Los Adventistas del Séptimo Día creen que:
Las Sagradas Escrituras compuestas del
Antiguo y Nuevo Testamento, son la Palabra
de Dios escrita, otorgada por inspiración
divina mediante hombres santos de Dios que
hablaron y escribieron movidos por el
Espíritu Santo. En su palabra, Dios ha
transmitido al hombre el conocimiento
necesario para la salvación. Las Sagradas
son una revelación infalible de su voluntad.
Son la norma de carácter, la prueba de la
experiencia, la autoridad reveladora de las
doctrinas, y el registro fidedigno de los
hechos de Dios en la historia.
Ningún libro ha sido tan amado, tan odiado,
tan reverenciado, tan condenado como la
Biblia.
La Revelación Divina
¿En qué formas se ha revelado Dios mismo y
qué función cumple la Biblia en su
revelación?
Revelación General:
La vislumbre del carácter de Dios que
proveen la historia, la conducta humana, la
conciencia y la naturaleza con frecuencia se
llama revelación general porque está
disponible a todos y apela a la razón. Los
cielos (Salmos 19:1) La naturaleza (Romanos
1:20); La familia (Isaías 66:13; Salmos
103:13.
Revelación Especial:
El pecado limita la revelación que Dios hace
de sí mismo. Tanto mediante el Antiguo y el
Nuevo Testamento Dios se reveló así mismo
ante nosotros en una forma específica, no
dejando lugar a dudas en cuanto a su
carácter de amor.
Primeramente se reveló mediante los
profetas; luego la revelación máxima,
mediante la persona de Jesucristo (Hebreos
1:1, 2). Necesitamos conocer a Dios mediante
Jesucristo (Juan 17:3; Efesios 4:21). Y
mediante las Escrituras Dios penetra en
nuestras limitaciones mentales, morales y
espirituales, comunicándonos su ansiedad por
salvarnos.
El Foco de las Escrituras:
Jesucristo es el foco de la Escritura. El AT
presenta al Hijo de Dios como el Mesías, el
Redentor del mundo; el NT lo revela como
Jesucristo, el Salvador. Jesús está colocado
al centro del escenario del drama cósmico.
El tema del amor de Dios, particularmente
como se ha visto en el sacrificio de Cristo
en el Calvario, es la mayor verdad del
universo, el foco de la Biblia. De modo que
todas las verdades bíblicas, deben
estudiarse en torno a esta perspectiva.
El Origen de la Escrituras:
La autoridad de la Biblia tanto en asuntos
de fe como de conducta, surge de su origen.
Los mismos escritores sagrados la consideran
distinta de toda la demás literatura. Se
refirieron a ella como las Santas Escrituras
(Rom.1:2), Sagradas Escrituras (2Tim.3.15),
y Palabra de Dios (Rom.3:2; Heb.5:12)
La individualidad de las Escrituras está
basada en su mismo origen. (Isa.1:1; Amos
1:1; Miq.1:1; Hab.1:1; Jer.38:21)
Los escritores señalaron al Espíritu Santo
como el Ser que inspiraba a los profetas a
comunicar los mensajes al pueblo. (Neh.9:30;
Zac.7:12; 2Sam.23:2; Eze.2:2; 11:5,24, Miq.3:8)
El NT reconoció el papel del Espíritu Santo
en la producción del AT. (Mar.12:36; Hech.28:25;
1Ped.1:10; 2Ped.1:21; Heb.3:7; 9:8)
Los escritores del NT reconocieron también
al Espíritu Santo como la fuente de sus
propios mensajes. (1Tim.4:1; Apoc.1:10; Hech.1:2;
Efe.3:3-5)
Dios las escribió, no con sus manos, sino
con otras manos más o menos cuarenta pares-,
en un periodo de más de 1500 años. Y por
cuanto Dios el Espíritu Santo inspiró a los
escritores, Dios entonces es el autor.
La Inspiración de las Escrituras:
2Timoteo 3:16. Griego theopneustos:
Inspiración, literalmente significa alentada
de Dios, Dios respiró la palabra en las
mentes de los hombres. La inspiración es el
proceso mediante el cual Dios comunica sus
verdades eternas.
El proceso de inspiración: 2Pedro 1:21 Estas
revelaciones fueron incorporadas en el
lenguaje humano con todas sus limitaciones e
imperfecciones; sin embargo, permanecieron
como el testimonio de Dios. Dios inspiró a
los hombres, no las palabras. (1Cor.14:32)
La inspiración genuina no anula la
individualidad ni la razón, integridad o
personalidad del profeta. Podemos tomar como
ejemplo la relación de Moisés y Aarón
(Ex.7:1; 4:15,16)
En una ocasión Dios mismo habló y escribió
las palabras exactas. (Ex.20:1-17, 31:18;
Deut.10:4,5) sin embargo, aun éstas tuvieron
que ser expresadas dentro de los límites del
lenguaje humano.
Como se dijo de Cristo, también se puede
afirmar de la Biblia que aquel verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros (Jn.1:14)
La Biblia no enseña inspiración parcial o
grados de inspiración. Estas teorías son
especulaciones que le quitan autoridad
divina.
La exactitud de la Escrituras:
La inspiración de las Escrituras garantiza
su veracidad. Es claro que, si bien es
cierto que los manuscritos antiguos varían,
las verdades esenciales han sido
preservadas. Es muy posible que los escribas
y traductores de la Biblia hayan cometido
pequeños errores. Sin embargo, la evidencia
de la arqueología bíblica revela que muchos
así llamados errores fueron solamente
malentendidos de parte de los estudiosos.
La Autoridad de las Escrituras:
Las Escrituras tienen autoridad divina
porque en ellas Dios habla mediante el
Espíritu Santo
Los derechos de las Escrituras:
Los escritores de la Biblia testifican que
sus mensajes vienen directamente de Dios. (Jer.1:1;
2:9; Eze.1:3; Ose.1:1; Joel 1:1; Jonás 1:1;
Ageo 1:13; 2Crón.36:16; Eze.2:4; Isa.7:7)
A veces el agente humano que Dios usa queda
en el trasfondo. (Mat.1:22)
Pedro clasifica los escritos de Pablo como
la Escritura. (2Ped.3:15,16; Gál.1:12;
1Tim.5:18; Luc.10:7)
Jesús y la autoridad de la Escritura:
A través de todo su ministerio, Jesús
destacó la autoridad de las Escrituras.
(Mat.4:4,7,10; Luc.20:17; 10:26)
Jesús colocó la Biblia por sobre todas las
tradiciones y opiniones humanas. (Mar.7:7-9;
Mat.21:42; Mar.12:10,26)
Jesús creía firmemente en la autoridad de la
palabra profética y revelaba lo que señalaba
hacía él. (Jn.5:39,46; Luc.24:25-27). Sin
reservas Cristo aceptó las Sagradas
Escrituras como la revelación autoritativa
de la voluntad de Dios.
El Espíritu Santo y la autoridad de la
Escrituras:
Sin la iluminación del Espíritu Santo
nuestras mentes nunca podrían comprender
correctamente la Biblia, ni tan sólo
reconocerla como la autoridad divina.
(1Cor.2:11,14; 1:18) Las Sagradas Escrituras
y el Espíritu Santo nunca pueden estar
separados. El Espíritu Santo es tanto el
autor como el revelador de las verdades
bíblicas.
Cuánto abarca la autoridad de la Escritura:
Toda la sabiduría humana debe estar sujeta a
la autoridad de la Escritura. Al juzgar la
Palabra de Dios con normas humanas
perecederas es como si tratáramos de medir
las estrellas con una vara de medir. La
Biblia no debe estar sujeta a las normas
humanas. (Isa.8:20) Las Escrituras ejercen
autoridad aún sobre los dones que vienen del
Espíritu Santo. (1Cor.12; 14:1; Efe.4:7-16)
La Unidad de la Escrituras
La lectura superficial de la Escritura
producirá una comprensión superficial de la
misma. Cuando así se lee, la Biblia resulta
ser un conjunto de relatos, sermones e
historias. Sin embargo los que la abren para
obtener iluminación del Espíritu de Dios,
los que están dispuestos a buscar con
paciencia y oración las verdades ocultas,
descubren que la Biblia expone una unidad
fundamental en la que enseña acerca de los
principios de salvación. La Biblia no es
monótona.
Las verdades del AT y el NT, a pesar de
haber sido escritas a través de muchas
generaciones, permanecen inseparables; no se
contradicen unas a otras.
Dios bondadosamente nos llama para que le
conozcamos mediante su Palabra. En ella
podemos encontrar la rica bendición de la
seguridad de nuestra salvación.
(2Tim.3:16,17)
E.S.H.J. 17-09-06
|