hecho, es muy corto también para perderlo en cosas que no tienen ninguna relación con lo espiritual y con lo que no concierne con nuestra salvación. Nótese el tipo de cooperación que el cielo espera de nuestra parte: “Mientras obramos nuestra salvación con temor y temblor [Fil. 2:12], Dios obrará en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad”.6

                Aquí no se habla de salvación por obras, pues se nos ha dicho claramente que “no ganamos la salvación con nuestra obediencia; porque la salvación es el don gratuito de Dios, que se recibe por la fe”.7 Aquí se habla de la cooperación del cristiano con la obra de Dios por medio de la fe y su identificación con El al mantenerse rendido a su divina voluntad y Espíritu. Lea por favor el contexto en el que el apóstol Pablo introduce este comentario (vers. 2-11).

                No podemos ser transformados a la imagen de Dios y ser “marcados en la frente” con el sello de su carácter santo mientras vivamos una vida de intereses divididos. Debemos aprender de una vez y por todas la lección: “El que no es conmigo, contra mi es. Y el que conmigo no recoge, está desparramando”. Está “desparramando” el tiempo, su vida y la de otros, y lo peor de todo, su futuro eterno. “Bienaventurados los que lavan sus vestiduras [en la sangre del Cordero] para que su potencia sea en el árbol de la vida y entren por la puerta a la Ciudad de Dios” (Apoc. 22:14, cf. 1 Juan 1:7,9).

                Nótese que “lavar sus vestiduras y emblanquecerlas” fue precisamente lo que hicieron los 144,000 redimidos de “entre la tierra” y todos los demás salvados (Apoc. 7:14, cf. 19:7-9). “Por esto están delante del trono de Dios y le rinden culto de noche y de día en su Santuario... [y] el Cordero los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas” (vers. 15,17).

 

Referencias

 

1) Comentario Bíblico Adventista, tomo 4, p. 347.

2) Ibid.

3) Elen White, El Camino a Cristo, p. 58

4) ----------, Maranatha, p. 240.

5) ----------, El Conflicto de los Siglos, p. 707.

6) ----------, Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, p. 978.

7) ----------, El Camino a Cristo, p. 61.


 

 

“Cantan un Cántico Nuevo”

 

A este canto se le llama el “canto de Moisés siervo de Dios y el canto del Cordero” (Apoc. 15:3). ¿Qué significa esto? La última parte del vers. 3 y el 4 revelan que es una alabanza a Dios por su “justicia” (“Justos y verdaderos son tus caminos...”) y por su “santidad” (“por que sólo Tú eres santo”). El canto resalta la manera justa en la que el Señor obró al libertarlos del yugo de opresión y persecución al que fueron sometidos por los poderes terrenales: “Todas la naciones te adorarán porque tus actos de justicia han quedado manifestado”. Esto revela que “el canto de Moisés y el canto del Cordero” es el “canto” de su experiencia, pues fueron testigos presenciales y protagonistas en el acto de redención y liberación final de Dios, como lo fue el antiguo pueblo de Israel al ser sacado de la esclavitud egipcia (Ex. 15:1-19, ver con detenimiento los vers. 7,11,13,17,18).

                De hecho, la mención del “canto de Moisés” es una alusión a esa gran liberación histórica del pueblo hebreo, acto en  que el poder de Dios se manifestó poderosamente a través de grandes milagros hechos a su favor.

                De este cántico se dice: “ninguno podía aprenderlo sino los 144,000 que fueron redimidos de entre la tierra” (Apoc. 14:3). Aunque habrá alabanzas en el cielo y todos los redimidos cantarán al “Señor Dios Todopoderoso”, este canto que “glorifica” a Dios por su liberación final sólo podrá ser entonado por los 144,000. Ninguno de los redimidos de otro tiempo alcanzaron la “victoria sobre la bestia, su imagen, su marca y el número de su nombre” (Apoc. 15:2). Esto evidencia más el hecho de que este “canto” es una alusión a su experiencia vivida en medio de la gran crisis final.

                El Espíritu de Profecía dice que este cántico de alabanza es “un canto de liberación.... es el cántico de su experiencia - una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás”.1

                Esta “experiencia” implica mucho más que ser liberado de la tribulación final. Nótese que no sólo dice el “cántico de Moisés”, sino, que añade “...siervo de Dios”. ¿Qué significa esto? Lo veremos a continuación.

 

Referencias

 

1) Elena de White, El Conflicto de los Siglos, p. 707. El Comentario Bíblico vierte esta idea de la siguiente manera: “La experiencia es de una naturaleza tan personal que sólo  quienes la tienen pueden apreciar su significado. Para ellos, el cántico es un resumen global y atesorado de las experiencias por la cuales pasaron en las etapas finales del conflicto entre el bien y el mal” (tomo 7, p. 826).


 

 

 

Lecciones de la Vida de Moisés

 

En la vida y el carácter de Moisés hay ciertos detalles que debemos considerar ahora.

                Aunque Moisés se consideraba a sí mismo sin capacidad para ser el “portavoz de Dios” cuando le fue dada la tarea, “la emprendió de todo corazón, poniendo toda su confianza en Dios...[y] Dios bendijo su pronta obediencia, y llegó a ser elocuente, confiado, sereno y apto para  la mayor obra jamás encomendada a hombre alguno. Este es un ejemplo de lo que hace Dios para fortalecer el carácter de los que confían en El y sin reserva alguna cumplen sus mandatos”.1

                Nótese que Moisés fue habilitado por Dios para su gran obra y fue hecho “confiado, sereno y apto”. En este aspecto de su vida, Moisés es un tipo de los 144,000. Ellos también serán habilitados por Dios para hacer frente a la crisis más grande que se halla vivido en la tierra desde que hubo gente (Dan. 12:1).

                De Moisés se dice después de pasar por las vicisitudes del desierto que era “muy manso, más que todos los hombres sobre la tierra” (Núm. 12:3). Allí, en el desierto, “fueron barridos todo su orgullo y su confianza propia. En la austera sencillez de su vida del desierto desaparecieron los resultados de la comodidad  y el lujo de Egipto. Moisés llegó a ser paciente, reverente y humilde...”2 También en esto es Moisés un tipo de los 144,000. Terrible lección para nosotros. Confieso que cuando llegué a esta conclusión al investigar cuanto abarcaba la expresión “el cántico de Moisés siervo de Dios”, temblé de pavor ante la santidad infinita de Dios y ante la percepción de mi debilidad.

                Una vida sencilla debe tomar el lugar de una vida de comodidades egoístas. La lección de renunciamiento propio ha de ser realidad en nosotros si hemos de heredar el cielo. En la crisis es cuando se prueba y revela el carácter. No debemos postergar por más tiempo nuestra preparación, o todo estará perdido.

                En el tiempo de angustia la “aflicción del pueblo de Dios es grande, las llamas del horno parecen estar a punto de consumirlos; pero el Refinador los sacará como oro purificado por el fuego. El amor de Dios para con sus hijos durante el período de su prueba más dura es tan grande y tan tierno como en los días de mayor prosperidad; pero necesitan pasar por el horno de fuego; debe consumirse su mundanalidad, para que la imagen de Cristo se reproduzca en ellos”.3

                Para este tiempo todos los que hayan ejercitado “poca fe” estarán en mayor peligro de “caer bajo el dominio de los engaños satánicos y del decreto de muerte que violentará sus conciencias. Y aun en caso de soportar la prueba, en el tiempo de angustia se verán sumidos en mayor aflicción porque no se habrán acostumbrado a confiar en Dios. Las lecciones de fe que hayan descuidado, tendrán que aprenderlas bajo el peso del desaliento”.4

                La “paciencia” y “mansedumbre” que se desarrolló en Moisés a través de las vicisitudes del desierto y de la comunión con Dios será un elemento que también se desarrollará en el pueblo remanente. La prueba final encontrará en ellos un carácter aprobado y apto para el cielo. El Refinador se “sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata,... y serán mi especial tesoro, ha dicho Jehovah de los ejércitos, en el día en que Yo actúe...” (Mal. 3:3). Esta obra de purificación una vez llevada a feliz término, dará como resultado un pueblo “limpio de todos sus pecados”, reconciliado “delante de Jehová” (Lev. 16:30; 23:28). Entonces, será allí cuando finalmente se verá la “diferencia entre el justo y el malo; entre el que sirve a Dios y el que no le sirve” (Mal. 3:18).

                Sólo así, se podrá decir que son candidatos para entonar en el cielo “el cántico de Moisés siervo de Dios”. Nótese que de los 144,000 cuando van a ser sellados se dice que son “los siervos de Dios”. Como desarrollaron un carácter puro, muriendo y renunciando al mundo, su modas y sus comodidades egoístas, pueden ser sellados en “sus frentes” con el “sello del Dios vivo”, su “carácter inmaculado”.

                Ahora bien, no creamos que solamente enfrentaremos severos conflictos en el futuro. El Espíritu de Profecía dice que las diferentes “circunstancias” por las que pasamos han servido para poner “en nuestro “conocimiento” nuevos defectos de “carácter pero nada se ha revelado que no estuviera” en nosotros.5  Dice además que “cada uno [de nosotros] posee rasgos de carácter todavía ignorados y que deben ser puestos en evidencia por la prueba”. “El les revela en su misericordia sus defectos ocultos... Dios quiere que sus siervos se familiaricen con el mecanismo moral de su propio corazón”.6

                Es interesante notar lo que dice la siguiente cita:  “...en la terminación del gran  día de expiación... la iglesia militante será puesta en grave prueba y angustia... [y] sus miembros serán completamente conscientes del carácter pecaminoso de sus vidas, verán su debilidad e indignidad...”7

 

Referencias                                                               

 

1) Elena White, Patriarcas y Profetas, p. 260.

2) --------, Ibid., p. 255.

3) ---------, El Conflicto de los Siglos, p. 679.

4) ---------, Ibid..

5) ---------, Review and Herald, 6-8-1889.

6) ---------, Joyas de los Testimonios, tomo III,

p. 191; tomo I, p. 457. 

7) ---------, Joyas de los Testimonios, tomo II,

 pp. 175,176.


 

 

Lecciones de la Vida de Cristo

 

De este “cántico” se dice también que es “el canto del Cordero”. Veamos el significado que también tiene esto para nosotros .

                De la misma manera que de la experiencia y desarrollo del carácter de Moisés aprendimos algunas cosas importantes, debemos considerar también la experiencia de Cristo. En su vida y ministerio terrenal hay muchas cosas que todos debemos aprender y considerar detenidamente.

 

                Cristo es designado “Siervo de Dios” y es sellado para desarrollar su ministerio (Isa. 42:1, cf. Luc. 4:17-19; Juan 6:27).  De igual manera, este es uno de los títulos que se les da a los 144,000 (Apoc. 7:3). Como “siervos de Dios” ejecutarán la obra que Dios les asigna al punto de sacrificar aun sus propias vidas. Sin embargo, en cuanto al sellamiento de Cristo, es bueno aclarar que en El no fue puesto un “carácter perfecto”, sino que fue fijado en el carácter justo que ya tenía, y fue “confirmado” por Dios con su “sello de aprobación” (Juan 6:27 NRV 2000). Así mismo, los santos sólo recibirán el sello de Dios en “sus frentes” después de haber vencido todo defecto de carácter y reflejen “plenamente la imagen de Jesús”. Tenemos aquí solo una similitud, no una situación de igualdad, ya que Cristo no poseía ningún defecto de carácter que debiera vencer (Heb. 4:15). Su perfección de carácter está más allá de toda duda.

 

                Cristo fue habilitado para vencer en el conflicto a través de la morada interior del Espíritu Santo (Luc. 4:18). De la misma forma, en los 144,000, el poder del Espíritu Santo otorgado en ocasión de su entrega a Dios y el bautismo como “garantía” de la “herencia prometida” (Efe. 1:13,14; 4:30) y recibido en toda su plenitud en ocasión del derramamiento sin parangón de la lluvia tardía (Apoc. 18:1), les hará “más que vencedores” en medio del conflicto final en contra de la bestia, el dragón y el falso profeta (Apoc. 12:11; Rom. 8:34-36).

                Jesús fue perfeccionado a “causa del padecimiento” y “aprendió la obediencia” (Heb. 5:7-9). El desarrolló un carácter puro por la fe y tuvo que luchar duramente contra el poder y el dominio del “pecado en la carne” (Rom. 8:3; 1 Ped. 4:1) pero triunfó gloriosamente gracias al poder del Espíritu Santo. Tan fuerte fue su lucha que tuvo que “elevar ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, [y] fue oído a causa de su temor reverente” (Heb. 5:7). Con esto, Jesús nos da un ejemplo de perfecta obediencia, de sumisión a Dios y completa victoria sobre el pecado.

                De los creyentes que batallan contra el poder del pecado siendo fortalecidos por el Espíritu de Dios, dice la Palabra: “aun no habéis resistido hasta derramar gotas de sangre, combatiendo contra el pecado” (Heb. 12:4). Todo esto tendrá un cumplimiento mas amplio en la ultima generación de cristianos (Apoc. 14:12). Recuerde el comentario que hicimos más arriba sobre la palabra “paciencia” como significando literalmente “aguante”. El mismo “aguante” que llevó a Cristo a resistir hasta la cruz (Heb. 12:2), será manifestado por los santos de Dios en medio de la última crisis.

 

                En los días de Cristo, los partidos religiosos opuestos se unieron contra su enemigo común: El Hijo de Dios. Esta misma situación volvió a repetirse bajo la predicación apostólica. El libro del Apocalipsis predice una situación idéntica para estos últimos días (13:11-18). La “imagen de la bestia” de Apoc. 13:15 (que es el mismo “falso profeta” de Apoc. 16:13) representa un cuerpo religioso con tendencias e ideologías diferentes a los representados por la primera bestia (vers. 1-10). Sin embargo, se unen con un objetivo y contra un enemigo común: el pueblo de Dios, que “guarda los Mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús” (Apoc. 12:17; 14:12). De la misma forma que sucedió en los días de Cristo, que el diablo estaba detrás de todo lo que sucedía (Juan 8:44), estará detrás de las marañas que se ingeniarán contra el remanente, los 144,000 (Apoc. 13:2; 16: 13;12:17).

                Con relación a la “imagen de la bestia” se nos dice que será “formada antes que termine el tiempo de gracia, porque constituirá la gran prueba para el pueblo de Dios, por medio del cual se decidirá su destino eterno... Esta es la gran prueba por la que deben pasar los hijos de Dios antes de ser sellados”.1

                La actual campaña de “Católicos y Evangélicos Unidos”, las negociaciones entre Católicos y Luteranos, el avance vertiginoso del Ecumenismo ya han puesto la base para este temerario acontecimiento.

                La conclusión de los “maestros religiosos judíos” fue: “conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca” (Juan 11:50). Esta declaración pasó a ser una profecía involuntaria (vers. 51,52), porque en realidad tenía la intención de eliminar a Cristo para librar a la nación judía de lo que ellos consideraban la “ruina nacional”.

 

                El poder político y el religioso operaron mano a mano (Mat. 23:1-12; Juan 19:1-16). Esto es claro en los evangelios. Es lo mismo que sucederá en el tiempo del fin según la visión apocalíptica del apóstol Juan (Apoc. 17; 13:14-17). Y esto se hará únicamente en violación abierta a la orden de Cristo de mantener el poder político y religioso divididos, cada uno en su jurisdicción (Mar. 12:17, cf. Apoc. 17: 13,14).

                Cada vez que el poder religioso llegó a dominar el poder civil lo usó para castigar a los disidentes o herejes. El testimonio de la historia nos revela que cuando el papado tuvo la oportunidad de tener a su favor el dominio del poder político, el resultado fue una larga lista de persecuciones en contra de los llamados “herejes”. De manera similar, cuando el protestantismo se fortaleció en Europa utilizó el mismo poder para perseguir a los católicos. Nuestra única salvaguardia en contra de este mal - que no ha desaparecido ni desaparecerá - es ser constantes en la lucha por que se fortalezcan y respeten los principios de libertad religiosa que nos libran del azaroso mal de la intolerancia religiosa.

                Entiéndase que si Roma no actúa en la actualidad con el mismo despotismo que lo hizo en épocas pasadas, no se debe a que ha cambiado, se debe más bien a una falta de poder con el que no cuenta. Pero désele a Roma todo el poder necesario y veremos como se repite la  triste historia de la edad media.

                Los principios fundamentales sobre los cuales se fundó la nación Norteamericana fueron puestos sobre estas palabras: “Nosotros sostenemos estas verdades, que son evidentes por sí solas, que todos los hombres fueron creados iguales, que fueron dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad”.2

                Sólo en desmedro de estos grandes principios de libertad civil y religiosa puede desatarse sobre este mundo la última gran crisis.

                Los intentos que durante mucho tiempo han venido haciendo diferentes sectores seculares y religiosos por hacer una fusión del poder político y el religioso, el llamado del Papa Juan Pablo II en su Encíclica Dies Domini a los gobernantes de las naciones para que legislen a favor del domingo como día de reposo establecido por ley, la actitud cada vez más amenazante de Estados Unidos en contra de los derechos humanos, más las avanzadas negociaciones y diálogos interdenominacionales a favor del ecumenismo, nos anuncian que todo está listo para que se desenlace el último drama de la historia de este mundo. Y por más que se extienda todo esto, el tiempo que estamos viviendo es un tiempo “prestado”. Pero la venida de Cristo para libertar a su pueblo está próxima y  aunque “tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará. Más el justo, por su fe vivirá” (Hab. 2:3,4). El libro de Hebreos cita este pasaje con algunas variantes que son interesantes, dice: “Porque aun un poquito, y el que ha de venir vendrá y no tardará. Mas el justo por la fe vivirá; y si retrocediere no agradará a mi alma” (10:37-38).

 

                El mundo y los no consagrados del  pueblo de Israel eligieron a Barrabás en lugar del Mesías (Luc. 23:13-25). El mundo nunca cambia ni se convierte de sus malos caminos a menos que ceda su corazón a Dios; tampoco los profesos seguidores de Cristo que resisten constantemente al Espíritu Santo de Dios cuando viene con sus convicciones más profundas (cf. Hech. 7:51). El mundo siempre elegirá a Barrabás en lugar de Cristo. En el último gran conflicto, cuando los gobiernos de la tierra “embriagados” con el “vino del furor de la fornicación de Babilonia” (Apoc. 17:1,2), sean persuadidos por sus engaños y vean al Pueblo de Dios como los dirigentes judíos vieron a Cristo e hicieron que el pueblo también lo viera de esa manera, todos a una gritarán de nuevo: “suéltanos a Barrabas, a Barrabas”. Entonces, la ultima escena de la triste historia de este mundo malvado y perdido tendrá lugar. Habrá llegado su fin. Y Dios tendrá que intervenir como “Rey de reyes y Señor de señores” (Apoc. 19:16). Como El es “Fiel y verdadero”, con justicia “juzga y pelea” por su pueblo (Apoc. 19:11).

 

                La angustia de Cristo desde el Getsemaní hasta el Calvario fue grande y única en su experiencia (Mat. 26:36-46). Como ya vimos más arriba, la aflicción y la prueba final del pueblo de Dios es con un objetivo especifico: purificación del pecado y todo rasgo malo de carácter, sólo así estarán listos para recibir el “sello de Dios”.

                La angustia de los 144,000 será grande, pero es la bondad de Dios la que lo determina así.

 

“El tiempo de angustia es el crisol que revelará los caracteres semejantes al de Cristo. Tiene como propósito inducir al pueblo de Dios a renunciar a Satanás y sus tentaciones”.3

 

                Sin embargo, “aunque cuando los hijos de Dios se ven rodeados de enemigos que tratan de destruirlos, la angustia que sufren no procede del temor de ser perseguidos a causa de la verdad; lo que temen es no haberse arrepentido de cada pecado y que debido a alguna falta por ellos cometida no puedan ver realizada en ellos la promesa del Salvador: ‘Yo te guardaré de la hora de prueba que ha de venir sobre todo el mundo’... afligen sus almas ante Dios, recordándole cada uno de sus actos de arrepentimiento de sus numerosos pecados y la promesa del Salvador: ´¿Forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz, sí haga paz conmigo´ (Isa. 27:5). Su fe no decae si sus oraciones no reciben inmediata contestación. Aunque sufren la ansiedad, el temor y la angustia más desesperantes, no dejan de orar. Echan mano del poder de Dios como Jacob se aferró del ángel; y de sus almas se exhala el grito: ´No te soltaré hasta que me hayas bendecido´ ”.4

                De esta terrible angustia saldrán fortalecidos, y bendecidos por el Altísimo para encontrarse con El cara a cara.

                Ellos habrán aprendido una nueva motivación para vencer: el dar a Dios el honor y la gloria que su Nombre merece. No será tanto su vida, sino la vindicación del carácter de Dios lo que los moverá a ser fieles hasta el fin. Nótese que se nos ha dicho que si en esta hora sombría “hubiesen de perder la vida a causa de sus propios defectos de carácter, entonces el santo Nombre de Dios sería vituperado”.5

                A Cristo le fue “propuesto” un “gozo” y a causa de él “sufrió la cruz” (Heb. 12:2). El “gozo” de Cristo, como también ya vimos, era el conocimiento de “una multitud de seres humanos salvados, eternamente salvos” como “fruto” de su inmenso sacrificio (Isa. 53:11). Saber que una multitud de redimidos obtendría la salvación fue suficiente para que El “experimentase la muerte por todos” (Heb. 2:9). El debió pisar “solo el lagar” de la ira de Dios (Isa. 63:1-3; 53:4-7,10).

                Los genuinos seguidores de Cristo comparten con El este “gozo” al compartir la verdad del Evangelio con otros. Pero este “gozo” será experimentado de manera única y especial por los 144,000, que dotados de la lluvia tardía del Espíritu Santo serán partícipes de la predicación sin igual del “fuerte pregón” a todo el mundo. Así será “iluminada” a través de ellos toda la tierra con la “gloria” de Dios (Apoc. 18:1).

                Pero este “gozo” implica sufrimiento. “Sin cruz no hay corona” - dice un pensamiento.

                Sin embargo, aunque “el pueblo de Dios tiene que beber la copa y ser bautizado con el bautismo” (Mat. 20:20-22), la espera del Señor en medio de la angustia final es para ellos la mejor oportunidad para “ejercitar su fe, esperanza y paciencia como no lo hicieron durante su experiencia pasada”.6

                El Espíritu de Profecía dice: “Todos los que han llevado con Jesús la cruz del sacrificio, compartirán con El su gloria. El gozo de Cristo, en su humillación y dolor, consistía en saber que sus discípulos serían glorificados con El. Son el fruto de su sacrificio propio. El desarrollo de su propio carácter y espíritu en ellos es su recompensa, y será su gozo por la eternidad. Este gozo lo comparten ellos con El a medida que el fruto de su trabajo y sacrificio se ve en otros corazones y vidas. Son colaboradores con Cristo, y el Padre los honrará como honra al Hijo”.7

Entonces, ¿llevar una vida de sacrificio, de renunciamiento propio es la clave para compartir junto con Cristo “su gloria”? Sí, Padre, dásela a ellos!

Entonces, ¿el “gozo” de Cristo “en su humillación y dolor” era saber que seremos glorificados junto con El? Sí, Padre, glorifica a Tu Hijo!

Entonces, ¿el desarrollo de “su propio carácter y espíritu” en nosotros es su “recompensa” y “gozo” por la eternidad? Si, Padre, toma mi vida, hazla como la de tu Hijo. No quiero robar más ese honor y recompensa que sólo a El pertenece!

Entonces, ¿este “gozo” lo comparten con El los que trabajan en la salvación de las almas de los perdidos? Sí, Padre, hazme un buen misionero!

Entonces, los que son “colaboradores con Cristo” y contigo Padre ¿serán honrados por ti, de la misma manera que honras a tu Hijo? Gracias, Padre, por tu “don inefable!

 

                Jesús estuvo sin intercesor en la hora de la gran prueba de su vida (Mat. 26:36-46). En el Getsemaní, Jesús estuvo solo orando a su Padre. Como es natural, ante el inminente peligro, su naturaleza humana rehuía el conflicto, no deseaba morir. “Si es posible, pase de mi esta copa”. “Y oró por tercera vez diciendo las mismas palabras”. Pero siempre sus palabras finales fueron: “Pero no sea como yo quiero, sino como tu [quieres]”. En esta hora de terrible crisis Jesús sintió el intenso deseo de que sus discípulos oraran por El, por eso “fue a corta distancia de ellos - no tan lejos que no pudiesen verle y oírle - y cayó postrado en el suelo. Sentía que el pecado le estaba separando de su Padre. La sima era tan ancha, negra y profunda que su espíritu se estremecía ante ella. [Aun aquí] no debía ejercer su poder divino para escapar de esa agonía. Como hombre, debía sufrir las consecuencias del pecado del hombre. Como hombre, debía soportar la ira de Dios contra la transgresión... como Substituto y Garante del hombre estaba sufriendo bajo la justicia divina. Veía lo que significaba la justicia. Hasta entonces había obrado como intercesor por otros; [pero] ahora anhelaba tener un intercesor para sí” que pudiera librarle de la ira divina contra el pecado.8

                Los 144,000, después que sean sellados y Cristo haya terminado su ministerio de intercesión estarán ya sin Mediador en las cortes celestiales (Apoc. 22:11). “Durante ese tiempo terrible, los justos deben vivir sin Intercesor, a la vista del santo Dios”.9

                Esto atemoriza a muchos y no logran comprenderlo, pero se debe a que no tienen un entendimiento claro de los acontecimientos del fin. En este tiempo el pueblo de Dios ya habrá sido “marcado en su frente” con el “sello del Dios vivo”, lo que indica que estarán habilitados para permanecer “inconmovibles” ante la oposición, de manera que no darán marcha atrás. Otra cosa es que el hecho de que Cristo ha terminado de interceder por su pueblo es una buena noticia, pues los pecados ha sido borrados ya definitivamente. Y no sólo de los registros celestiales, sino también del registro de nuestra mente, de manera que no podemos recordarlos. Y mejores buenas nuevas son saber que aun en medio de estas circunstancias, Su Espíritu sigue en nosotros y Jesús sigue siendo nuestro Salvador todo suficiente y nuestra justicia.

                Habiéndonos sellado, nos ha asegurado para siempre y no nos perderá. Cuando finalmente aparezca en la nubes de los cielos “con gloria y majestad” estaremos de “pie” mirándole a la cara y diciendo: “Este es nuestro Dios, le hemos esperado y nos salvará; este es Jehovah a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isa. 25:9). La larga espera y el conflicto penoso dan lugar a la más grandiosa escena de inefable gozo al encontrarnos con Aquél “a quien sin haberlo visto lo amamos, en quien creyendo, aunque no lo veíamos, nos alegrábamos con gozo inefable y glorioso” (1 Ped. 1:8).

 

                Cristo no cometió pecado ni siquiera con el pensamiento (Heb. 4:17; 1 Ped. 2:22).Aquí encontramos de nuevo otro paralelismo entre Cristo y su experiencia terrenal y la experiencia final de los 144,000. La victoria total y definitiva del pecado y la perfección de carácter han sido puestos en duda por muchos profesos seguidores del pueblo de Cristo. Pero esto se debe a que cuando consideran el tema lo hacen desde una óptica equivocada o lo hacen partiendo de su pobre experiencia desgastada por las caídas y los fracasos. Claro! Nadie osará decir “yo estoy sin pecado”. Pero esto no niega que la victoria sobre el poder y dominio del pecado en la carne humana será una realidad en la vida del remanente, los 144,000. Creer lo contrario sería concebir el pecado como “un monstruo tan grande” que ni siquiera Dios puede vencerle.

                Sin embargo, la Palabra de Dios nos asegura que Cristo “condenó el pecado en la carne” (Rom. 8:3). Esta es la razón por la que Cristo se ha constituido en un Salvador todo suficiente para salvarnos de cada uno de los aspectos del pecado. El es “poderoso para guardarnos sin caída” y llevar “cautivos” todos nuestros “pensamientos a la obediencia” completa de la voluntad divina (Jud. 24; 2 Cor. 10:5).

                Claro, plantear la pregunta de si la victoria sobre el pecado, total y completa, es posible “en el momento inoportuno da por resultado la confusión... Debemos comenzar por hacer la pregunta adecuada en el momento correcto. Y el tiempo correcto es este tiempo de purificación del Santuario celestial, mientras nuestro gran Sumo sacerdote está completando su obra de expiación final. Cristo está por cumplir una obra única en la historia humana, desde que esta comenzó. Si bien ningún hijo de Dios pretenderá haber vencido todo pecado, y si bien es igual-mente cierto que no podemos juzgar de ninguna persona del pasado (exceptuando a Cristo) ni del presente en el sentido de que haya o no vencido como El venció, eso no significa que el ministerio de Cristo en el lugar  santísimo vaya a fracasar en obtener esos resultados”.10

                En este tenor, Alonso T. Jones dijo:

 

“La meta cristiana es la perfección, la perfección de carácter. Perfección lograda en carne humana en este mundo. Cristo la obtuvo en carne humana en este mundo, estableciendo y consagrando así un camino por el cual, en el, todo creyente pueda obtenerla. El, habiéndola obtenido, ha venido ha ser nuestro gran Sumo Sacerdote. Por su ministerio sacerdotal en el verdadero Santuario [Heb. 8:1-2] nos capacita para obtenerla”.11

 

                Y en perfecto acuerdo con esta idea Elena de White también dijo:

 

“[Cristo] hizo una ofrenda tan completa que por su gracia todos pueden alcanzar la norma de la perfección. De todos cuantos reciben la gracia y siguen su ejemplo será escrito en el Libro de la Vida: ‘Completos en El - sin mancha ni arruga’”.12

 

Esta es una clara alusión a los 144,000 (Apoc. 14:4,5).

 

                Es del Santuario celestial, donde ministra Cristo, que nos llega  todo el poder necesario para vencer como El venció (Apoc. 3:21). Pero hay una condición: “Debemos entregarnos a El. Cuando esta entrega es total, Cristo puede concluir la obra que comenzó a nuestro beneficio con la entrega  de sí mismo. Entonces nos puede brindar restauración completa”.13

                Su ministerio de intercesión y purificación dará como resultado un pueblo limpio de sus pecados y con un carácter semejante al suyo: “sin mancha ni arruga”.

 

                Satanás utilizó todas sus energías contra Cristo para destruirle y difamarle grandemente (Mat. 4:1-11; 27:43). La vida de Cristo fue una vida de continuo conflicto. Tuvo que resistir la oposición más encarnizada por parte de la nación judía. Satanás actuó por todo medio posible para destruirle. Si por él hubiera sido, habría llevado a Cristo a la cruz el día siguiente de su bautismo. Pero Jesús, no estaba sólo, su Padre lo acompañó siempre y disfrutó de la compañía de los santos ángeles. Un buen ejemplo de estas cosas lo revela el libro de Lucas capítulo 4. 

                Después que Cristo dio lectura al libro del profeta Isaías en la sinagoga aquel sábado (vers. 16-20), sostuvo una conversación con los judíos en la que como siempre hubo desacuerdo (vers. 23-27). De tal magnitud fue la “ira” que sintieron “todos [los que estaban] en la sinagoga”, que “levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad  de ellos, para despeñarle. Mas El pasó en medio de ellos y se fue” (vers. 27-30).

                Este incidente revelaba el deseo homicida que existía en el corazón de los judíos que rechazaban a Cristo como Mesías y revelaba además que es el mismo odio satánico que tiene el diablo contra Él (Juan 8:44). Nótese que este incidente es casi idéntico al de la segunda tentación de Cristo, bajo la cual el diablo “lo llevó a la santa ciudad , y lo puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: ‘si eres el Hijo de Dios, échate abajo...’ ” (Mat. 4:5-7).

                Aquí el diablo trató de matarlo sobre la base de la puesta en duda de su divinidad, pero en el segundo caso se valió de la “intolerancia religiosa” de los dirigentes judíos para “despeñarle” y matarle. En el primer caso, Cristo se apoyó en la verdad y el poder de la Palabra escrita. En el segundo, fue librado milagrosamente por su fe a través de santos ángeles, los cuales le ocultaron de la vista de los hombres malvados. De igual manera, los santos del tiempo del fin, los 144,000, serán protegidos por el poder de Dios al esconderse en la Palabra de Dios por medio de la fe.

                No importa que sea directamente él o a través de algunos individuos, sistemas políticos o religiosos, el diablo siempre trata de ejecutar sus planes en contra de Dios y su pueblo. Cuando la persuasión y el engaño no funcionan, entonces usa la fuerza por medio de los instrumentos humanos.

                Es interesante saber que la gran rebelión de Satanás en el cielo comenzó con la “persuasión y el engaño”. Luego que no pudo avanzar más, rebeló su “intolerancia” desatando “una gran batalla” en la que Miguel (Cristo) tuvo que hacerle frente y arrojarlo a la tierra (Apoc. 12:7-9). Esta es la manera en la que obra Satanás. Y esta forma de obrar revela a su vez cual es el principio rector de la vida y del corazón. Un día no funcionan más los argumentos engañosos y entonces se procede a usar la fuerza.

                Esto es precisamente lo que sucederá en el tiempo del fin según revela el libro de  Apocalipsis. La bestia que “sube de la tierra” que en esta profecía representa a Estados Unidos de Norteamérica, “persuade y engaña a los moradores de la tierra” para que le rindan homenaje a la primera bestia - un símbolo del sistema papal - (Apoc. 13:12-14).

                Pero esta tormenta encontrará a un pueblo preparado y dotado del poder divino que le resistirá con la misma fe y aguante de Cristo (Apoc. 14:12). La batalla final será dura y sin precedentes en la historia, y de igual manera será gloriosa la victoria sobre la oposición del diablo y el mundo. “Vi tronos - dice el Revelador - y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia y su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años [en el cielo, Apoc. 19:1; 7:9]” (Apoc. 20:4).

                Esta similitud entre la experiencia terrenal de Cristo y la experiencia final de los 144,000 que hemos analizado nos revelan porqué ellos no sólo cantan el “canto de Moisés siervo de Dios” sino que también es el “canto del Cordero”.  Su canto refleja una experiencia “única y singular sin precedentes” en la historia del gran conflicto entre Cristo y Satanás.

                Si, existió un pueblo que pudo honrar a Dios plenamente, aun en la circunstancias más adversas y triunfó gloriosamente. Todo esto fue posible gracias al ministerio único y sin precedentes en la historia del pueblo de Dios del “día de expiación”, un día de “reconciliación final” y de purificación del pecado, no sólo del Santuario celestial, sino de la vida del remanente.

 

 

Referencias

 

1) Elena White,  Maranatha, p. 162.

2) Véase V. Norskov Olsen, Supremacía Papal y Libertad Religiosa.

3) Elena White, Maranatha, p. 271.

4) ----------, Ibid.

5) ----------, Ibid.

6) ----------, El Deseado de Todas las Gentes, p. 689.

7) ----------, Ibid., p. 577, las cursivas son nuestras.

8) ----------, Ibid,. p. 637, las cursivas son nuestras.

9) ----------, El Conflicto de los Siglos, pp. 671,672.

10) Robert Wieland, Introducción al Mensaje de 1888, p. 45.

11) Alonso T. Jones, El Camino Consagrado a la Perfección Cristiana, pp. 61,62.

12) Elena White, Review and Herald, 30-5-1907.

13) ---------, Ibid.


 

 

Los 144,000 “no se Contaminaron”

 

La expresión “no se contaminaron con mujeres” (Apoc. 14: 4) señala la actitud de firmeza y pureza en la que se mantuvieron los 144,000 en medio de toda la confusión reinante del tiempo del fin. El estado de pureza lo alcanzaron por medio de la fe y la obediencia a Dios. Esta declaración está ligada íntimamente con la expresión “son vírgenes”.

                No se está tratando aquí con el asunto de la virginidad literal de los hombres o las mujeres. Sencillamente se los llama “vírgenes” porque profesan una fe fir-me, pura e inconmovible (cf. 2 Cor. 11:2).

 

“El  término ‘virgen’ era el título hebreo para Sión y Jerusalén en su relación del pacto con Dios (2 Rey. 19:21; Isa. 37:22; Jer. 14:17; 18:13;31:4; Lam. 1:15; 2:13; Amós 5:2)”.1

 

                Y son “vírgenes” porque no se contaminaron con “el vino” de las falsas enseñanzas de Babilonia y sus hijas (Apoc. 17: 4,5), rechazaron todo tipo de adoración idólatra y desarrollaron un carácter puro como el del Cordero a quienes seguían por fe.

                Esta fe genuina que poseen los 144,000 es la que señala el mensaje del tercer ángel: “la fe de Jesús”. Esta es la fe genuina de la que habla el Nuevo Testamento como una “fe que obra por amor” (Gál. 5:6). Por esto obedecen fielmente todos los Mandamientos de Dios en una época de apostasía generalizada. Prefirieron decir no al pecado y sí a la gracia de Dios en su vida terrenal (cf. Rom. 5:20).

 

Referencias

 

1) Hans K. Larondelle, Las Profecías del Tiempo del Fin, p. 333.

 

 

Son “Primicias Para Dios y el Cordero”

 

El texto dice: “Estos fueron redimidos de entre la tierra como primicias para Dios y para el Cordero” (vers. 4 u.p.). Aunque Cristo es el Redentor y los salvados son los redimidos, la expresión “primicias para Dios” nos permite establecer otra similitud entre Cristo y los 144,000.

        A Cristo se le llama “primicias de los que durmieron” (1 Cor. 15: 22) , sin embargo, El no es llamado “primicias” por ser el primero que halla resucitado de entre los muertos, pues otros habían resucitados antes que El. Esta expresión puede entenderse mejor cuando consideramos lo que el Antiguo Testamento dice de la presentación de las “primicias” y su significado teológico.

        Al antiguo pueblo de Israel Dios le pidió que ofreciera “la primera gavilla, primicia del primer fruto de vuestra cosecha” (Lev. 23:10 VRV 2000). La Versión Dios Habla Hoy traduce este pasaje así: “deberán presentar... el primer manojo de la cosecha”. Esto significaba que la primera parte de la cosecha era apartada y presentada a Dios, quien en realidad era quien hacía crecer el fruto con sus bendiciones. Mientras no se realizaba la presentación del “primer manojo” como “primicias” delante de Dios, Israel no podía usar para su consumo del fruto del campo (vers. 11-14).

        La presentación de la gavilla de espigas maduras significaba también que la cosecha ya estaba madura y podía realizarse. Se entendía además que estas “primicias” eran lo “más selecto” o “lo más escogido” de la cosecha. Representaban la parte de más calidad (Núm. 18:12,13). Es interesante saber que al antiguo pueblo de Israel Dios lo consideraba como “primicias” (Jer. 2:3).

        El apóstol Pablo vio una similitud maravillosa en la ceremonia de presentación de las primicias a Dios y la redención de los hombres. Cristo debía ser “hecho primicias”, o presentado como tal delante de Dios como garantía de los que habían muerto en la esperanza de la resurrección. Así “su resurrección es símbolo y garantía de la resurrección de todos los justos muertos”.1

         El concepto de “primicias” adquiere un significado teológico más abarcante en el vers. 23. Pues allí se habla de “Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (RVA). ¿Quienes son estas “primicias”?

        Aparentemente se hace una alusión a los “santos que habían dormido” y que salieron “de los sepulcros después de la resurrección” del Señor (Mat. 27:51-53). Estos “santos” resucitados de entre los muertos “eran aquellos que habían sido colaboradores con Dios y que, a costa de su vida, habían dado testimonio de la verdad”.2 Ellos constituyen la “multitud de cautivos” que Cristo llevó consigo cuando ascendió al cielo (Efe. 4:8 Versión Reina Valera 2000).

        La resurrección de los “santos que habían dormido”, es a su vez un símbolo de que los “santos” que quedaron dormidos en la tumba descansando el sueño de la muerte serán resucitados gloriosamente en ocasión de la segunda venida de Cristo (1 Tes. 4:13-17; Juan 5:28,29). El texto de 1 Cor. 15:23 revela que los “santos” resucitados en ocasión de la resurrección de Cristo fueron vistos por los apóstoles como las “primicias” que Cristo presentó al Padre en ocasión de su ascensión al cielo. De la misma manera, en el antiguo ceremonial, el sacerdote, que era símbolo de Jesús, mecía “ante el Señor” la gavilla ofrecida (Lev. 10:11).

        De acuerdo con esto se nos dice que cuando Cristo entró en la presencia del Padre señaló “su cabeza herida, su costado traspasado, sus pies lacerados”; alzó “sus manos que llevan la señal  de los clavos. Presenta los trofeos de su triunfo; ofrece a Dios la gavilla de las primicias, aquellos que resucitaron con El como representantes de la gran multitud que saldrán de la tumba en ocasión de su segunda venida”.3

        Lo que Pablo quiere resaltar con la expresión “primicias” aplicándola a Cristo es su singularidad como persona. De entre todos los resucitados “lo más selecto” de la cosecha es Cristo. Por tanto, debe ser presentado al Padre Dios como tal. Es otra manera de reconocerlo como “el primogénito de toda la creación;... el primogénito de los muertos” (Col. 1:15, 18 RVA). Esto es así para que “en todo tenga la preeminencia” (vers. 18).

        De igual manera, cuando el profeta de Patmos dice que los 144,000 son “redimidos de entre los hombres, primicias para Dios y para el Cordero” está sencillamente resaltando su singularidad entre todos los redimidos de la tierra. “Estos son los que siguen al Cordero por donde quiera que vaya” (Apoc. 14:4). Son “lo más selecto” de “entre los hombres” y la cosecha final del Evangelio. Estos seguirán “al Cordero por donde quiera que vaya” porque anduvieron con El aquí en la tierra. Note lo que se nos dice: “Seguiremos al Cordero de Dios en las cortes celestiales sólo si lo seguimos aquí. El seguirlo en el cielo depende de que guardemos sus Mandamientos ahora”.4

        Esto también resalta la preciosa verdad de que aunque los 144,000 no serán salvados de una manera diferente a los demás  redimidos, sí demostrarán  de una manera única en la historia del gran conflicto el carácter santo de Cristo, porque experimentarán de una manera única la justicia impartida de Cristo.

 

 

Conclusión

 

      La visión escatológica de Apocalipsis 7 es de gran valor e importancia para el pueblo remanente del tiempo final, pues en ella está retratada la manera milagrosa en la que Dios les protegerá al sellarlos para que enfrenten firmes y seguros la última gran crisis. También se revela en ella la forma gloriosa en la que compartirán la eternidad junto a los redimidos del Señor de todos los tiempos.

        Sabemos que es mucho lo que aun puede extraerse de esta maravillosa visión apocalíptica, y el tiempo que nos separa de la segunda venida de Cristo será testigo de esto. La Palabra de Dios se renueva a cada momento y provee aguas vivas para el sediento y sincero investigador. Las glorias que Dios ha reservado para Su pueblo son inspiradoras y el corazón  de nuestro amante Salvador palpita de gozo y anhelante deseo porque el día de la gran reunión se realice. El está haciendo todo lo posible por llevar a cabo este glorioso plan. Nuestro privilegio es cooperar con El y prepararnos para el encuentro con nuestro Dios (Apoc. 19:7-9).

        Después que todo el conflicto esté concluido y los 144,000 hayan triunfado, se entenderá por que ellos “siguen al Cordero por dondequiera que va” y por qué “únicamente” ellos gozaran de ciertos privilegios (PE,19). Aquel día descubriremos también la razón por la que se nos mandó a “esforzarnos” para formar parte de ese grupo selecto de creyentes. Se verá que lo que estaba envuelto en esa orden fue lo que tanto nos costó aprender: Buscar y aprender lo significa el honor y la gloria de Dios.

        Ojalá aprendamos la lección ahora, pues el que ha de venir vendrá, y aunque tardare aun un poquito, espéralo, porque de seguro volverá.

 

Referencias

 


 

1) Elena White, El Deseado de Todas las Gentes, p. 730.

2) ---------, Ibid., p.p. 773,774.

3) ---------, Ibid., p.p. 773, 774.

4) Comentario Bíblico Adventista, tomo 7-A, p. 989. La Review and Herald, 12-4-1898 dice: “El Señor tiene un pueblo sobre la tierra que sigue al Cordero por dondequiera que va. Tiene sus miles que no se han arrodillado delante de Baal. Los tales estarán con El sobre el Monte Sión... Para seguir a Cristo no necesitamos esperar hasta que seamos trasladados. Su pueblo puede hacer esto aquí... Nuestra elección debe ser la de seguir a Cristo. Debemos seguir su ejemplo en la vida diaria, así como un rebaño confiadamente sigue a su pastor. Debemos seguirlo sufriendo por su causa y diciendo: 'aunque El me matare, en El esperaré’”.


 

 

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