EL
MAESTRO DE ESCUELA SABÁTICA:
La
más elevada de todas las ciencias
EL PRESENTAR en todo esfuerzo misionero a Jesús,
y a éste crucificado, significa mucho más de lo
que las mentes finitas pueden comprender.
"Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados: el castigo de
nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos
nosotros curados." "Al que no conoció pecado,
hizo pecado por nosotros, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él." Esta ha
de ser la preocupación de nuestra obra. Si
alguien piensa que es capaz de enseñar en la
escuela sabática o en la escuela primaria la
ciencia de la educación, necesita en primer
lugar aprender a temer al Señor, lo cual es el
principio de la sabiduría, para que pueda
enseñar ésta, la más elevada de todas las
ciencias. FE 272.
La selección de
los maestros
La instrucción dada a la juventud y a los niños
no debe ser superficial. Los maestros, como
personas puestas en defensa de la verdad,
deberían hacer cuanto puedan para elevar la
norma. No puede hacerse cosa peor para vuestra
escuela sabática que poner, como maestros, 100
personas jóvenes que han revelado grandes
defectos en su vida religiosa. . . No bajéis la
norma en vuestras escuelas sabáticas. Vuestros
hijos deben tener maestros cuyo ejemplo e
influencia sean una bendición más bien que una
maldición. Deben tener constantemente un elevado
concepto de la virtud, la pureza y la santidad
que caracterizan la vida cristiana. Sus ideas
sobre este punto no deberían sufrir confusión;
nadie debería proceder imprudente o
ignorantemente en estos asuntos. No animéis por
la voz ni por la pluma a hombres o mujeres que
no tengan valor moral y cuya vida pasada muestre
una falta de conciencia e integridad. Puede ser
que sean perspicaces, ingeniosos e inteligentes;
pero si su corazón no se halla imbuido con el
Espíritu de Dios, y si no tienen integridad de
carácter, su influencia señalará hacia la tierra
y no hacia el cielo, y será destructiva
dondequiera que se encuentren y en cualquier
cosa en que se ocupen.
Tenemos gran necesidad de hombres y mujeres que
se den cuenta de lo que es el pecado y
aborrezcan la iniquidad; que tengan un criterio
espiritual para discernir las necesidades de la
causa de Dios, y trabajar con fervor abnegado y
desinteresado, conservando el yo siempre
escondido en Jesús. Necesitamos hombres jóvenes
a quienes Dios pueda aprobar, jóvenes de una
piedad práctica, que posean conciencias prontas
para percibir y reconocer el peligro; hombres y
mujeres que no se exalten a sí mismos y que no
101 procuren esconder la deformidad del alma
bajo una capa de piedad; personas que sientan su
debilidad y las imperfecciones del carácter, y
que en la impotencia del alma se aferren de
Cristo Jesús. Aquellos que confían en sí mismos,
y creen que su modo de obrar está por encima de
toda crítica, harán una obra muy imperfecta.
Dijo el apóstol: "Cuando soy flaco, entonces soy
poderoso." Al mismo tiempo que se daba cuenta de
su debilidad, se asió de Jesucristo y su gracia
por medio de la fe. . .
Cada obrero de la escuela sabática, que ha
pasado de muerte a vida por medio de la gracia
transformadora de Cristo, revelará la profunda
operación del Espíritu de Dios sobre su propio
corazón. Aquellos que tratan de dirigir a otros,
que pretenden estar guiando a las almas al
camino de santidad, al mismo tiempo que en su
propia vida se manifiestan el amor a los
placeres, el orgullo y el amor a la ostentación,
son siervos infieles. Su vida no está en armonía
con lo que profesan ser; su influencia es una
ofensa para Dios. Necesitan una conversión
cabal. Su corazón está tan lleno de desechos que
carece de lugar para la verdad elevada y
ennoblecedora. El templo del alma necesita ser
refinado, purificado y limpiado; porque Satanás,
y no Dios, habita en el corazón.
Es esencial que se tenga cuidado al poner a
hombres y mujeres en puestos de confianza.
Deberíais saber algo en cuanto a su vida pasada,
y 102 el carácter que han desarrollado. Mejor
sería duplicar el número de alumnos de vuestras
clases bajo obreros temerosos de Dios que
multiplicar maestros cuya influencia no esté en
armonía con el carácter santo de la verdad que
profesamos porque la influencia de ellos será
desmoralizadora. TES 26, 27, 30.
Cualidades esenciales
Los que tienen el deber de escoger maestros,
deberían ejercer cuidado, y no insistir en que
entren en la escuela personas que no estén
preparadas para ejercer una buena influencia.
¿Cómo se comporta el maestro? ¿Es puntual? ¿Es
aseado y esmerado? Es menester fijarse en estas
cosas; porque estas cualidades son esenciales en
un maestro. ¿Cómo puede él imponer estos
requisitos necesarios a su clase, a menos que
ésta tenga delante de sí un ejemplo de
puntualidad, de prolijidad, compostura y orden?
Si el maestro no se halla en su lugar y deja que
la clase se distraiga, y entra precipitadamente,
sin aliento y tarde, se fomenta la falta de
puntualidad y el desorden. TES 104.
Mentes bien equilibradas, caracteres simétricos
Los maestros en todos los ramos necesitan mentes
bien equilibradas y caracteres simétricos. No
confiéis esta obra a las manos de jóvenes y
señoritas que no sepan cómo tratar con las
mentes humanas. Saben tan poco acerca del poder
103 subyugador de la gracia sobre su propio
corazón y carácter, que han de desaprender, y
aprender lecciones enteramente nuevas en la
experiencia cristiana. Nunca han aprendido a
mantener su propia alma y carácter bajo la
disciplina de Cristo Jesús, colocando aun los
pensamientos en cautiverio del Señor.
Existe toda clase de caracteres con los cuales
hemos de tratar entre los niños y jóvenes....
Muchos de aquellos niños no han tenido la
educación apropiada en el hogar. Han sido
tristemente descuidados. Se ha dejado que
algunos hicieran como quisiesen; se ha
descubierto que otros se hallaban en falta y
desanimados. Pero se les ha mostrado poco agrado
y regocijo y se les han dirigido sólo pocas
palabras de aprobación. Los caracteres
defectuosos de los padres han sido heredados, y
la disciplina dada por estos caracteres
defectuosos ha sido objetable para la formación
de la personalidad. No se han utilizado vigas
sólidas en la construcción del carácter.
No existe obra más importante que pueda ser
hecha que la educación y preparación de estos
jóvenes y niños. Los maestros que desempeñan su
parte en la viña del Señor, necesitan aprender
primeramente a tener ellos mismos dominio
propio, a mantener la calma y a conservarse bajo
control, en sujeción al Espíritu Santo de Dios.
Deben dar evidencia de que no poseen una
experiencia unilateral, sino una mente bien
equilibrada, un carácter simétrico, de manera
que se pueda 104 confiar en ellos porque son
cristianos concienzudos y están ellos mismos
bajo el Maestro de los maestros. - FE 266, 267.
El vestuario y la conducta
Todo maestro de la escuela sabática debería ser
un seguidor de Cristo, y aquellos que no se han
identificado como sus discípulos, mostrando por
una vida consecuente que son cristianos, no
deberían ser invitados a ser maestros en la
escuela sabática, porque ellos mismos necesitan
que primero alguien les enseñe los principios
fundamentales del amor y el temor de Dios. "Sin
mí dice Cristo,-* nada podéis hacer." Entonces,
¿de qué valor sería la enseñanza de uno que por
experiencia personal no sabe nada del poder de
Cristo? Sería una gran inconsecuencia insistir
en que tal persona enseñase una clase en la
escuela sabática, pero es aún peor permitir que
una clase esté bajo la influencia de un maestro
cuyo comportamiento y manera de vestir nieguen
al Salvador a quien profesa servir.
Es menester que el corazón de quienes enseñan en
la escuela sabática sea calentado y vigorizado
por la verdad de Dios, no siendo oidores
solamente, sino también hacedores de la Palabra.
Deberían nutrirse de Cristo, como los pámpanos
se nutren de la vid. El rocío de gracia
celestial debería caer sobre ellos, para que su
corazón fuese como planta preciosa, cuyos
capullos se abren y desarrollan y despiden grata
fragancia, como flores 105 en el jardín de Dios.
Los maestros deberían ser estudiantes diligentes
de la Palabra de Dios, y revelar siempre el
hecho de que están aprendiendo diariamente
lecciones en la escuela de Cristo, y que son
aptos para comunicar a otros la luz que ellos
han recibido de Aquel que es el Gran Maestro, la
Luz del mundo.
Los maestros deberían reconocer su
responsabilidad y echar mano de toda oportunidad
para perfeccionarse, a fin de rendir la mejor
clase de servicio de una manera que tenga por
resultado la salvación de las almas. Así los
maestros como los discípulos deberían despertar
y reconocer la importancia de manifestar
diligencia y perseverancia en el estudio de la
Palabra de Dios. Deberían estar mucho en
comunión con Dios, de modo que las tentaciones
mezquinas no los dominen, y puedan resistir con
buen éxito la indolencia y la apatía. Nada de
ociosidad, nada de complacencia propia deberían
permitirse aquellos que profesan ser obreros
cristianos. TES 60, 61.
Un representante de la
verdadera religión
El obrero de la escuela sabática verdaderamente
convertido no se dejará amoldar a las costumbres
y prácticas del mundo, sino que se mantendrá
firme en una independencia moral. Dará un
ejemplo consecuente con lo que profesa ser,
apartándose del mundo y manteniéndose separado
de su espíritu y sus modas. No se dejará mover
en lo más mínimo de su firme propósito 106 de
ser uno con Cristo, ni cederá una jota de su
posición de fidelidad a Dios, frente al orgullo,
la complacencia en materia de diversiones
egoístas y la inversión de medios para
satisfacer la inclinación o amor a la
ostentación; antes al contrario, será un ejemplo
en espíritu, en comportamiento y en
indumentaria.
Obrero de la escuela sabática, ¿qué norma
quieres satisfacer: la de Cristo o la del mundo?
¡Oh! ¿no dirás: "Levantaré la cruz y seguiré a
Jesús" ? ¿ No quieres cultivar su ternura en la
persuasión, su fervor en la exhortación y
ejemplificar los sublimes principios de la
verdad, mostrando en la vida y el carácter lo
que la religión de Cristo ha hecho por ti? ¿No
prestaremos atención todos a la exhortación del
apóstol: "Vestíos del Señor Jesucristo; y no
hagáis caso de la carne en sus deseos" ?
Hay necesidad de revelar la religión genuina
delante de la juventud. Tal religión resultará
ser un poder vital, una influencia que lo
penetra todo. De una devoción sincera, manarán
gozo, frescura y un continuo crecimiento, y ésta
es la religión que deben contemplar los jóvenes
si han de ser atraídos a Cristo. Esta clase de
religión dejará en las almas su divina impronta,
y aquel que la posea, será renovado mental y
físicamente por la refrigerante gracia de Dios.
Probadla durante un año vosotros los que sois
educadores y maestros en nuestras escuelas
sabáticas y escuelas primarias, y veréis si no
107 podréis decir: "El Señor ha obrado
maravillosamente por nosotros, pues muchas almas
han sido traídas al Maestro, como gavillas
preciosas para el alfolí celestial." TES 50 -
52.
El examen propio
El Señor quiere que los maestros de nuestras
escuelas sabáticas se examinen a sí mismos para
ver si están en el amor de Dios. En la vida de
todos aquellos que trabajan en la causa de Dios,
vendrán pruebas de parte de Dios para probar el
carácter. Los maestros deberían estar
constantemente aprendiendo y esforzándose para
obtener una comprensión más cabal y un juicio
correcto de las cosas de Dios. Hay peligro de
que los maestros se vuelvan confiados en sí
mismos, y tengan tanta estimación propia, que no
comprendan sus propias deficiencias; que son
estrechas sus ideas, y que no amplían sus
horizontes, ni progresan. No aumentan su
capacidad sino su altivez. No le dan cabida a
Jesús en su corazón y en su vida. El maestro
debería cultivar sus facultades y el don del
habla, de manera que pudiera hablar
distintamente, articulando en forma inteligible.
Deben cultivar las facultades mentales, y no
dejar tan débiles ni tan confusos los poderes
del pensamiento que no puedan explicar ni
entender las doctrinas de nuestra fe. Si el
maestro no es persona de piedad sincera, de
pureza, de abnegación, ni está dispuesto a
soportar inconvenientes, no es apto para esta
obra 108 grande y solemne. Es el deber del
maestro probar sus propias facultades, su propio
espíritu, y comprender por medio de un examen
estricto de sí mismo, su verdadera posición
delante de Dios. . .
El ejemplo del maestro
Si el que acepta la responsabilidad de enseñar
no posee todas las cualidades necesarias, pero
siente la responsabilidad de su cargo, hará
cuanto pueda para aprender. Cultivará la
reverencia, la alegría de espíritu y la firmeza.
Sea vuestro comportamiento de carácter tal que
vuestra clase aprenda a tener pensamientos
solemnes y reverencia hacia Dios. Aunque las
ideas sean presentadas con simplicidad, el
lenguaje, al hablar de Dios, de Cristo de sus
sufrimientos, de su resurrección como realidades
para vosotros, debería elevar las mentes muy por
encima de las cosas terrenales y hacerles sentir
que están en la presencia del Infinito.
La escuela sabática no es el lugar apropiado
para esa clase de maestros que van solamente por
la superficie, que tienen mucha labia y hablan
con espíritu de liviandad tocante a las verdades
decisivas y eternas, que son más altas que los
cielos y más anchas que los mundos. El
comportamiento de la clase revelará el carácter
de un maestro, según se manifiesta por el
ejemplo que da ante ella. Si son descorteses y
siguen siéndolo, si son irreverentes, ha de
haber alguna causa, y el asunto necesita ser
investigado a fondo. 109
La reverencia y la cordialidad
El maestro puede ser reverente y, sin embargo,
alegre. Y en lugar de tener maneras petulantes
debería escudriñar las cosas profundas de Dios.
Cualquier afectación no será natural. Reciba la
clase la impresión de que la religión es una
realidad, que es deseable; pues trae paz,
descanso y felicidad. No permitáis que vuestra
clase reciba la impresión de que un carácter
frío, falto de simpatía, es religión. Que la paz
y la gloria de la presencia de Cristo en el
corazón hagan que el rostro exprese su amor, que
los labios profieran gratitud y alabanza.
Los que acostumbran a estar en comunión con Dios
reflejarán su luz en el rostro. Los niños
aborrecen la sombra de las tinieblas y la
tristeza. Su corazón responde a la brillantez, a
la alegría y al amor. Aunque un maestro debe ser
firme y resuelto, no debe ser severo, exigente
ni dictatorial. El maestro necesita una
autoridad revestida de dignidad; de otra manera
carecerá de esa habilidad que haría de él un
maestro de éxito. Los niños son prontos para
discernir cualquier debilidad o defecto en el
carácter del maestro. El comportamiento hace su
impresión. Las palabras que pronunciáis no les
darán el molde debido, a menos que vean en
vuestro carácter el modelo. Un carácter
cristiano correcto, ejemplificado en la vida
diaria, hará mucho en pro de la formación del
carácter de vuestra clase, más, mucho más, que
todas vuestras 110 enseñanzas y muy repetidas
lecciones. Dios nos ha relacionado de tal manera
individualmente con la gran trama de la
humanidad que inconscientemente hacemos nuestras
las maneras, prácticas y costumbres de aquellos
con quienes nos relacionamos. Y no permita Dios
que se deje al menor de estos pequeñitos
desviarse de la senda trazada para que caminen
en ella los redimidos del Señor. Tenga el
maestro piedad práctica, para que el carácter y
el amor de Jesús sean revelados en él.
La escuela sabática no es un lugar de
pasatiempo, para entretener y divertir a los
niños, aunque si es debidamente dirigida, puede
ser todo esto; sino que es un lugar donde se
educa a los niños y a la juventud, donde se le
abre la Biblia al entendimiento, mandamiento
tras mandamiento, precepto tras precepto, un
poco aquí y un poco allí. Es un lugar donde se
ha de impartir la luz de la verdad. No todos los
que enseñan en nuestras escuelas sabáticas se
preparan para la tarea. Sienta cada maestro que
debe saber más, que tiene que llegar a conocer
mejor a aquellos con quienes tiene que tratar, a
conocer mejor los mejores métodos de impartir
conocimientos; y que cuando haya hecho lo mejor
que pueda, todavía le faltará mucho. TES
103-106. 111
La influencia del maestro
Es nuestro propio carácter y experiencia lo que
determina nuestra influencia sobre los demás.
Para convencer a otros del poder de la gracia de
Cristo, debemos conocer su poder en nuestro
propio corazón y en nuestra propia vida. El
Evangelio que presentamos para la salvación de
las almas debe ser el Evangelio por el cual
nuestras propias almas hayan sido salvadas.
Solamente por una fe viva en Cristo como
Salvador personal es posible que hagamos sentir
nuestra influencia en un mundo escéptico. Si
queremos desviar a los pecadores de la rápida
Corriente, nuestros propios pies deben estar
firmemente asentados en la Roca, Cristo Jesús.
La insignia del cristianismo no es una señal
exterior, no consiste en usar una cruz o una
corona, sino en aquello que revela la unión del
hombre con Dios. Por el poder de su gracia
manifestada en la transformación del carácter,
el mundo ha de ser convencido de que Dios ha
enviado a su Hijo como su Redentor. Ninguna otra
influencia que pueda rodear el alma humana tiene
tal poder como la influencia de una vida
abnegada. El más poderoso argumento en favor del
Evangelio es un cristiano amable y amante. TSS
115, 116.
Paciencia con los descarriados
Recordad que no podéis leer los corazones. No
podéis conocer los motivos que impulsan las 112
acciones que os parecen erróneas. Hay muchos que
no han recibido la debida educación; sus
caracteres son tortuosos, son duros y
retorcidos, y parecen sinuosos en todas formas.
Pero la gracia de Cristo puede transformarlos.
Nunca los echéis a un lado, nunca los induzcáis
al desánimo o a la desesperación diciéndoles:
"Usted me ha chasqueado, y no trataré de
ayudarlo." Unas pocas palabras habladas
apresuradamente bajo la provocación
precisamente lo que nosotros pensamos que
merecen pueden cortar las cuerdas de la
influencia que habría atado sus corazones al
nuestro.
La vida consecuente, la paciente tolerancia, el
espíritu sereno bajo la provocación, es siempre
el argumento más concluyente y el más solemne
llamamiento. Si habéis tenido oportunidades y
ventajas que no les hayan tocado en suerte a los
demás, considerad este hecho y sed siempre
maestros sabios, cuidadosos y amables.
A fin de que la cera admita una impresión fuerte
y clara del sello, no la golpeáis con el sello
en forma apresurada y violenta; colocáis el
sello cuidadosamente sobre la plástica cera y en
forma tranquila y firme lo apretáis hasta que se
haya endurecido en el molde. De la misma manera
tratad con las almas humanas. La continuidad de
la influencia cristiana es el secreto de su
poder, y esto depende de que vosotros
perseveréis en la manifestación del carácter de
Cristo. Ayudad a los que hayan errado, 113
contándoles lo que os ha ocurrido a vosotros.
Mostradles cómo, cuando hicisteis graves
errores, la paciencia, la bondad y la
disposición a ayudaros manifestada por vuestros
colaboradores os dieron valor y esperanza.
Hasta el día del juicio no conoceréis la
influencia de una conducta amable y considerada
hacia el inconsecuente, el irrazonable o el
inmerecedor. Cuando nos encontramos con
ingratitud y traición de sagrados cometidos,
somos incitados a manifestar nuestro enojo o
indignación. Estas cosas, según lo que espera el
culpable, están preparadas para él. Pero la
bondadosa tolerancia los sorprende y a menudo
despierta sus mejores impulsos, y los induce a
llevar una vida más noble. TSS 116, 117.
Tolerancia hacia los demás
Toda asociación en la vida exige que ejerzamos
dominio propio, tolerancia y simpatía. Diferimos
tanto en disposiciones, hábitos, educación, que
nuestro modo de considerar las cosas es
diferente. Nuestro juicio lo es también. Nuestro
modo de entender la verdad, nuestras ideas
respecto del comportamiento en la vida, no son
idénticos en todos los puntos. No hay dos
personas cuyas experiencias sean iguales en todo
particular. Las pruebas de uno no son las de
otro. Los deberes que a uno le parecen fáciles,
son para otro en extremo difíciles y lo dejan
perplejo. 114
Tan frágil, tan ignorante, tan sujeta a mala
inteligencia es la naturaleza humana, que cada
cual debe ser prudente al apreciar a su prójimo.
Poco sabemos de la influencia de nuestros actos
en la experiencia de los demás. Lo que hacemos o
decimos puede perecernos de poca monta, cuando,
si pudiéramos abrir los ojos, veríamos cuán
importantes son los resultados que de aquello
dependen para bien o mal. TSS 117.
El mejoramiento propio
Debido a que hay tan poca nobleza de carácter,
tanta simulación que rodea a la juventud, existe
la mayor necesidad de que las palabras del
maestro, su actitud, su conducta, representen lo
elevado y lo verdadero. Los niños captan
rápidamente la afectación o cualquier otra
debilidad o defecto. El maestro no puede obtener
el respeto de sus alumnos de otra manera que
revelando en su propio carácter los principios
que él trata de enseñarles. . .
Pero la utilidad del maestro depende no tanto de
la cantidad real de sus conocimientos,- como de
las normas que se propone alcanzar. El verdadero
maestro no se contenta con pensamientos oscuros,
con una mente indolente o una memoria floja.
Constantemente trata de lograr adquisiciones más
altas y métodos mejores . La suya es una vida de
continuo crecimiento. En la obra de un maestro
tal hay frescura, poder vivificante, que
despierta e inspira a sus alumnos. . . 115
Se necesitan maestros que descubran rápidamente
y aprovechen toda oportunidad para hacer el
bien; que combinen con el entusiasmo la
verdadera dignidad; que sean capaces de dominar,
"aptos para enseñar;" que puedan inspirar el
pensamiento, despertar la energía e impartir
valor y vida.
Las ventajas de un maestro pueden haber sido
limitadas de manera que no posea calificaciones
intelectuales tan altas como podría desearse;
sin embargo, si tiene la debida compenetración
de la naturaleza humana; si tiene un amor
genuino por su obra, un aprecio de su magnitud y
una determinación de mejorar; si está dispuesto
a trabajar fervorosamente y en forma
perseverante, comprenderá las necesidades de sus
alumnos, y por su espíritu de simpatía y de
progreso, los inspirará a seguir mientras trata
de conducirlos hacia adelante y hacia arriba;
los niños y los jóvenes que se hallan al cuidado
del maestro difieren ampliamente en
disposiciones, hábitos y educación. Algunos no
tienen propósito definido o principios fijos.
Necesitan ser despertados a sus
responsabilidades y posibilidades.
El que discierne las oportunidades y los
privilegios de su obra no permitirá que nada se
interponga en el camino de un esfuerzo fervoroso
para progresar. No ahorrará esfuerzo para
alcanzar la más alta norma de excelencia. Se 116
esforzará por ser él mismo todo lo que desea que
sus alumnos lleguen a ser. TSS 118, 119.
Provisión para aumentar la
capacidad
Debemos tener maestros consagrados que amen a
Dios sobre todas las cosas y a sus prójimos como
a sí mismos. El Señor ha hecho amplia provisión
para que los maestros tengan mayor capacidad de
sábado en sábado, para que puedan enseñar con
algún propósito, trabajando para lo presente y
para la eternidad. Necesitamos en nuestras
escuelas hombres y mujeres jóvenes que posean
una piedad vital, no una experiencia ordinaria y
superficial, sino una profunda piedad interior,
que es el resultado de estar diariamente
aprendiendo en la escuela de Cristo, con el
objeto de impartir a otros las preciosas
lecciones que Jesús les ha enseñado.
Aquellos que se contentan sencillamente con
seguir una determinada rutina árida y con dar
vueltas, errarán el blanco, no logrando hacer la
obra que un maestro de la escuela sabática
debería hacer; pero si los que se ocupan en este
importante ramo de la causa de Dios son
cristianos en el sentido pleno de la palabra, si
hacen en el temor de Dios la obra que él les ha
dado, trabajando con amor por las almas por
quienes Cristo murió, serán colaboradores con
Dios. . .
Los
maestros deben ser ejemplares
Los maestros deberían presentar delante de la
juventud un ejemplo correcto, en espíritu y 117
comportamiento, y en su indumentaria. Deberían
vestir ropas sencillas y ser de espíritu tan
humilde como un niño y a la vez puros y
elevados, porque ellos están en la presencia de
Dios para representar delante de sus alumnos el
carácter de Cristo. Con espíritu de devoción y
ternura de corazón deberían mirar a los que
están a su cargo, recordando que Jesús dijo:
"Mirad no tengáis en poco a alguno de estos
pequeños; porque os digo que sus ángeles en los
cielos ven siempre la faz de mi Padre que está
en los cielos." . . .
Si los maestros siempre tuvieran presente que el
Espíritu Santo es quien tiene que revelar al
alma vislumbres de las cosas celestiales, y que
a medida que ellos trabajan con el espíritu de
Cristo, ese instrumento celestial está
impresionando la mente con la verdad divina; si
ellos siempre reconociesen que hay ángeles en
derredor de ellos y que se hallan en terreno
santo, se haría una obra mucho más eficiente en
nuestras escuelas sabáticas. Los maestros no
carecerían de gracia y poder espirituales,
porque se darían cuenta de la presencia divina;
comprenderían que ellos no son sino los
instrumentos humanos por medio de quienes Cristo
está comunicando la luz celestial. Su obra
estaría llena de fervor y poder, y ellos sabrían
que el Espíritu ayuda sus flaquezas. TES 46 -
48.
Cristo y no el hombre ha de ser el modelo
Que el maestro de la escuela sabática no imite
el ejemplo de los que no creen en el 118
conocimiento de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo, ni aun cuando aquellos que ministran
en el púlpito sagrado les hayan dado tal
ejemplo. El que quiere ser aceptado como
colaborador de Dios no debe estar imitando el
tono, las maneras o ideas de otro hombre. Tiene
que aprender de Dios, y estar dotado de
sabiduría celestial. Dios ha dado el don de la
razón y la inteligencia tanto a un obrero como a
otro; y según vuestra capacidad, habéis de
entregar los talentos a los "banqueros." El
Señor no quiere que ningún obrero sea la mera
sombra de otro a quien admire. El maestro tiene
que crecer hasta la medida de la estatura de
Cristo; no hasta la medida de algún mortal
finito y errante. Tenéis que crecer en la
gracia, y ¿dónde puede hallársela? Sólo en
Cristo, el Modelo divino.
Mire, pues, cada cual a Cristo, e imite al
Modelo divino. Que cada obrero empeñe hasta lo
sumo sus facultades para trabajar en armonía con
el plan de Dios. Aprenda en la escuela de
Cristo, a fin de ser sabio para instruir a
otros. Los que son puestos bajo el cuidado del
maestro de la escuela sabática necesitarán la
sabiduría y la experiencia que Dios puede dar al
que sigue a Cristo. Aprenda el maestro de la
mansedumbre y humildad de corazón de Cristo, a
fin de ser un maestro verdadero, y gane a sus
alumnos para Cristo, para que ellos, a su vez,
lleguen a ser fieles misioneros en el gran campo
de la siega. TES 83, 84, 119
El amor como poder
compulsivo
Manifestamos muy poca simpatía en nuestro
trabajo por las almas. No existe ese poder de
suplicar, instar y atraer que Dios quiere que
ejerzamos para que se reconcilien las almas con
él. Si enseñamos la verdad como es en Jesús, no
se considerará la religión como una tarea
desagradable, sino como un deleite. Manifiesten
los maestros en su labor alegría, gratitud, y un
corazón lleno de ternura y compasión cristianas,
y leuden los corazones de sus alumnos con el
espíritu de amor desinteresado, porque éste es
el espíritu que impregna el cielo. ¿No dejarán
los obreros de la escuela sabática todo orgullo
y amor propio, y llegarán a ser sinceramente y
de todo corazón hacedores de la palabra?
"Vestíos del Señor Jesucristo; y no hagáis caso
de la carne en sus deseos." La fe genuina confía
en Cristo y se somete a él sin vacilación ni
reserva, consintiendo en seguirle dondequiera
que vaya. Cuando esto se cumpla, como resultado
de esfuerzos bien dirigidos, le serán traídas
muchas almas al Maestro como gavillas preciosas.
Los padres y maestros deberían procurar
impresionar la mente de los niños desde sus
primeros años con la importancia de la
salvación. Deberían enseñar a los niños que Dios
es su Padre Celestial, que su amor les es
expresado en el don de su unigénito Hijo, y que
el Salvador del mundo demostró su amor para con
ellos 120 viniendo a nuestro mundo a morir, para
que nosotros pudiésemos vivir. Si estas
lecciones son presentadas con amor y ternura,
dejaran en la mente y el corazón de la juventud
una impresión duradera. Así como el espejo
refleja imágenes y objetos cuando son revelados
por la luz del sol, así la mente reflejará estos
temas cuando sean iluminados por el amor de
Cristo. TES 109, 110.
La sencillez y la simpatía
¡Cuán importantes son las lecciones que se
pueden dar a los niños y jóvenes, exponiéndoles
las Escrituras con la sencillez de Cristo! Deje
en casa el maestro todas las palabras difíciles
y altisonantes, y utilice solamente las palabras
más sencillas, que serán comprendidas con
facilidad por la mente de los niños.
Pero para ser maestro de éxito, no sólo deben
ser sencillos vuestros métodos de enseñanza,
sino que debéis manifestar simpatía y amor en la
escuela sabática. Los niños reconocerán este
elemento y recibirán su influencia. Los hombres
y mujeres sólo son niños adultos. ¿Acaso no
correspondemos nosotros a las palabras y miradas
de simpatía y amor genuinos? Jesús, el divino
Maestro, les aseguró a sus discípulos su amor
hacia ellos. Tomó sobre sí la naturaleza humana
sin otro propósito que el de manifestar a los
hombres la misericordia, el amor y la bondad de
Dios al hacer provisión para la salvación 121 y
felicidad de sus criaturas. Con este fin murió.
Mientras pronunciaba sus más tiernas palabras de
simpatía, se regocijaba pensando que su
intención era hacer "infinitamente más" que todo
cuanto ellos podían pedir o aun pensar.
Diariamente mostró delante de ellos, mediante
obras de bendición para el hombre, cuán grandes
eran su ternura y amor para con el género humano
caído. Su corazón era un manantial de inagotable
compasión, en el cual el anhelante corazón podía
ser provisto del agua de la vida.
Cuando Jesús hablaba a las gentes, quedaban
atónitas de su doctrina, porque les enseñaba
como quien tiene autoridad, y no como los
escribas. Los escribas habían trabajado para
afirmar sus propias teorías, y tenían que
esforzarse para sostenerlas y para conservar su
influencia sobre las mentes del pueblo mediante
una interminable repetición de fábulas y
tradiciones pueriles. Los modelos más elevados
de instrucción pública consistían mayormente en
una repetición carente de vida de ceremonias sin
significado y en la reiteración de opiniones
superficiales. La enseñanza de Jesús inculcaba
de la manera más comprensible y sencilla las
ideas más trascendentales y las verdades más
sublimes, de modo que "los que eran del común
del pueblo le oían de buena gana." Esta es la
clase de instrucción que debería darse en
nuestras escuelas sabáticas. La luz del cielo,
tiene que ser reflejada de Jesús, el admirable
Maestro, y las almas de los niños 122 y jóvenes
deben ser iluminadas con la divina gloria de su
carácter y amor. Así, con hermosa sencillez, los
niños pueden ser conducidos al "Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo." - TES 44, 45.
Han de presentarse temas remozados
El alma debería ser como un almacén lleno de
valiosas y abundantes provisiones. En el
púlpito, en la escuela sabática, en el culto de
oración y en la sociedad, deberíamos tener temas
nuevos con que impartir luz a otros. Deberíamos
seguir el ejemplo de Jesús, el Maestro perfecto.
El educó a los hombres, revelándoles el carácter
del Dios vivo. Dijo: "Esta, empero, es la vida
eterna; que te conozcan el solo Dios verdadero,
y a Jesucristo, al cual has enviado." Este es el
terna importante que debe grabarse en la mente
de los jóvenes porque ellos necesitan tener un
conocimiento del carácter paternal de Dios, para
ser inducidos a subordinar los intereses
temporales a los eternos. Al contemplar el
carácter de Dios, se creará en el corazón de
ellos un intenso deseo de comunicar a otros la
hermosura y el poder de la verdad.
El poder
transformador de la religión
¡ Ojalá todo hombre, mujer y niño que tienen que
tratar con las mentes humanas, tengan la verdad
tan entretejida en el alma que se revele en el
espíritu, en las palabras, en el carácter y 123
en las acciones! El poder santificador de la
verdad debería inducir a todo aquel que enseña
en la escuela sabática, o que ocupa un puesto en
nuestras instituciones, a tener una experiencia
tal que pueda decir: "Yo sé a quién he creído."
Hay poder transformador en la religión de
Jesucristo, y este poder debe manifestarse en
nosotros por una humildad mucho mayor, por una
fe viva y más ferviente, a fin de que lleguemos
a ser una luz para el mundo. El yo debe ser
humillado y Cristo ensalzado. ¿ Por qué aquellos
a quienes Dios confía algún trabajo en su viña
moral se engríen tan fácilmente?
Preguntas escudriñadoras
Por qué muchos parecen creer que una posición de
responsabilidad enaltece al que la ocupa? ¿Por
qué se vuelven tan llenos de confianza en sí
mismos, siendo que dependen tan enteramente del
sacrificio expiatorio? ¿Por qué en algunos hay
tanta falta de ternura, tan poca obra de
corazón? Porque los que confían en sí mismos no
han caído sobre la Roca ni han sido
quebrantados. Por esta razón hay tan poca
confianza en Dios, tan poco arrepentimiento
ferviente y contrito, tanta falta de oración
fervorosa. Bien puede preguntarse cada maestro:
¿He recibido el Espíritu Santo desde que creí?
He recibido a Cristo como mi Salvador personal ?
Contéstense solemnemente estas preguntas. 124
Todo momento es oro
Si aquellos que están ocupados en la obra de
Dios son cristianos individualmente, sus obras
lo revelarán. Presentarán a Cristo ante aquellos
con quienes se relacionen. Los maestros de la
escuela sabática no ocuparán el tiempo con
asuntos faltos de importancia, porque
comprenderán que cada momento es oro, y que debe
emplearse trabajando con toda diligencia en el
huerto del Señor. La obra de Cristo en el
santuario celestial, donde él está presentando
su propia sangre cada momento ante el
propiciatorio, haciendo intercesión por
nosotros, debería impresionar debidamente el
corazón, de modo que reconociésemos el valor de
cada momento. Jesús siempre vive para hacer
intercesión por nosotros; pero un solo momento
malgastado no puede ser jamás recobrado.
Consideren los maestros y alumnos el importante
hecho de que Cristo no cesa de hacer su solemne
obra en el santuario celestial, y si tenéis
puesto el yugo de Cristo, si lleváis su carga,
estaréis haciendo una obra semejante en carácter
a la de vuestra Cabeza viviente. TES 92 - 94.
El semblante es un índice del carácter
Los maestros de las diferentes clases deberían
tener a cada niño en su corazón y bajo su
especial cuidado.
Es imposible hacer esta obra para lo presente y
para la eternidad, a menos que el maestro tenga
125 comunión íntima con Dios. Jesús ha dicho:
"Escudriñad las Escrituras. porque a vosotros os
parece que en ellas tenéis la vida eterna; y
ellas son las que dan testimonio de mí." No
fomentéis una manera superficial de investigar
la verdad. Haced que cada punto de la verdad sea
claro y distinto para el entendimiento de los
niños. No aglomeréis de una vez sobre sus mentes
una acumulada cantidad de asuntos. La preciosa
Palabra de Dios ha de ser una lámpara para su
senda, y una luz para sus pies. Impresionad sus
mentes con el pensamiento de que es un
privilegio andar en la luz. Es el camino de paz,
pureza y santidad, trazado para que avancen por
él los redimidos del Señor. Cristo ha mostrado
este camino; él es el verdadero pastor;
siguiéndole, se evitan las sendas descarriadas y
las trampas peligrosas.
De la Palabra de Dios han de aprender que todos
los que entren en el cielo deben tener un
carácter perfecto; porque al tenerlo, se
encontrarán con su Señor en paz. Muchos niños y
jóvenes llevan estampado su carácter en su
semblante. Llevan la historia de su vida en las
facciones del rostro. Los obreros verdaderos
deberían imprimir en la mente de los niños un
carácter hermoso, puro, semejante al de Cristo,
que transfigure el semblante. Si Cristo es el
principio permanente del corazón. podréis leer
pureza, refinamiento, paz y amor en las
facciones del rostro. En otros semblantes un
carácter malo exhibe su letrero; se hallan allí
expresados el egoísmo, la astucia, el 126
engaño, la falsedad, la enemistad y los celos.
¡Cuán difícil es que la verdad impresione el
corazón y el semblante de tales caracteres!
El cultivo del carácter
Es necesario dar ahora atención especial al
cultivo del carácter. Haya en vosotros los
mismos sentimientos que hubo también en Cristo
Jesús, a fin de que eleven y ennoblezcan tanto
al primero como al último de los obreros de
nuestras escuelas sabáticas, de manera que Jesús
no se avergüence de reconocerlos como sus
colaboradores. Cristo ha provisto toda la
cultura espiritual para sus hijos. Si Jesús mora
en el alma, el corazón se llena de las santas
gracias de su Espíritu, el cual se manifiesta en
la transformación de las facciones. Si queréis
tener hermosura y amabilidad de carácter, debéis
tener la ley divina escrita en el corazón y
practicarla en la vida. TES 24, 25.
Hagamos prácticas las lecciones
Entren los maestros con alma y vida en la
materia de que trata la lección. Hagan planes
para hacer una aplicación práctica de la lección
y despertar interés en la mente y el corazón de
los niños que tienen a su cargo. Hallen las
actividades de los alumnos campo donde
ejercitarse resolviendo los problemas de la
verdad bíblica. Los maestros pueden dar carácter
a este trabajo, de manera que los ejercicios no
resulten secos y faltos de interés.
127 Los maestro no hacen de los ejercicios de la
escuela sabática una obra tan ferviente como
debieran. Deberían acercarse al corazón de los
alumnos mediante la aptitud, la simpatía y un
esfuerzo paciente y determinado por interesar a
cada alumno en la salvación del alma. Estos
ejercicios deberían llegar a ser enteramente lo
que el Señor quiere que sean, a saber, momentos
de profunda convicción de pecado y de reforma
del corazón. Si se hace la debida clase de obra
de una manera hábil y cristiana, las almas se
convencerán y harán la pregunta: "¿Qué es
menester que yo haga para ser salvo?' TES 15.
El uso de elementos auxiliares
Se han hacho esfuerzos para interesar a los
niños en la causa. pero no los suficientes.
Deberían hacerse más interesantes nuestras
escuelas sabáticas. Las escuelas públicas
durante los últimos años han mejorado
grandemente sus métodos de enseñanza. Se hace
uso de lecciones prácticas, cuadros y
pizarrones, con el fin de aclarar a las mentes
juveniles las lecciones difíciles. Del mismo
modo puede simplificarse y hacerse intensamente
interesante la verdad presente para las activas
mentes de los niños.
Padres a quienes no se puede alcanzar de ninguna
otra manera, se alcanzan frecuentemente por
medio de sus hijos. Los maestros de la escuela
sabática pueden instruir en la verdad a los
niños, y éstos, a su vez, la llevarán al círculo
del 128 hogar. Pero pocos maestros parecen
comprender la importancia de este ramo de la
obra. Los métodos de enseñanza que han sido
adoptados con tanto éxito en las escuelas
públicas, podrían emplearse con resultados
similares en la escuela sabática, y ser el medio
para traer muchos niños a Jesús y educarlos en
la verdad bíblica. Esto hará mucho mayor bien
que una excitación religiosa de carácter
emocional, que pasa tan rápidamente como viene.
Debe abrigarse el amor de Cristo. Se necesita
tener más fe en la obra que creemos que ha de
hacerse antes de la venida de Cristo. Debe haber
más trabajo hecho con abnegación y sacrificio y
orientado en la debida dirección Se debe
estudiar con meditación y oración cómo trabajar
de la manera más ventajosa. Deben madurarse
planes cuidadosos. 11 ay entre nosotros mentes
que, si tan sólo se las usara, manifestarían la
capacidad creadora y ejecutiva que tienen. Los
esfuerzos inteligentes y bien dirigidos,
tendrían grandes resultados. TES 11, 12.
Errores señalados
La escuela sabática, si es bien dirigida, es uno
de los grandes instrumentos de Dios para traer
almas al conocimiento de la verdad. No es el
mejor plan que solo los maestros hablen. Ellos
deberían inducir a los miembros de la clase a
decir lo que saben. Y entonces el maestro, con
pocas palabras y breves observaciones o
ilustraciones, 129 debería imprimir la lección
en sus mentes. Bajo ninguna circunstancia
deberían los maestros pasar mecánicamente la
lección y sentarse luego, dejando a los niños
mirando en derredor o cuchicheando y jugando,
como los hemos visto hacer. Semejante enseñanza
no es beneficiosa; muchas veces es perjudicial.
Si el maestro está debidamente preparado, cada
momento puede ser usado con provecho. Las
activas mentes de los niños deberían ser
mantenidas constantemente ocupadas. Se les
debería hacer expresar sus ideas y corregirlas o
aprobarlas, según requiera el caso. Pero nunca
debería el maestro sentarse y decir: "He
terminado." TES 21.
Indolencia espiritual *
En algunas escuelas sabáticas se dan puestos a
personas que carecen de aptitud para enseñar,
que no tienen amor ferviente por las almas. No
comprenden ellas mismas ni a medias las
orientaciones prácticas de la verdad. ¿Cómo,
pues, pueden conducir a los niños y a los
jóvenes al vivo Manantial? Beban los maestros
mismos en abundancia del agua de la salvación, y
los ángeles de Dios les prestarán ayuda, y ellos
sabrán justamente qué conducta quiere el Señor
que adopten a fin de ganar para Jesús a la
preciosa juventud. Esto requiere aptitud,
voluntad, perseverancia, y un espíritu como el
que tenía Jacob cuando luchó en oración y
exclamó: "No te dejaré, si no me bendices."
Cuando la bendición de Dios descansa 130 sobre
los maestros, no puede menos que manifestarse a
aquellos que están bajo su cuidado. Nunca
coloquéis a la juventud bajo el cuidado de
personas que son espiritualmente indolentes, que
no poseen aspiraciones nobles, elevadas y
santas; porque los mismos sentimientos de
indiferencia y farisaísmo, de la forma sin el
poder, se verán tanto en los maestros como en
los alumnos. TES 15, 16.
Discusión en la clase
En la escuela sabática deberían enseñarse
lecciones que arrojen luz en las cámaras del
corazón y de la mente. Y para que esto se lleve
a cabo, es menester que los maestros estén bajo
la influencia del Espíritu Santo, a fin de que
todo egoísmo quede en sujeción y que no se
profiera palabra presurosa ni se ejecute acción
inconsiderada alguna, sino que la gracia de Dios
pueda manifestarse trabajando con el esfuerzo
humano por la salvación de las almas. Este debe
ser el gran objeto de la obra de la escuela
sabática. No debería hacerse de la escuela
sabática un lugar de controversia; no es el
lugar de manifestar diferencias de opinión. No
se le dé entrada en la escuela a esta clase de
obra, y manténgase la armonía. Si se insinúan
ideas que son puestas en duda por algunos de los
miembros de la escuela, no se consienta en
levantar un espíritu de combate ni seguir una
discusión o controversia. TES 57. 131
La lectura de la lección
En algunas escuelas, siento decirlo, prevalece
la costumbre de leer del folleto la lección.
Esto no debería ser así. No hay necesidad de que
así sea, si el tiempo que muchas veces se emplea
inútil y pecaminosamente es dedicado al estudio
de las Escrituras. No hay razón alguna para que
las lecciones de la escuela sabática deban ser
aprendidas menos perfectamente por los maestros
o alumnos que las de la escuela diaria. Deberían
ser aprendidas mejor, puesto que tratan de
asuntos infinitamente más importantes. La
negligencia en esto desagrada a Dios. TES 12
Una
investigación superficial
Cada maestro de la escuela sabática debería
sentir que es un misionero para Dios. Debe
aprovechar sus momentos y su aptitud para
obtener un conocimiento de la Palabra de Dios,
que pueda impartir a sus alumnos. Los maestros
llegarán a ser ineptos para sus puestos si no
aprenden ellos mismos. Necesitan frescura de
ideas, planes nuevos y sabios, vida, tacto y
espíritu en su obra. Tienen que ser aptos para
enseñar.
El maestro no debería limitarse a la repetición
de las palabras escritas en el folleto de la
lección; sin embargo, necesita estar
perfectamente familiarizado con las palabras lo
mismo que con las ideas. Todo maestro, antes de
ponerse a la cabeza de su clase, debería tener
planes trazados con claridad en cuanto a lo que
desea hacer en 132 ese día y en esa ocasión.
Recitar una lección vosotros mismos delante de
la clase no es enseñarla; necesitáis palabras
sencillas e ideas fácil y claramente expresadas.
Aseguraos de que vuestros discípulos os
entienden. Si no pueden comprender vuestras
ideas, vuestro trabajo está perdido. No paséis
ligeramente por la superficie; ahondad. La
Biblia es la regla y la guía de la vida. Es
preciso que una doctrina sana sea puesta en
contacto con las mentes y los corazones de
vuestros discípulos; entonces producirá fruto,
pues se verá un proceder sano como resultado de
vuestros esfuerzos. TES 27, 28.
Observaciones largas y tediosas
Los que enseñan a los niños deberían abstenerse
de hacer observaciones tediosas. Las
observaciones cortas y al caso, ejercerán una
buena influencia. Si es necesario decir mucho,
compénsese la brevedad con la frecuencia. Unas
pocas palabras de interés, de cuando en cuando,
serán de más provecho que si se dijera todo de
una vez. Las pláticas largas cansan la mente de
los niños. El hablar demasiado les hará
fastidiosa aun la instrucción espiritual, así
como el comer demasiado recarga el estómago,
disminuye el apetito y produce hasta aversión a
la comida. Es posible que la mente de la gente
se harte de las pláticas excesivas. El trabajo
en pro de la iglesia, pero especialmente de la
juventud, debería ser mandamiento tras
mandamiento, precepto tras 133 precepto, aquí un
poco y allí otro poco. Dad a las mentes tiempo
para digerir las verdades con que las
alimentáis. A los niños hay que atraerlos hacia
el cielo, no con aspereza, sino con mucha
ternura. TES 116.
Lo que
significa ser un colaborador de Dios
"Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean
comedidos mostrándote en todo por ejemplo de
buenas obras; en doctrina haciendo ver
integridad, gravedad, palabra sana e
irreprensible: que el adversario se avergüence,
no teniendo mal ninguno que decir de vosotros."
Cuando falta la piedad sincera, cuando se
descuida la comunión diaria con Dios, el maestro
de la escuela sabática será seco y tedioso en su
manera de enseñar. Sus palabras no tendrán poder
para alcanzar el corazón de sus alumnos.
Ser colaboradores con Dios significa mucho más
que ir simplemente a la escuela sabática,
asistir a los cultos de la iglesia, participar
en la obra de enseñar y hablar en la reunión de
testimonios.
Colaborar con Dios significa que vuestro corazón
anhela fervientemente la salvación de las almas
pecadoras por quienes Cristo murió. Significa
que estáis llenos de solicitud por la obra, que
siempre estáis buscando cómo hacer interesante
vuestra instrucción, ideando maneras para que
con todas las facultades de vuestra naturaleza
que os han sido confiadas, podáis atraer en la
134 misma dirección en que Cristo está
atrayendo, a fin de que las almas sean ganadas
para su servicio y ligadas a él por las cuerdas
de su infinito amor.
La obra malograda por esfuerzos no
consagrados
Los colaboradores de Dios no tienen deseo de
evadir las obligaciones sagradas, sino que por
amor de Cristo están prontos para soportar
trabajos, sufrir privaciones y oprobio. Están
dispuestos a hacer frente a los rechazos, aunque
esto es difícil de soportar y humillante para el
orgullo humano. Pero el que colabora con Dios se
acordará de que Jesús soportó la vergüenza, el
insulto, el rechazo y la muerte a fin de poder
salvar a los que estaban perdidos. Cada parte de
la variada labor en el campo de la siega,
significa sacrificio y abnegación. Significa que
el tiempo que comúnmente se ocupa en asuntos de
menor importancia deberá ser dedicado a
escudriñar las Escrituras, para que sepáis cómo
trabajar con buen éxito en la obra que os ha
sido asignada. Significa que debéis
familiarizaros con el Espíritu de Dios.
Significa que debéis orar mucho, y meditar mucho
y seriamente en cómo podéis poner en ejercicio
toda capacidad vuestra y llevar adelante la obra
de Dios eficazmente.
Sois los siervos empleados por Dios,
comisionados para edificar su reino en la
tierra, y habéis de hacer vuestra parte para
salvar a las almas por las que Cristo pagó el
precio de su propia sangre. 135
¿Es entonces acaso cosa leve enseñar en la
escuela sabática, sin tener una preparación del
corazón para esta obra de tanta consecuencia?
Muchos de los que emprenden la enseñanza de una
clase sienten poco interés en ella, y por sus
esfuerzos no consagrados malogran la sagrada
obra. TES 73 - 75.
La tentación a revelar el yo
En cada grado, tanto en las clases primarias
como en las avanzadas, los maestros necesitan
mirar constantemente al gran manantial de luz en
busca de sabiduría, gracia y poder para amoldar
los corazones de sus alumnos, y para que puedan
tratar inteligentemente con los que han sido
comprados con la sangre de Cristo. Cada maestro
debe seguir humildemente a Aquel que es manso y
humilde de corazón. Nadie debería estudiar o
trabajar a fin de poder ser considerado como
maestro superior o persona de extraordinaria
habilidad, sino a fin de poder conducir las
almas a Cristo. Vendrán tentaciones de ostentar
el yo en todo lo que se haga; pero si se hace
esto, la obra será echada a perder, porque ello
inducirá a observaciones largas e insípidas que
no interesarán ni beneficiarán la mente de los
niños. TES 39, 40.
Demos
un servicio sincero
El Señor quiere tener en la obra de la escuela
sabática maestros que le sirvan de todo corazón,
que aumenten su talento por medio del ejercicio,
136 y que vayan mejorando lo que ya se ha
alcanzado. El Señor quiere tener en su iglesia
cristianos trabajadores; porque el que trabaja
tiene menos tentaciones que aquellos que tienen
poco que hacer. Los que verdaderamente creen en
Cristo llegarán a ser colaboradores de Dios.
Serán gobernados por su Espíritu; sus afectos
serán purificados, sus pasiones estarán en
sujeción, y en su vida aparecerán frutos
preciosos para gloria de Dios; porque los que en
verdad creen en Cristo reflejarán luz. TES 59.
La salvación de las almas es el interés más
elevado
Las obligaciones del maestro son pesadas y
santas, pero ninguna parte de la obra es más
importante que la de cuidar a los Jóvenes con
tierna y amante solicitud, para que puedan
sentir que tenemos amigos en ellos. Una vez que
ganamos su confianza, podemos conducirlos,
gobernarlos y prepararlos fácilmente. Los santos
motivos de nuestros principios cristianos deben
ser introducidos en nuestra vida. La salvación
de nuestros alumnos es el más elevado interés
confiado al maestro temeroso de Dios. El es un
obrero de Cristo, y su especial y determinado
esfuerzo debe ser salvar las almas de la
perdición y ganarlas para Cristo Jesús. Dios
requerirá esto de las manos de los maestros.
Cada uno debe llevar una vida de piedad, y
pureza, y efectuar un esfuerzo incansable en el
desempeño de todo 137 deber. Si el corazón
brilla con el amor de Dios, habrá un afecto puro
que es esencial, las oraciones serán fervientes,
y se darán fieles amonestaciones. Descuídense
estas cosas y las almas que están a vuestro
cuidado serán colocadas en peligro. Es mejor
invertir menos tiempo en dar largos discursos o
en el estudio absorbente y atender estos deberes
descuidados.
La perseverancia recompensada
Después de todos estos esfuerzos, los maestros
pueden encontrar que algunos de los que están a
su cargo desarrollarán caracteres sin
principios. Son flojos en las normas morales,
muchas veces como resultado de un ejemplo
vicioso y una disciplina paterna descuidada. Y
los maestros, aun haciendo todo lo que pueden,
no conseguirán inducir a estos jóvenes a una
vida de pureza y santidad, y después de paciente
disciplina, labor afectuosa y ferviente oración,
serán chasqueados por aquellos de quienes
esperaban tanto. Y en adición a esto, recibirán
reproche de los padres, porque no tuvieron el
poder de contrarrestar la influencia de su
propio ejemplo e imprudente dirección. El
maestro tendrá estos desánimos después de
cumplir con su deber. Pero debe continuar
trabajando, confiando en Dios para colaborar con
él, y manteniéndose virilmente en su puesto y
laborando con fe. Otros serán salvados para Dios
y su influencia será ejercida en la salvación de
los demás. Que el pastor, el maestro 138 de
escuela sabática y los maestros de nuestros
colegios, unan sus corazones, almas y propósitos
en la tarea de salvar a nuestros jóvenes de la
ruina. FE 116, 117.
Elevemos a Cristo
El Evangelio es el poder y la sabiduría de Dios,
si aquellos que dicen ser cristianos lo
representan correctamente. Cristo crucificado
por nuestros pecados es el pensamiento que debe
humillar en su propia estima a toda alma delante
de Dios. Cristo resucitado de los muertos,
ascendido al cielo y actuando como nuestro
intercesor viviente en la presencia de Dios, es
la ciencia de la salvación que necesitamos
aprender y enseñar a los niños y jóvenes. Cristo
dijo: "Yo me santifico a mí mismo; para que
también ellos sean santificados." Esta es la
obra que incumbe siempre a todo maestro. No debe
hacerse un trabajo descuidado en esto, porque
aun la obra de educar a los nulos en la escuela
diaria necesita mucho de la gracia de Cristo y
dominio propio. Aquellos que por naturaleza son
irritables, fáciles de provocar, y que han
estado acostumbrados a criticar y pensar mal,
deberían buscarse alguna otra clase de trabajo
que no reproduzca en los niños y en los jóvenes
ninguno de sus desagradables rasgos de carácter,
porque ellos han costado demasiado. El cielo ve
en el niño al hombre o la mujer no desarrollados
aún, dotados de capacidades y poderes que,
guiados y 139 desarrollados correctamente, con
sabiduría celestial, llegarán a ser los medios
humanos por los cuales obrarán las influencias
divinas, para que colaboren con Dios. Las
palabras ásperas y la continua censura aturden
al niño, pero jamás lo reforman. Retened esa
palabra impaciente; someted vuestro propio
espíritu al dominio de Jesucristo; entonces
aprenderéis a compadeceros de aquellos que
llegan a estar bajo vuestra influencia, y a
simpatizar con ellos. TES 95, 96.
Clases
enteras han de ser convertidas
Como obreros de Dios, necesitamos más de Jesús y
menos del yo. Deberíamos sentir una preocupación
mayor por las almas, y orar diariamente que se
nos dé fuerza y sabiduría para el sábado.
Maestros, visitaos con los miembros de vuestras
clases. Orad con ellos, y enseñadles a orar.
enternézcase el corazón, y sean breves y
sencillas pero fervientes las peticiones. Sean
vuestras palabras pocas, pero bien escogidas; y
aprendan ellos, de vuestros labios y vuestro
ejemplo, que la verdad de Dios tiene que estar
arraigada en sus corazones, o de lo contrario no
podrán soportar la prueba de la tentación.
Queremos ver clases enteras de jóvenes
convertirse a Dios, y crecer como miembros
útiles de la iglesia. TES 22, 23.
No permitáis que toda vuestra fuerza y energía
sea dedicada a las cosas mundanas y temporales
durante la semana, de manera que no 140 tengáis
energía ni fuerza moral para dedicar al servicio
de Cristo en el sábado. Hay que hacer obra
ferviente ahora mismo. No tenemos ni un momento
que emplear egoístamente. Hagamos todo con el
solo propósito de glorificar a Dios. No
descansemos jamás hasta que cada niño de nuestra
clase haya sido traído al conocimiento salvador
de Cristo. TES 16, 17.
El gozo supremo
Ante los que son aceptados como maestros de
nuestras escuelas se halla abierto un campo de
labor y de cultivo, para la siembra de la
semilla y la cosecha del grano maduro. ¿Qué cosa
puede dar mayor satisfacción que colaborar con
Dios en educar y preparar a los niños y los
jóvenes para amar a Dios y guardar sus
mandamientos? Conducid a Jesús los niños a
quienes estáis instruyendo en la escuela diaria
y en la escuela sabática. ¿Qué cosa puede daros
mayor gozo que ver a los niños y los jóvenes
siguiendo a Cristo, el gran pastor, que llama, y
a las ovejas y los corderos, que oyen su voz y
lo siguen? ¿Qué cosa puede inundar de mayor luz
el alma del obrero diligente y devoto que saber
que su trabajo paciente y perseverante no
resulta en vano en el Señor y que ver a sus
alumnos revelando el brillo del gozo en sus
almas porque Cristo les ha perdonado sus
pecados? ¿Qué cosa puede ser más satisfactoria
para el obrero que colabora con Dios. que ver a
los niños y los jóvenes recibiendo 141 las
impresiones del Espíritu de Dios en la verdadera
nobleza de carácter y en la restauración de la
imagen moral de Dios, a los niños buscando la
paz que viene del Príncipe de la paz? - FE 271.
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