Los Adventistas del Séptimo Día
creen que el matrimonio fue divinamente establecido
en el Edén, y Jesús afirmó que constituía una unión
de toda la vida entre un hombre y una mujer, en
amoroso compañerismo. Para el cristiano, el
compromiso del matrimonio se hace con Dios así como
con el cónyuge, y deben entrar en él únicamente los
contrayentes que comparten una fe común. El amor
mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad
constituyen la trama de esta relación, la cual debe
reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la
permanencia de la relación que existe entre Cristo y
su iglesia. En lo que se refiere al divorcio, Jesús
enseñó que la persona que se divorcia de su cónyuge,
excepto por fornicación, y se casa con otro, comete
adulterio. Si bien es cierto que algunas relaciones
familiares pueden estar lejos de ser ideales, los
cónyuges que se entregan enteramente el uno al otro
en Cristo, pueden lograr unidad en amor por medio de
la conducción del Espíritu y el apoyo de la iglesia.
Dios bendice la familia y se propone que sus
miembros se ayuden unos a otros en sus esfuerzos
por lograr la madurez completa. Los padres deben
guiar a sus hijos en amor y enseñarles a obedecer al
Señor. Por su ejemplo y sus palabras deben
enseñarles que Cristo es su amoroso Maestro, siempre
tierno y solícito, que anhela verlos convertirse en
miembros de su cuerpo, la familia de Dios. El
aumento de la unidad familiar es uno de los aspectos
distintivos del mensaje final evangélico.
El hogar es el ambiente primario para
la restauración de la imagen de Dios en los seres
humanos. Es también el lugar en que, por la gracia de
Dios, se practican los principios del verdadero
cristianismo.
Desde el Comienzo
El sábado y el matrimonio son dos de
los dones originales que Dios le concedió a la familia
humana. Al formar la primera familia, estableció la
unidad social básica para la humanidad, dándole un
sentido de pertenencia y proveyendo una oportunidad para
que sus miembros se desarrollasen como individuos
completos en el servicio a Dios y a los demás.
El varón y la mujer hechos a la
imagen de Dios:
Gén.1:26,27. El término hombre se usa aquí (tanto en
hebreo como en español) en el sentido genérico, tal como
sucede más de 500 veces en todo el Antiguo Testamento.
Este término incluye tanto al varón como a la mujer. Por
lo cual queda establecido que ambos fueron creados a
imagen de Dios. Tal como el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo son Dios, el varón y la mujer juntos comprenden el
“hombre”. Salvo que no son la misma cosa en lo que se
refiere a su función. Son iguales en su ser y en su
valía, pero no son idénticos en persona (Jn.10:30;
1Cor.11:3). Sus rasgos físicos son complementarios, y
sus funciones cooperativas.
El matrimonio:
De la diversidad del varón y la mujer, Dios produjo
orden y unidad. Ese primer viernes de la historia, el
creador celebró el primer matrimonio uniendo a ambos
seres. Y desde entonces el matrimonio ha constituido el
fundamento de la familia y de la sociedad.
1.La desvinculación:
La relación del matrimonio debe tener primacía sobre la
relación existente entre padres e hijos. Sin este
proceso no existe un fundamento firme para el matrimonio
(Gén.2:24)
2.La unión:
El término hebreo que se traduce como “unión” viene
de una palabra que significa “pegar, asegurar, unir,
aferrarse a algo”. Cualquier intento de quebrantar esta
unión produce heridas en los individuos unidos de forma
tan íntima.
3.Un pacto:
en la Biblia, este compromiso está descrito como un
“pacto”, término que se usa para describir el acuerdo
más solemne y obligatorio que aparezca en la Palabra de
Dios (Mal.2:14; Prov.2:16,17). Dios, la familia y los
amigos de la pareja así como la comunidad, son testigos
del pacto que éstos realizan entre sí. Este pacto es
ratificado en el cielo (Mat.19:6).
4.Una sola carne:
El acto de dejar la relación con los padres y hacer
un pacto de unión, resulta en un vínculo que es un
misterio. Esta unidad se refiere a la unión física y al
vínculo íntimo de la mente y las emociones.
a)Caminando unidos:
Amos 3:3. Por este motivo Dios instruyó a su pueblo
(Deut.7:4; Jos.23:11-13) Siempre que se desobedecía
estas instrucciones venían las consecuencias (Jue.14-16;
1Rey.11:1-10; Esd.9;10). Pablo también habló al respecto
(2Cor.6:14-18). La Biblia establece claramente que los
creyentes deben casarse únicamente con otros creyentes.
b)Unidos frente
a la vida: Para
llegar a ser una carne ambos cónyuges deben ser leales
uno al otro. Los que se casan proclaman su intención de
compartir la responsabilidad de su cónyuge, y de
enfrentar juntos cualquier cosa.
c)La intimidad:
El proceso de llegar a ser una carne incluye la
unión sexual (Gén.4:1). El amor matrimonial debe
caracterizarse por la calidez, el gozo y el deleite
(Prov.5:18,19; Heb.13:4)
5.El amor bíblico:
El amor marital es una devoción mutua condicional,
afectuosa e íntima que promueve el crecimiento de ambos
a la imagen de Dios en todos los aspectos de la persona:
físico, emocional, intelectual y espiritual. El amor
ágape es el fundamento del verdadero amor marital
(Jn.13:1; 1Cor.13:4-8)
6.La
responsabilidad espiritual individual:
Aun cuando los contrayentes han hecho un pacto mutuo, de
todos modos cada uno de ellos debe llevar la
responsabilidad individual que le cabe por las
elecciones que haga (2Cor.5:10)
Los
Efectos que Tuvo en el Matrimonio la Caída
Tras la caída, el interés egoísta se
introdujo allí donde antes reinaban el perfecto amor y
la unidad. El temor que impulsó a la primera pareja a
esconderse, no solo distorsionó su relación con Dios,
sino también sus relaciones mutuas; la auto
justificación es una de las consecuencias más evidentes.
Después de la caída Dios le dijo a la mujer: Gén.3:16.
Dios se proponía que este principio, el cual no
modificaba la igualdad básica del hombre y la mujer,
beneficiara tanto a la primera pareja como a los
matrimonios futuros. Desgraciadamente el egocentrismo ha
producido una grave escasez de aceptación y aprecio
mutuos.
La esencia del cristianismo consiste
en vivir en la armonía abnegada que caracterizaba al
matrimonio antes de la caída, la cual destruyó esta
armonía.
Desviaciones del Ideal de Dios
La Poligamia:
En la poligamia no hay tal cosa como dejar de lado a
todos los demás. Si bien es cierto que la Biblia
describe matrimonios polígamos como una realidad
cultural de los tiempos de los patriarcas, su
descripción muestra claramente que esos matrimonios no
lograron alcanzar el ideal divino. (Gén.16; 29:16-30:24,
etc.)
La fornicación y el adulterio:
El séptimo mandamiento permanece válido y sin ser
modificado (Éxo.20:14). Lev.20:10-12;
Prov.6:24-32; 7:6-27; 1Cor.6:9,13,18; Gál.5:19; Efe.5:3;
1Tes.4:3 etc.)
Los pensamientos impuros: El pecado no
consiste únicamente en el acto exterior; es además un
asunto del corazón, que penetra profundamente en los
pensamientos. (Mat.15:19,27,28).
Toda una industria se ha desarrollado con el fin de
obtener ganancias que dependen de la imaginación
pervertida.
El incesto: Lev.18:6-29; Deut.27:20-23;
1Cor.5:1-5. Cuando la intimidad se produce entre padres
e hijos o incluso entre hermanos.
El divorcio: El matrimonio es sagrado
porque Dios lo consagró, por lo cual “lo que Dios juntó
no lo separe el hombre” (Mat.19.6; Mar.10:7-9). Ante la
insistencia de los fariseos Cristo les dijo: “por la
dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a
vuestras mujeres; más al principio no fue así”
(Mat.19:8) y agregó que lo única razón legítima para el
divorcio es la infidelidad sexual (Mat.5:32; 19:9).
La homosexualidad: La Biblia condena las
prácticas homosexuales en términos fuertes (Gén.19:4-10;
Judas 7,8; Lev.18:22; 20:13; Rom.1:26-28; 1Tim.1:8-10).
Pero es deber de los cristianos tratar en forma
redentora a aquellos que padecen de este desorden, tal
cual lo hizo el Maestro con la adultero (Jn.8:11)
La Familia
Después que Dios creó a nuestros primeros padres, les
concedió dominio sobre el mundo (Gén.1:26; 2:15).
Formaron la primera familia, la primera iglesia, y
marcaron el comienzo de la sociedad. De este modo, la
sociedad fue construida sobre la sociedad del matrimonio
y la familia. Dios les mandó que se multiplicasen
(Gén.1:28).
Los Padres
El Padre: las Sagradas Escrituras le han
asignado al esposo y padre la responsabilidad de ser
cabeza del hogar así como sacerdote en él (Col.3:18-21;
1Ped.3:1-8). El Padre se convierte así en un tipo de
Cristo, la Cabeza de la iglesia (Efe.5:23-28).
Tal como Cristo conduce a la iglesia, el esposo y la
esposa “deben ser ambos capaces de ceder, pero la
Palabra de Dios le da preferencia al juicio del esposo”
cuando no se trata de un asunto de conciencia.
Como sacerdote de la familia, el padre reunirá a la
familia entorno a sí al comienzo del día y los entregará
al cuidado del Señor. En la tarde, los dirigirá en
alabanza y agradecimiento por las bendiciones derramadas
sobre ellos. El culto familiar será el vínculo entre
Dios y la familia.
La madre: En este mundo, la maternidad es
lo que más se acerca a estar en sociedad con Dios. La
madre es reina de su hogar. Posee la facultad de moldear
los caracteres de sus hijos, y de prepararlos para la
vida más elevada, la inmortalidad. Ni un ángel podría
pedir una misión más elevada; porque la hacer esta obra,
la madre está sirviendo a Dios. Perciba ella el valor de
su obra, y póngase toda la armadura de Dios, para que
pueda resistir la tentación a conformarse a las normas
del mundo. La obra que realiza es no solo para este
tiempo, sino para la eternidad. (Sal.127:3).
En una relación, alguien necesita considerar la familia
como una carrera.
Los Hijos
1.Una prioridad: Es necesario que los
padres coloquen los intereses de los hijos antes que su
propio progreso y comodidad. Por cuanto las influencias
prenatales afectan en forma vital la salud espiritual,
mental y física, el proceso de darle prioridad al
bienestar del niño debe comenzar antes de su nacimiento.
2.El amor: El amor de los padres debe
ser incondicional y estar dispuesto al sacrificio. Los
niños que se sienten seguros en el amor de sus padres,
serán capaces de hacer lugar para el prójimo en sus
vidas.
3.La entrega: Los padres deben
dedicar sus hijos al servicio de Dios tan pronto en su
vida como les sea posible; como lo hiciera María con su
hijo (Luc.2:22-39).
4.La constancia: La enseñanza
espiritual que imparten los padres, es un proceso
continuo que abarca cada fase de la vida del niño (Deut.6:7-9;
11:18)
5.El aprendizaje de la obediencia:
Prov.26:6. La disciplina implica mucho más que el
castigo. El castigo por lo general enfoca el pasado,
pero la disciplina mira hacía el futuro. Cuando los
niños aprenden temprano a obedecer a sus padres en forma
implícita, la autoridad no les causa problemas en la
vida. La verdadera obediencia es el resultado de la obra
efectuada por un principio implantado dentro.
6.La socialización y el desarrollo del
lenguaje: La socialización es el proceso por el
cual los niños desarrollan la experiencia básica que les
permite funcionar en la sociedad. El lenguaje que se usa
en el hogar necesita ser cuidadosamente evaluado, de
manera que revele el carácter de Dios.
7.La identidad sexual: Es en el
hogar, y por medio de la sana interacción con los
varones y mujeres que comprenden todo el sistema
familiar, donde los niños aprenden a funcionar como
varones y mujeres dentro de la sociedad.
8.El aprendizaje de los valores morales:
Los valores de la familia y sus conceptos religiosos
no siempre coinciden. Es importante que los padres sean
consecuentes.
La familia extendida: Por designio de
Dios, el matrimonio es exclusivo; la familia, en cambio
no lo es. Los abuelos, los hermanos y primos,
constituyen la familia extendida, los cuales también
pueden constituirse en un apoyo para la familia.
Sal.71:18; Prov.16:31; Isa.46:4
A la familia de la iglesia se le concede una oportunidad
especial de proveer un refugio, un lugar al cual
pertenezcan los que no tienen familia (Jn.17:20-23)
Promesa de Reforma
Por cuanto la familia constituye el alma misma de la
iglesia y la sociedad, la familia cristiana será el
instrumento de ganar a sus miembros para el Señor y de
mantenernos en la fe. Los últimos versículos del Antiguo
Testamento constituyen una profecía de lo que sucederá
antes que vuelva el Señor (Mal.4:5,6).
Las iglesia compuestas de esas familias crecerán; sus
hijos no abandonarán la congregación; presentarán con
claridad ante el mundo la imagen de Dios.